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jueves, 7 de diciembre de 2017

ALFARO, PEÑALOZA-URREJOLA IZARSA. Las familias de la transición al temprano orden borbónico en Santiago del Estero - 1700-1750

Cómo citar este artículo:
María Cecilia Rossi, "Alfaro-Peñaloza-Urrejola Izarsa. Las familias de la transición al temprano orden borbónico en Santiago del Estero – 1700-1750"; en: Colección Editorial HisMundI, Historia del Mundo Ibérico, V. II, Familias en el Viejo y Nuevo Mundo, Coordinares: Ofelia Rey Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) y Pablo Cowen (Universidad Nacional de La Plata), publicado por la Prosecretaria de Publicaciones de la FaHCE-UNLP, 2017.
ISBN  978-950-34-1586-3.



Alfaro-Peñaloza-Urrejola Izarsa.
Las familias de la transición al temprano orden borbónico en Santiago del Estero -1700-1750


1-Palabras iniciales
En el marco del proyecto “Familias y Sociedad en el Río de la Plata. De las transformaciones borbónicas a la consolidación del Estado Nacional”, y en el estudio emprendido sobre “Las Reformas Borbónicas en Santiago del Estero (1730-1800)”, de los cuales el presente artículo es tributario, estudiaremos a las familias de Alonso de Alfaro, Gerónimo de Peñaloza y Esteban de Urrejola Izarsa -el primer agente borbónico arribado a Santiago a fines de 1720 en el marco de la inmigración militar vasco-felipista al Tucumán-. A partir de allí analizaremos las relaciones establecidas entre estas tres familias, las más importantes de la época, el matrimonio de Esteban con Josefa de Peñaloza y Alfaro, indagando los orígenes de unas familias y unas fortunas que permitirán a Esteban y a Josefa llevar adelante unos modos de vida caracterizados por el lujo y la ostentación; unas relaciones comerciales que sabrán aprovechar apropiadamente en beneficio propio y su inmediato ingreso al Cabildo para desarrollar una intensa actividad de fiscalización en toda la jurisdicción, en concordancia con los tempranos postulados borbónicos.
Objeto de un estudio posterior y pormenorizado, serán los doce hijos del matrimonio Urrejola Peñaloza y sus casamientos y las relaciones socio-familiares construidas centralmente con otros vascos, que tienen lugar en la segunda mitad del siglo XVIII, otras formas, otros contextos, otras relaciones.
Estudiar las relaciones de estas tres familias permite hacer foco y profundizar el estudio en una época muy temprana para la documentación disponible y comprender sus particularidades y complejidades en tiempos y lugares específicos. Cuando todas estas cuestiones se ponen en juego al mismo tiempo, estamos en condiciones dar los primeros pasos en la construcción de la elite santiagueña de la primera mitad del siglo XVIII enmarcada en los contextos sociales de la época.
Las fuentes documentales que sostienen la presente escritura son los repositorios del Archivo Histórico de Santiago del Estero[1] en sus secciones de Hacienda, Asuntos Generales y Tribunales, y del Archivo General de la Nación[2], Salas IV y IX; las Actas Capitulares de Santiago del Estero[3] y las transcripciones de la Revista del Archivo de Santiago del Estero obra dirigida por Andrés Figueroa[4].
Las Reformas Borbónicas y su impacto en el orden colonial santiagueño, a partir de los agentes que fueron arribando desde fines de 1720, no despertó un interés particular entre los historiadores provinciales, más propensos a los grandes relatos que hicieron de la colonia un espacio acabado en sus propios contornos territoriales y temporales (Alén Lascano (1992), Achával (1998), Di Lullo (1949, 195a-b, 1966)[5]. Las mismas circunstancias analíticas comprenden a la historia de familia, que si bien registra estudios actuales en la UNSE, se orientan a cuestiones de género (Canevari, 2011).
Por nuestra parte nos acercamos a las cuestiones de las familias y el poder en trabajos colectivos e individuales. Estudiando la urbanidad de la ciudad tardo-colonial y las familias gobernantes de comienzos del siglo XIX (Legname, Rossi, Ruiz; 2005-2006) / Rossi, 2005-2010), advertimos la presencia de unos actores sociales con informaciones veladas sobre sus orígenes y sus devenires socio-familiares, que parecían emerger tibiamente en la década de 1720 y a medida que reforzaban sus llegadas, pertenencias y relaciones, fueron generadores de importantes cambios hasta el fin del siglo XVIII (Rossi, 2012). En la Tesis Doctoral Espacios y relaciones de poder. Su articulación en Santiago del Estero durante el proceso inicial de implante de la Modernidad -1851 – 1875- (Rossi, 2010), focalizamos a la familia Taboada, cuyo origen también se encuentra en un borbónico, Antonio Gil de Taboada arribado a Santiago en 1750, haciendo centro en la conformación de un estado provincial colonizado familiarmente por los Taboada y el Taboadismo en el marco de una temprana República. Más recientemente nos aproximamos a la historia de las antiguas familias radicadas en la frontera del río Salado del Norte durante la colonia centrándonos en la apropiación de las tierras de antiguas comunidades indígenas, en Tierra y Sociedad en Santiago del Estero. El antiguo Matará, siglos XVII al XX (Rossi-Banzato, 2017).

2-La ciudad en la que se radicó Urrejola. Esteban  se instaló en 1728 (aprox.). No muchos años a, se había producido en España el ascenso de casa Borbón y Santiago del Estero, la histórica capital de la Gobernación del Tucumán, ya había concluido su destino fundacional (Romero, 1986 / Legname, Rossi, Ruiz, 2005 / Rossi-Banzato, 2017), perdido la silla episcopal que se instaló en Córdoba[6] y el asiento de la gobernación haciendo lo propio en Salta. Ambas cuestiones fueron muy cercanas en el tiempo, sobre finales del siglo XVII y causaron un gran impacto social. “Despojo” fue el concepto utilizado por la historiografía clásica y el que impregnó todas las imágenes del destino de la ciudad hasta el presente.
Una jurisdicción empobrecida y una ciudad arruinada por el salitre y las inundaciones periódicas del río Dulce, le hará decir al Obispo Ulloa  “…Santiago solo el nombre tiene de ciudad, es toda ella un bosque inmundo falto de todo lo necesario para el sustento, la iglesia muy mal servida e indecentemente…” (Tasso, 1984). Si a esto le sumamos la mirada del gobernador Esteban de Urízar y Arespacochaga (1707-1724) hablando de lo que “parece más un cortijo que república” y su gran preocupación por los modos en que la cultura española se perdía en desmedro de una rápida asimilación de la cultura indígena[7], tenemos para la “madre de ciudades” un panorama con vistas al siglo de los Borbones, bien complejo de resolver propositivamente.
Estamos frente a un espacio urbano en el cual la mayoría de las familias principales ya no deseaban residir, migrando progresivamente desde las últimas grandes inundaciones (1663-1672) a sus estancias, generalmente cercanas o colindantes con los pueblos que poseían en encomienda (Rossi-Banzato, 2017). Obviamente esto hará que el relacionamiento con los indígenas -mano de obra de las estancias y dentro de la casa principal un amplio espacio de servidumbre- sea cotidiano. Así se irán produciendo esas mixturas culturales que son tan características de Santiago, unos y otros aprenderán sus lenguas y dialectos, prevaleciendo la pérdida de los modos de aquella antigua urbanidad hispano-criolla que caracterizó a la ciudad de los confines fronterizos imperiales. Si incorporamos a las particularidades santiagueñas, el planteo de Assadourián (1982: 55) sobre una situación similar para las ciudades del Tucumán en la misma época, la fuerte crisis en la minería del espacio altoperuano y el proceso de ruralización que conllevó, tal parece que podríamos agregar un ingrediente más, que queda por profundizar para el estudio local. Tal crisis y el predominio de una economía de subsistencia afectaron mucho más a las elites que pasaron a vivir en sus estancias y ahorrarse los gastos que las casas urbanas le ocasionaban, que al mundo subalterno que quedó ocupando las casas en las ciudades.
La imagen que pudimos construir de la ciudad a comienzos del siglo XVIII fue la de una ciudad en el vacío. Santiago estaba... Seguía estando… Si ya no tenía sentido su continuidad al haber cumplido su función ¿por qué no se despoblaba como en su momento lo hiciera Londres cuando ya no fue más funcional a la protección de la capital tucumana? Permanecía… Tozudamente seguía estando… Hasta finales del siglo XVIII los documentos del Cabildo local encabezaron sus escritos: “Santiago del Estero. Cabeza de la Gobernación del Tucumán”.
Mientras tanto, en esa ciudad que había obtenido el 19 de febrero de 1557 el Escudo de Armas de parte del rey Felipe II;  en la que todo lo que la había hecho importante se había ido, pero que se aferraba a su propia historia para no desaparecer, hizo un esfuerzo extremo de aportes vecinales para levantar la cuarta versión de la Iglesia Matriz -ya en la ubicación actual- y las Casas Capitulares que estarán en permanente reconstrucción tanto como sea su permanente destrucción. Casas Capitulares, más no Cabildo, frente a una plaza sin nombre que era transitada diariamente por indias con sus largos pelos negros y sueltos, montadas en mulas vendiendo alfalfa y oficiaba de mercado los días del Señor. Esta ciudad contaba con un escaso conjunto de casas bajas dispersas en unas cinco a seis manzanas pobladas en un 30%, con las que los vecinos cumplían la normativa real que les permitía mantener los beneficios prebendarios; por lo general sin sus dueños habitándolas de modo permanente, estaban al cuidado de una cantidad de indios y negros, esclavos o libertos, que junto a los habitantes de las rancherías de negros de los conventos de los Domínicos y Mercedarios, y las de indios de los Franciscanos, sumado a los indígenas y mestizos libres viviendo a orillas del río, conformaban una gran “mancha negra” (Grosso, 1997). Un cuerpo social mestizado y oscuro apropiándose totalmente del escenario urbano. Acompañaban. Casi como el fondo de una escena surrealista. Los señores de blanca auto referencialidad, la gobernaban pero no la registraba salvo en los casos punibles, de servidumbre o comercio al menudeo; bajaban desde sus estancias a cumplir con sus funciones institucionales (Legname, et al, 2005 / Rossi y Banzato, 2017), a controlar la política y la justicia jurisdiccional, permanecían en la ciudad el tiempo suficiente, habitaban sus casas temporalmente y regresaban a sus actividades privadas. Raramente encontraremos algún capitular que residiera en la ciudad, salvo los funcionarios de menor rango y algunos comerciantes, aunque ya veremos las excepciones que confirman la regla[8].

3-Llega el Capitán Esteban Urrejola Izarsa. Este es el contexto de la llegada e instalación del Capitán Esteban Urrejola[9], nacido Ochandiano, Bilbao. Hijo de Mateo Urrejola y de María de Izarsa, casados en 1708[10]. Con esas fechas, podemos plantear el nacimiento de Esteban en 1709 o 1710, de modo que cuando se instaló en Santiago tenía unos 19 o 20 años. La familia completa se radicó en Buenos Aires y Esteban en Santiago. En 1731[11], con unos 21 años, contrajo matrimonio con Josefa Peñaloza de Alfaro Alba, de unos once o doce años, hija del Maestre de Campo Gerónimo Peñaloza y de Isabel de Alfaro Alba Bravo de Zamora, nieta de Alonso de Alfaro[12], la familia más rica, poderosísimo comerciante y muy influyente en los más altos cargos políticos que le cupo ocupar.

3.3-Se establecen los nuevos lazos familiares: los Alfaro y los Peñaloza
Como decíamos al comenzar nuestra escritura, la historia colonial santiagueña recibió un tratamiento de espacio homogéneo, de modo que adentrarnos a las historias familiares de los Alfaro y de los Peñaloza al comienzo del siglo XVIII a partir de la relación que se establece con el agente borbónico, comienza a iluminar una temporalidad colonial y unas construcciones socio-familiares que hasta el momento no fueron abordadas, posiblemente por las complejidades de una documentación escasa y fragmentaria, que necesita casi de un juego de ajedrez para comenzar a armar los procesos colectivos e individuales.
3.3.1- Los Alfaro. La familia Alfaro ingresa en nuestra historia porque Josefa era hija de Isabel del Alfaro Alba (nacida hacia 1690[13]) y nieta de Don Alonso de Alfaro[14]. Oriundo de Cádiz y Caballero de Santiago, fue Teniente Gobernador Interino de Santiago durante la gobernación de Don Esteban de Urízar y Arespacochaga. Como encomendero de Guañagasta y depositario de los indios de Guaype (1702-1713) disponía de una gran cantidad de indios de trabajo. Habiendo levantado varios Censos entre los indios de la frontera del Salado, terminó conociendo palmo a palmo cada espacio de la jurisdicción. En 1713 alcanzó el grado de Alférez Real Propietario[15] y fue Gobernador Interino entre 1725 y 1726 (año de su fallecimiento).
Don Alonso estaba casado con la santiagueña Manuela de Alba Bravo de Zamora, hija de Francisco de Alba y Catalina Bravo de Zamora y Vélez de Alcocer[16] y con ellos la relación con una red de sevillanos arribados en las postrimerías de la Casa de Austria. Nacido en Sevilla en 1553, Francisco de Alba era vecino de Santiago desde 1588[17], fue Juez y Escribano Capitular y también actuó en Salta como y Justicia Mayor y Capitán. Tenía dos encomiendas, Tipiro y Pasao con unos 100 indios de los cuales ocho estaban en su casa en Santiago como yanaconas. En esos pueblos criaba yeguas de cría, ovejas y cabras, que en cantidad de 3.000 eran administradas por dos pobleros[18]. Por su parte Catalina era heredera de conquistadores y colonizadores. Había nacido en Santa Fe de la Veracruz en 1640 y falleció en Santiago en 1735. Hija del sevillano Lope Bravo y Zamora Vergara (1553-1608), Teniente de Gobernador de Santiago del Estero, encomendero de Pasao y de Tipiro que en segunda vida administraba su esposo[19]. Su madre era Isabel Vélez de Alcocer y Costilla[20], también de familia sevillana y radicada en Salta a partir de Gaspar Vélez de Alcocer que entró en el Tucumán con el gobernador Don Pedro de Mercado Peñaloza y Ronquillo[21]. Uno de sus tres hijos, Álvaro Vélez de Alcocer y Rodríguez, conocido como “El Mozo”, Capitán y encomendero de Pulares, tuvo seis hijos, de los cuales Isabel se radicó en Santiago al contraer matrimonio con Lope Bravo de Zamora. El resto permaneció en Salta.
Si bien la más clásica historiografía santiagueña considera que los orígenes españoles de Alfaro eran humildes (Alén Lascano,1992) su historia local merece una reconsideración a la luz de la fortuna alcanzada. Las investigaciones de Eduardo Saguier lo ubican como el mayor comerciante santiagueño relacionado con casas importadores de Buenos Aires, registrando operaciones al fiado por un monto de $30.977, cuando quien le sigue en la lista, Don Andrés de Castañares registra $7.109[22]. Estos datos son confirmados por algunas escrituras de los años 1702, 1703, 1706 y 1732[23]pero abre el interrogante sobre cómo construyó tal fortuna.
Siendo encomendero de Matará y depositario de los indios de Guaype, una parte de las ganancias provendría del comercio con el espacio peruano de prendas de algodón obtenidas con el hilado de las mujeres y la tejeduría de los varones pagados como tributo y servicio personal. Sabemos que la principal industrial del Salado, la textil, poco y nada había modificado su estructura ni su nivel de producción desde el comienzo de la conquista, como lo mostró Farberman (1991) para el caso de Felipe de Argañaráz y Murguía (h). Un nicho que se había conservado pese a las observaciones de Assadourián (1982) de la baja en las producciones mineras hasta mediados de la década de 1630 y por lo mismo de la baja poblacional que era su principal consumidora.
Otro negocio de Alfaro era la arriería en el espacio altoperuano[24], pudiéndose abrir aquí una muy interesante línea de investigación pero no hay series que permitan realizar estudios. Un temprano documento de 1702 nos muestra al por entonces Sargento Mayor actuando como fletero especializado estableciendo un convenio[25] entre el vendedor de 13.709 vacunos, Capitán Don Francisco Núñez de Ávila, morador de la ciudad de Santiago y el comprador Capitán Don Francisco Eusebio González de Castilla, de Jujuy. Partió el Paraje del S-E santiagueño y entregó en La Tablada 7.473 cabezas. El costo del arreo fue entre el 40 y el 45% del total, por lo que 6.236 cabezas era la ganancia obtenida por Alfaro[26], algo menor que los porcentajes establecidos por Assadourián (1982) para los casos por él estudiados de la arriería cordobesa.
Tamaño recorrido atravesaba por los menos tres espacios ecológicos diferentes en sus posibilidades de alimentar esa cantidad de ganado, que habrían de conocerse muy bien para orientar correctamente el arreo. Pero también un conjunto de gente, arrieros, troperos, lazadores, mujeres que acompañaban a las caravanas oficiando de cocineras, costureras, aquellas que manejaban el arte de curar con hierbas, ganado para consumo, carretas que transportaban cereales, etc. Como coincide en los tiempos con su rol de encomendero, estimamos que parte importante de la tropa debían ser indios de sus encomiendas, situación que para Santiago era muy habitual (Rossi, 2008). También hay que decir que el arreo pasaba por las antiguas estancias santiagueñas de Tenené y El Palomar, abandonas por los Padres Domínicos temporalmente, pero ubicadas estratégicamente en el Camino del Palomar, donde, mientras los animales se reponían con aguas y buenas pasturas, el grupo que acompañaba hacía lo propio, se reparaban las carretas o lo que hiciese falta y descansaban. Muy pocos años después, ambas estancias pasaron a posesión de Alfaro. En 1703, ya ascendido a Maestre de Campo y con el cargo de Teniente Defensor Justicia Mayor y Capitán de Guerra, avanzaba con sus negocios hacia el fletamento de carretas, firmando una escritura con el Capitán Don Simón de Larramendi, “mercader, tratante y contratante” para transportar yerba desde Santa Fe y con destino a Jujuy por un valor de $4.500 y 4.583 arrobas,comprometiéndose a custodiar la tropa de carretas con soldados de su guarnición “como era de uso”[27]. Don Alonso usaba los recursos del estado en beneficio de sus propios negocios.
Estamos en presencia de una fortuna que se va amasando desde por lo menos cinco espacios articulados, el comercio, la arriería, las tierras, los ganados y los fletes. Sin olvidar su posición política y los beneficios obtenidos con el tráfico de informaciones que le hacían ocupar un lugar privilegiado al momento de organizar negocios.
Algunos documentos producidos después de su fallecimiento[28], dan cuenta de con quienes comerciaba en el espacio altoperuano, la forma en que realizaba esos negocios y la resolución de los conflictos suscitados. Fallecido Don Alonso en 1726, entre 1731 y 1739 se desarrolló un juicio por el cobro de una deuda a la sucesión. Se presentó en Santiago Don Pedro de Sierra, vecino de Buenos Aires y residente temporario en esta ciudad como apoderado de su padre Don Joseph de Herrera (en esos momentos en Europa) y de su abuelo ya fallecido, Don Joseph Zipriano de Herrera quien fuera Presidente de la Audiencia de Charcas y a los que descubrimos en nuestro estudio como grandes comerciantes relacionados con Alfaro, reclamando una deuda impaga contraída entre 1723 y 1726, de $6.288 y ½ real. El problema era que ambas casas comerciales habían registrado la salida de mercaderías pero Alfaro no había firmado nada, con lo cual encontramos una forma de relación comercial basada en la palabra y el entendimiento y la confianza de un pago seguro. En la declaratoria de Don Antonio de Bozán y Alfaro, su sobrino, mano derecha en sus negocios y albacea testamentario, dijo recordar que alguna vez Don Alonso le había comentado algo, pero los libros de anotaciones de Alfaro no se encontraban. De todos modos, los demandantes solicitaron el embargo provisorio de toda la hacienda de las estancias de Tenené y El Palomar.
El Apoderado local, Don Joseph de Aguirre presentó un largo escrito revelando mayor conocimiento de las cuestiones locales. Por ejemplo que los animales embargados estaban en completo abandono y reunirlos resultaría más que lo que valía el ganado, ya que no había población permanente a causa del embate de las etnias chaqueñas, encontrando aquí una de las formas en que la enorme fortuna de Alfaro fue disminuyendo. Además, avanzaba en el cobro sobre los herederos de Alfaro y el embargo de la deuda de $2.300 que el Maestre de Campo Don Joseph López de Velazco tenía con Peñaloza y que la viuda había reclamado al Cabildo. Esto provocará la ira desenfrenada de Isabel Alfaro de Peñaloza, quien se presentó en el Juzgado en dos oportunidades, siendo en la última en 1739 ya viuda. No solamente no reconoció la deuda que al no estar por escrito no se pagaba, sino que atacó ferozmente a Joseph de Aguirre sobre quien pidió castigo y apartamiento de la causa por “injusto demandante”. Lo acusó por perjurio, de tener animosidad en su contra, de ser mal hombre y no tener temor de Dios, estar ciego de pasión y depravada intención, y de atacarla en un momento en que le habían pasado muchas cosas malas, había enviudado y sus estancias estaban sin producción, lo que entiende la colocaba en una mala situación como mujer. Y manda a que lo ejecuten a Don Antonio Bozán quien era el albacea y que dijo tener conocimiento verbal sobre esta deuda.
Si tenemos muy poca información sobre las mujeres, este juicio nos muestra a una Isabel madura, con agallas, defendiendo los derechos familiares y atacando sin miramientos a quien osara entrometerse con la familia. Tomando el comando de una familia que había perdido a los dos hombres más importantes, su padre y su esposo, pero de quienes había aprendido muy precisa y eficazmente unos modos de accionar en la defensa de sus derechos que casi podríamos decir que tomó el lugar de ambos en la familia, con las cuales muy pocos se atrevían a meterse.
3.3.2- Los Peñaloza. Indagar los orígenes del General Peñaloza resultó muy complejo por la falta de información, a la que accedemos a partir de su matrimonio con Isabel de Alfaro y Alba Bravo de Zamora, con quien tuvo dos hijos Josefa y Jerónimo Félix, formando la familia Peñaloza Alfaro. De todos modos cierto es que la familia formaba parte del conjunto de notables de la colonia y eran poseedoras de renombre, de fortuna y una de las más importantes de comienzos del siglo XVIII.
Nacido hacia 1680[29], lo ubicamos como uno de los capitulares más influyente en ejercicio en el año 1727[30] como Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad Propietario. Desde 1717 fue encomendero del Pueblo de Indios de Matará, frontera del Salado, con lo cual debemos pensarlo como comerciante de los llamados “productos de la tierra” de los que se beneficiaba en una situación similar a la de su suegro, a cuyos negocios podemos asociarlo al no encontrar registros de comercio propio. Alcanzó el grado de Teniente Gobernador en 1728 (Figueroa,1927:32) y a partir de la muerte de su suegro en 1726 administrará –por parte de su esposa- de las estancias Tenené y El Palomar, donde criaba y comercializaba ganados y era proveedor de la carnicería del Cabildo.

3.3.3-¿Quién era Esteban de Urrejola Izarsa? Algunas reflexiones sobre la inmigración vasca al Tucumán durante el reinado de Felipe V. En unos documentos que dicen más por lo que no dicen que por lo que efectivamente expresan, se observa un gran interés de los Peñaloza por casar a su única hija mujer, Josefa, con el joven agente militar borbónico Esteban. ¿Qué tan importante era este Capitán para que los Peñaloza Alfaro quisieran casar tan empeñosamente a su joven hija? Una pista bastante firme, y que al mismo tiempo abre una interesante ventana para futuras investigaciones, la encontramos en un escrito de Tarragó (2006) donde plantea los cambios en las relaciones de poder que se operaron en España con el reinado del primer Borbón, Felipe V (1700-1746) y la inmigración vasca al Río de Plata y el Tucumán. Una nueva red de alianzas y actores desplazaron a los sectores más tradicionales mientras las familias del norte, vascos especialmente, organizaron nuevos espacios de poder y establecieron relaciones con las elites y la monarquía, penetrando en lo más profundo de la Corte. La formación de la Nueva Planta (Capel Martínez-Cepeda Gómez, 2006:p92) comenzó en 1707 y mientras los ayuntamientos se aristocratizaban, se orientaban hacia la militarización, siendo significativas las creaciones del “nuevo ejército” a partir de 1704[31], con cargos comprados en su mayoría por familias enriquecidas con el comercio monopólico colonial. En estas fuerzas militares felipistas, será abrumadora la presencia de los norteños.
Este “rediseño”, como lo llama Tarragó, impactó en el Virreinato del Perú y en la Gobernación de Buenos Aires ambos espacios muy interesantes porque ofrecían múltiples oportunidades para un desarrollo profesional y económico tan rápido como importante a gobernadores, comerciantes, jueces, virreyes, etc. Entendemos entonces, que en este contexto la familia Urrejola Izarza, que figura en el Padrón Histórico de Guipúzcoa (De Guerra, 1928:583) entre las  familias fundadoras y de abolengo, se trasladó a Buenos Aires y Esteban se instaló en Santiago, formando parte uno de los Regimientos de Infantería de la Guardia. Todo este despliegue en el marco del control más eficiente sobre los territorios americanos que los Borbones se proponían.
Gobernaba el Tucumán Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, con un cargo que a la postre será vitalicio obtenido como premio de por haber mantenido las vías de circulación en paz y en condiciones óptimas para el comercio, lo que incluía la guerra ofensiva a las tribus chaqueñas Peñaloza y Urrejola Izarza colaboraron activamente. Los Arespacochaga procedían de la Villa de Elorrio y eran una de las familias más importantes de comerciantes de hierro a América. El gobernador de Buenos Aires Bruno Mauricio de Zabala era pariente de su par tucumano y su cuñado un importante comerciante radicado en Buenos Aires a comienzos del XVIII. Todos tenían parientes, comerciantes y militares en sus círculos más cercanos. Dicho esto, es absolutamente posible trazar la relación militar y comercial entre Urízar y Arespacochaga, Alfaro, Peñaloza y casi inmediatamente con Urrejola Izarza.

4-Los hijos de la familia Urrejola Peñaloza. Se refuerzan las relaciones con los guipuzcoanos. Esteban y Josefa contrajeron matrimonio en 1731 y formaron la familia Urrejola Peñaloza. Que durante los primeros nueve años de matrimonio no hayan tenido hijos,refuerza nuestra idea de la extrema juventud de Josefa. A partir de 1740 y hasta 1750[32] nacieron los doce hijos[33] y las redes familiares y sociales que establecieron se extienden hasta la actualidad.
En 1740 y 1741 nacieron Francisco[34] y Vicente[35], ambos jesuitas expulsados en 1676 junto con sus compañeros de Córdoba. En 1743 nació Alejandro quien por cuestiones comerciales se radicó en Chile y contrajo matrimonio con Isabel Leclerc de Bicourt, dejando una descendencia de nueve hijos[36] formando la familia Urrejola Leclerc instalada en Concepción. Ese mismo año nació Manuela, casada a los 14 años en primeras nupcias con el poderoso comerciante catalán Domingo Ferrando, natural de la Villa de Reus, del Principado de Cataluña[37], formando la familia Ferrando Urrejola, pero viuda a sus 17 años, rápidamente casó con el ultra borbónico Gaya. Bernardina Luisa contrajo matrimonio con otro borbónico guipuzcoano, el Sargento Mayor José Antonio Gorostiaga Amézaga[38] y formaron la familia Gorostiaga Urrejola Peñaloza. Tuvieron cinco hijos, Pedro Pablo, Joseph Ignacio, Manuela Ignacia (s/d), Josefa Ignacia, Joseph Antonio Gorostiaga Urrejola. María Josefa Urrejola se casó con el portugués Manuel Pedro Borges[39]y formaron la familia Borges Urrejola, con dos hijos, Juan Francisco (autor de las dos primeras revoluciones autonómicas de 1815 y 1816) y Francisca Borges Urrejola. Luego encontramos otros hijos varones de los que no tenemos noticias, Joseph Ignacio y Fernando nacidos en 1744, en 1746 nació Juan aparentemente soltero; Miguel en 1747 casado con María Josefa Espech, y Gregorio en 1750 aparentemente soltero.
Estas relaciones y los contextos que las posibilitaron, ubicados en la segunda década del siglo XVIII, serán objeto de un estudio pormenorizado en un próximo artículo.

5- Dónde y cómo vivir. Los aportes al estilo de vida que surge de la Carta Dotal de Josefa. Cuando Esteban y Josefa se estaban por casar, en el año 1731[40], Gerónimo de Peñaloza y su esposa firmaron la Carta Dotal, de la cual surge el aporte de $34.250 que la familia realizó al matrimonio de su hija. Estudiando las dotes femeninas de los vascos y navarros y sus descendientes en Buenos Aires durante los siglos XVII y XVIII, Siegrist (2010) advierte la importancia de su análisis en tanto nos remite a la jerarquía de la familia considerando su posición económica, su status y las redes de alianzas que trazan a partir de ella.
Los Peñaloza aportaban un cifra muy alta, cuando en los estudios de Siegrist eran importantes las que oscilaban entre $4.000 y $6.000, las de $12.000 eran destacables y de $30.000 las hubo pero muy pocas. Con semejante número es lógico que se trate de un extenso documento detallando todo lo que Isabel llevaba, pero de esa enumeración por ítems, tomamos algunas cuestiones que nos parecen más relevantes, organizando la información de modo que nos permita aproximarnos a pensar en el lugar donde vivirían, a las relaciones con el espacio urbano y los modos del vivir cotidiano de la nueva pareja. Podrían resumirse en cinco cuestiones centrales, una casa, el mobiliario, la vestimenta, los esclavos y la estancia con ganados.
Siguiendo a Moreyra (2009) en sus estudios sobre la vida cotidiana de la Córdoba del siglo XVIII, importa estudiar los objetos no como elementos inertes ni aislados sino como un conjunto que se inserta en un contexto determinado y, en calidad de vehículos a través de los cuales podemos analizar a la familia que es quien los pone en movimiento, los carga de sentido y significaciones en tanto lo material contribuye a definir-la y reforzar su preponderancia social.
La casa. Lo que primero figura en el documento es el aporte de una casa en la ciudad, que formaba parte del espacio de la casa paterna “en la testera de la casa que habitamos” pero con salida independiente a la calle. La existencia de una casa señala la condición de vecindad que asumía Esteban Urrejola  cumpliendo con el requisito de todo vecino de tener en ella casa poblada pero también que la nueva familia se radicaría en la ciudad. Nos dimos a la tarea de ubicarla aún en función de las escuetas descripciones aportadas.
El frente de la vivienda miraba hacia el oeste, donde había “una sala y dos aposentos”, comunicados con el patio principal compartido con la familia Peñaloza, en que había otros cinco cuartos que podían utilizarse como vivienda u oficinas. Cinco espacios diferenciados, el primero de uso social, el segundo el de la intimidad o área privada, un tercer espacio de carácter administrativo (que podía o no ser compartido con el de uso social), el espacio de la religiosidad femenina y un espacio de uso común y compartido con la familia grande que era el patio.
De donde, si Gerónimo Peñaloza cedía parte de su casa y de su terreno a su hija, estaba efectivamente instalado en la ciudad. Ahora bien, es altamente probable que la casa original haya pertenecido a su suegro Alfaro, el que al instalarse en la estancia de Tenené se la dejó a su hija. El solar no estaba frente a la plaza como hubiera sido el requerimiento de una familia tan importante, pero compensaba con unas dimensiones que permitirían construir una gran casa e ir cediendo partes para las nuevas familias.
Una antigua práctica de ubicación de los solares familiares en los barrios del convento de su filiación religiosa (Legname, 2007, et al), nos permitió deducir que, en razón de la pertenencia jesuítica de la familia Alfaro, cuyo hijo Diego perteneció a la orden (Alén Lascano,1970:22) y el propio Don Alonso fue enterrado en el convento de la Compañía, la ubicación de la casa principal estaría dentro del perímetro del antiguo barrio de las Catalinas, cuyo nombre fue dado por el Colegio y Seminario jesuítico de Santa Catalina de Siena Virgen y Mártir, que unía la Matriz con los conventos de La Merced y el ex Convento de los Jesuitas, hasta fines del siglo XVII.
Ahora, considerando que no existen en Santiago planos del siglo XVIII, tomamos como referencia uno de 1870[41], el único en el que figuran los lotes de la ciudad con los apellidos de los propietarios, en el que buscamos referencias de por lo menos 150 años atrás. Recordamos entonces que una práctica habitual de las familias principales de Santiago era y es la permanencia de los herederos en los mismos lotes, algunos con subdivisiones si eran de grandes dimensiones. Poniendo todas estas cuestiones en juego, en el citado Plano encontramos un gran solar bajo el nombre de “Los Udrijolas” (deformación de Urrejolas) ocupando un tercio de manzana con frente a la actual calle 9 de julio y el otro frente por calle Avellaneda (antiguamente Constitución y Entre Ríos). Esto es, a media cuadra de la plaza principal, hoy Libertad, a una cuadra y media de las antiguas Casas Capitulares, y a dos cuadras del solar de los jesuitas. Estaba entonces Gerónimo a pleno para escuchar el tañido de la campana de las Casas Capitulares que llamaban a reunión, y a las cuales durante los años de 1727 a 1730 asistió regularmente[42] y las mujeres de la familia asistir a misa diaria a la oración.
Considerando el prefijo “los” en los “Udrijolas”, nos orientamos a considerar que el solar contenía varias casas de la misma familia, con lo que estamos en presencia del espacio de una familia extensa, que reúne diversas unidades familiares, característica muy santiagueña, pero también una de las dos formas en que se organizaba la familia española para la misma época (Capel Martínez y Cepeda Gómez, 2006). Aparecen en las cercanías los apellidos de los futuros agentes y comerciantes borbónicos que se llegarán a Santiago en el siglo XVIII, Rueda, Gorostiaga, Aranda, Taboada, Díaz Gallo, Alcorta, Villar, Vieyra, etc. De modo que en el mismo acto advertimos que los agentes borbónicos que irán llegando se ubicarán en solares de las proximidades, o bien, como en el caso de Díaz Gallo, lo heredará de sus suegros. El terreno de la esquina S-E en el plano de 1870 figura a nombre de Gorostiaga, esposo de Bernardina, a la que, evidentemente, le cedieron parte del terreno original para construir su vivienda, con lo cual el solar original tenía una extensión mucho mayor a la que estamos considerando. Tal vez no nos equivoquemos al considerar que ocupaba toda la manzana.
El mobiliario. El mobiliario para la casa que aportaba Josefa Peñaloza, nos remite a unos modos de vida familiar de carácter suntuario y que, hasta el momento considerábamos era muy poco habituales para Santiago y nos desafía a comprobar si esta situación era excepcional o más habitual de lo que pensamos. También señala la importancia económica de las familias con la que Urrejola  se estaba relacionando. Estamos frente a un mobiliario que marcará en la futura vida de Josefa, la distinción social, la jerarquía y el status, a través del cual buscará reforzar y ampliar el reconocimiento que la familia ya tenía, en el tiempo socio-político que a ella le tocaba vivir.
Al igual que en España del siglo XVIII, la Sala era la habitación principal de la casa, el lugar del recibir, del discurrir cotidiano con las familias más cercanas, pero también donde la familia estaba en condiciones de mostrar el lujo en el cual vivía gracias a su poderío económico. Y parece que con los Peñaloza cuenta la afirmación de Carmen Abad Zardoya (2004:409) sobre la persistente obsesión por aparentar de los hidalgos del siglo XVIII español, tanto en los adornos de la casa, como en la vestimenta, y pone en cuestión el concepto que para Santiago parecía inamovible, el de la austeridad como un rasgo distintivo de las elites, que rápidamente debemos replantearnos. Así como tampoco olvidar el contexto urbano ya descripto en que se emplazaba la casa de los Peñaloza.
El listado de los muebles de la Sala, nos orientan a pensar en la organización de un espacio de alto nivel de sociabilidad de la familia Peñaloza y el “estrado de tablón” que llevaba “un espaldar con catorce varas de triunfante y sus adornos” y a su espalda un lienzo destinado a ocupar la “testera” con bordados que representaban el Misterio del Santísimo Sacramento del Altar. Pensamos que este lienzo funcionaba a modo de los grandes paños tejidos con hilos de oro y plata que recubrían las paredes de los palacios de la nobleza española, y que a más de ornato y gran belleza cumplía con la finalidad de conservar la temperatura de los ambientes al margen del clima exterior, de rigurosidad extrema en Santiago. Completaba el espacio del estrado “seis cojines de triunfante”; una alfombra; cuatro ángeles de bulto con ropajes y pedestales dorados. Todos objetos que, con mayor o menor prestancia o antigüedad, estaban presentes en las casas aragonesas y de Murcia que estuvimos analizando (Abad Zardoy, 2004 / Nadal Iniesta, 2006).
La Sala tenía un espacio de comensalidad, con “dos mesas grandes sobre armazón torneadas…doce sillas con asientos y espaldares dibujados y estoperoles labrados”. Para vestir las mesas dos paños de sobremesa, uno de paño fino estampado, seguramente de tela importada, y el otro era de tejido de la tierra tejido con algodón de alta calidad,tres manteles y doce servilletas. Para completar este sector “un escaparate dorado con varias divisiones” donde se guardaban y exhibían los objetos de plata labrada más preciados de la familia, dos fuentes, doce platos, doce cucharas, doce tenedores, una salserita, un salero, dos mates y varios objetos más. Dos espejos con sus marcos esmaltados devolverían la imagen de todo aquel poderío que la familia deseaba mostrar; un par de candeleros, también de plata labrada, iluminarían el espacio y se reflejarían en los grandes espejos, duplicando exponencialmente la magnificencia del espacio.
Lo que no encontramos en el listado, son sillones. Entendemos que se trata de un artículo aún no incorporado como objeto suntuoso a la Sala santiagueña del siglo XVIII y que recién comenzará a aparecer a mediados del siglo XIX. Pero, la existencia de dos mesas, grandes y de patas torneadas, parece indicar la prevalencia de ciertos modos de la cultura popular santiagueña de largas sobremesas sin abandonar el lugar donde se realizaba la comida.
La casa contaba con una atahona propia y para la cocina, el espacio de la servidumbre, dos pailas de cobre y una frasquera con quince frascos.
El vestuario de Josefa. De más está decir que todo lo anterior explica el vestuario de Josefa: cuatro vestidos  importantes, uno entero de brocato encarnado y guarnecido con encaje y franja de Milán, otro de Brocato, uno de terciopelo y otro de tafetán doble. “Catorce camisas de Bretaña ancha las diez con mangas de cambray y todas guarnecidas con encajes de palma las mas y las otras con chambergo; ocho fustanes de Bretaña ancha gaiados con seda y guarnecidos de encajes; y siete tocados de cintas de oro y plata”. Considerando la edad de Josefa es comprensible que llevase tocados y no sombreros, aunque también “ocho corpiños llanos”, cuatro pares de medias de seda y ocho pares de calcetas. También había tres sayas (prenda cortesana en España); “una de brocato azul, dos de sempiterna guarnecida la una con encaje y franja (entendemos de Milán, por descriptivas anteriores) y la otra con encaje solamente”. Tres mantillas de cabeza (“mantellinas”), una era de seda raso de Florencia con forro de tafetán toda guarnecida con encajes blancos finos, prenda usada en España para Semana Santa y las corridas de toros (De La Puerta Escribano, 2008); otra “verdegay” (verde claro) de bayeta[43] y guarnecida; tres cortes de bayeta para confeccionar otras mantillas.
Completaban una serie de joyas: dos sortijas de oro, uno con siete diamantes y otros con seis diamantes y una esmeralda; una perla; “una joya de oro esmaltada y engarzada con esmeraldas y algunos diamantes; otra dicha pequeña con perlas y un rubí; un par de sarcillos con diamantes”. Para guardar sus joyas, tendría una cajita de oro labrada. Todo nos habla de unos productos que solo podían obtenerse a partir de un alto comercio de ultramar (tal vez podamos pensar en intercambios con el espacio chileno) y que solo podían tener algunos escasos miembros de la elite.
Muy intensa debe haber sido la vida social intramuros de los Peñaloza Alfaro para que Josefa luciera semejante vestuario y tales joyas. Visto así, la Sala representa mucho más que el mobiliario, era el lugar de lucimiento, de presentación, de recepción de las visitas, del mostrar-se, del vestir-se, de ser mirada y mirar-se en la mirada del otro. Ese otro para quien la joven Josefa se vestiría, se des-vestiría y se volvería a vestir. Llevaría su cuerpo tapado, como mandaban las normas sociales, pero luciría para ser vista, observada, considerada y ubicada matrimonialmente en el más alto de los niveles sociales que Santiago podía exhibir por esos años.
También debemos considerar que la moda estilo barroco es lo que caracteriza a las prendas que acabamos de describir, muy ornamentadas, brocatos, sedas y encajes, mantillas. Elegancia y distinción, que reflejarían los espejos dorados, son dos conceptos que encuadrarían perfectamente, utilizado para marcar las diferencias sociales con la gente del común que circulaban a diario por la abandonada ciudad, por sus características pero también por los altos costos que esta vestimenta tenía.
El dormitorio principal. Para el espacio más íntimo de la casa, Josefa aportaba un artículo de alto costo y muy significativo dentro del ajuar doméstico y que para el caso español era muy poco frecuente, la cama (Nadal Iniesta, 2006). Tal vez haya sido, como pensamos lo fue en el caso de las mesas por el tipo de trabajo de talla, importadas. En fin, lo cierto es que se ubicaba sobre una “tarima de tablas” que le daba una envergadura especial, pero que también tenía como función el levantarse de la cama y no tocar directamente el piso de ladrillos que recorría toda la casa, porque no encontramos más que una alfombra. Esta cama entarimada tenía dos colchones de coleta, iba acompañada de una cuja[44] dorada con colgadura de damasco y orlas de seda. Posiblemente, algunos de los dieciocho lienzos con advocaciones diversas, fueran para el espaldar, como habitualmente se hacía. Para vestir la cama “seis pares de sábanas, uno de cambray con cuatro almohadas, todo guarnecido de encajes finos, otro de Bretaña ancha en la misma forma y cribadas[45], y cuatro llanas de dicha Bretaña y solo guarnecidas cuatro almohadas”. Como sobrecama, dos colchas. Una de triunfante con forro y guarnecida con franja de Milán” y otra “de Gramilla con forro de […] y cinta volada”.
El espacio de la religiosidad femenina. Para el espacio de la religiosidad privada aportaba “una capilla con retablo dorado, custodia, cáliz, copón, vinagreras, lámpara, incensario, candeleros, aceite, todo de plata”. Allí se ubicarían algunos de los lienzos con “varias adornaciones de la Virgen María, H.S. y Santos” y también un pesebre de una persona muy importante pero cuyo nombre resulta ilegible, estaban destinados a este espacio dedicado a la relación de las mujeres con Dios, y especialmente con la virgen María, cuyo modelo debían seguir como madres y esposas.
La administración. La presencia de “un escritorio de embutido con su mesa” señala la existencia de espacios de administración, que como vimos en la descripción de la casa, se encontraba en una de las habitaciones disponibles. Hasta bien entrado el siglo XX fue habitual en Santiago, el llevar la administración de las estancias o negocios, desde un lugar específico de la casa principal. Lugares que luego cambiaban de función en modo de alquiler, generalmente a agencias estatales[46].
Los negros. Un aporte que nos abre un gran interrogante sobre los modos en que Peñaloza construyó su fortuna, son los negros que aportó para el matrimonio de su hija. Santiago no era un espacio importante para la compra-venta de esclavos, pero estaba en la ruta hacia el Potosí y el porcentaje de negros que habitaron la jurisdicción llegó a ser tan importante, que cabría examinar la posibilidad que el comercio esclavista, todavía no detectado, haya sido una de las vías de la construcción de las fortunas que estamos considerando. El aporte de negros esclavos a su hija nos induce a considerar a Peñaloza como un importante esclavista, pero queda por confirmar todavía, documentación nueva mediante. Los negros fueron cinco, Catalina una bozal de trece años[47]; Francisco de unos veinte años ladino e Ignacia su mujer de unos dieciocho, ambos esclavos; luego tenemos a María Josefa, una negra de 20 años aproximadamente que tenía una hija pequeña llamada Francisca, la suponemos esclavas, pero el documento no aclara nada al respecto. Del total de la dote, los negros llevaban $2.050.
Las tierras y los ganados. Recordemos que El Palomar quedó como herencia de su madre y ésta podía disponer de sus bienes parafernales[48], tenía unas casas que se integran con Sala de dos aposentos, almacén y dependencias inmediatas, más otras oficinas. Luego elementos de laboreo de la propia estancia, un coche corriente con 50 mulas; dos carretones, dos carretas, 50 bueyes, 2.000 cabezas de ganado vacuno, valuadas estas últimas en $8.000.
Por su parte el Capitán Urrejola Izarza aportó $1.000 corriente a Josefa por el honor y su limpieza de sangre, lo que hicieron un total de $35.255, obligándose a no disiparlos, ni enajenarlos si sumarlos a sus propias deudas. Así mismo, si el matrimonio se disolviera por causa de muerte de alguno de los cónyuges, o divorcio según estipulaban las leyes, se comprometía a devolver la cantidad completa a sus suegros o sus herederos. Actuaron como avaluadores, de parte de la familia Peñaloza el Coronel Don Antonio Bazán de Alfaro, y el Maestre de Campo Don Joseph López de Velazco por el de Urrejola Izarza.

3.3.3- Las tierras de los Alfaro-Peñaloza-Urrejola Izassa. De parte de las tres familias hubo adquisición, inversión y explotación de tierras. En principio de los Alfaro, estancias, chacras y solares en la ciudad obtenida la mayoría por merced y otras por compra, pero con el casamiento de Isabel con Peñaloza y el fallecimiento de Don Alonso, el control quedó en manos de Gerónimo de Peñaloza. De todas ellas, las más importantes para nuestro estudio fueron las estancias de Tenené y El Palomar, ubicadas sobre la margen derecha del río Dulce, a unas 28 a 30 leguas hacia el norte de la ciudad de Santiago.
Pertenecían originalmente al Capitán santiagueño Mateo Bautista Palavecino (†1650-1660) cuya viuda las entregó al Convento de Santo Domingo como pago de una deuda[49]. Los padres domínicos las utilizaron para criar ganado mayor y menor, pero las invasiones de las etnias chaqueñas de la década de 1670 y el robo del ganado las dejó deshabitadas[50], hasta que en 1713 el Gobernador Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, en el marco de la guerra ofensiva declarada a los indígenas del Chaco, decidió a controlar y desplazar más allá de las fronteras del Salado a los diferentes grupos indígenas[51]. Para ello le era muy necesario el control militar de la jurisdicción y las milicias que disponía Don Alonso de Alfaro, conjunción de oportunidades e intereses que supo aprovechar Alfaro solicitando al gobernador la entrega una merced de 20 leguas² en el antiguo espacio de Tenené y Palomar. Este trámite se realizó no solo con gran rapidez sino “a perpetuidad”, lo que es absolutamente extraordinario en el marco de la entrega de tierras y si bien no hay explicaciones de las autoridades al respecto, entendemos que el Gobernador entregaba esas tierras bajo estas inusuales condiciones a cambio de que allí se instalaran los recursos militares que Alfaro tenía a su disposición con lo que contribuiría a la pacificación de la zona. El interés final era el control de la corona sobre el antiguo Camino del Palomar con la totalidad de la circulación mercantil transitando por el mismo, rumbo norte-sur-norte, histórico y de la mayor importancia fiscal para Santiago.
Tenené poseía importante cantidad de ojos de agua y la hacían inmejorable para la cría de ganado, el Palomar era una tierra extraordinaria en pasturas. Alfaro instaló su vivienda en la primera y organizó corrales para el control del ganado. Su presencia permanente en el lugar, activó el tránsito de las carretas por el antiguo camino haciendo de ambas estancias paradas obligadas para el reabastecimiento, en una muy interesante combinación de potencialidades económicas y financieras, tanto para el Cabildo de Santiago como para la economía familiar de los Alfaro y para beneficio del Capitán Urrejola, quién mantuvo allí las guarniciones militares que controlaban el tránsito y se beneficiaban con el abastecimiento de animales y pasturas. Lo que significa que alrededor de estos parajes debía de haber un intenso comercio de materias primas para el abastecimiento y también de artesanos que trabajaban en la reparación de carros, carretas y otros objetos que la tropería necesitaba.
Alfaro falleció en 1726 y para 1732 nuevas invasiones indígenas diezmaron las haciendas, destruyeron sembrados además de las reducciones jesuíticas sobre el Salado que se retiraron a Pitos, Esteco Viejo, Fuerte del Rosario y otros parajes actualmente en la provincia de Salta. Mientras que el Fuerte de Balbuena fue desasistido y terminó desapareciendo (Achával,1998:170-172). El Camino del Palomar menguó el tránsito de tropas de carretas y recuas de mulas, dando origen a un largo litigio con la ciudad de San Miguel de Tucumán que reclamaba el tránsito por su territorio[52]con el fin de obtener los beneficios fiscales correspondientes. Cuando Santiago fue declarado “puerto seco” y se prohibió transitarlo, las estancias dejaron paulatinamente de ser redituables, e Isabel de Alfaro, vendió Tenené al tío del esposo de su hermana, el Maestre de Campo Juan José de Paz y Figueroa Ibáñez del Castrillo en $3.000. El Palomar quedó en poder de los herederos de la familia Alfano de Peñaloza como uno de los bienes que Josefa aportó al matrimonio y por lo mismo fue administrada por su esposo Esteban Urrejola Izarza. Si bien Santiago ganó finalmente el pleito a Tucumán en el Camino del Palomar fue reabierto oficialmente, la producción en las estancias fue en principio fluctuante y luego decayendo como para que la familia decida desprenderse de ellas. El comprador de Tenené adquirió el Palomar y unificó ambas estancias, falleciendo en esta última en 1767[53].

6- La actividad capitular de Urrejola. El Cabildo comienza los autocontroles. Entre el matrimonio con Josefa y el nacimiento del primer hijo, Esteban realizó una carrera capitular muy importante, llegando a ser el Tesorero Juez Oficial Real y controlar fiscalmente toda la jurisdicción.
Los criollos no se habían mostrado hasta el momento demasiado preocupados por llevar los controles fiscales de modo ordenado y los libros que se conservan en el AHSE dan cuenta de ello. En tanto éstos los involucraban en su calidad de grandes comerciantes, importadores y distribuidores, encomenderos y parientes, podemos pensar en una trama de condescendencias con las deudas cuyos pagos renovaban y volvían a renovar. Al no controlarse, no ingresaba dinero al Ramo de Propios, el único con que contaba el Cabildo para sustentarse, y las quejas por la pobreza de la institución eran permanentes. A pesar que la documentación disponible es bastante escueta, no deja de llamar la atención que para cuando Urrejola Izarza llegó a la ciudad algo se empezó a mover, los capitulares comenzaron a poner en superficie éstas cuestiones, se preocuparon y se propusieron ajustar los números[54]. No hizo falta que el agente borbónico ingresara formalmente al Cabildo.Su sola presencia instaló una suerte de mirada externa anticipatoria de un orden financiero en ciernes para esta ciudad del confín imperial.
Fueron tres los espacios sobre los que obraron casi inmediatamente los controles capitulares: las pulperías, el abasto urbano de carne y los juegos y diversiones[55]. Las pulperías conformaron un núcleo sobre el cual el Cabildo puso el mayor de los esfuerzos fiscalizadores posibles, en el marco de un generalizado desorden en los precios, pesos y medidas de los productos básicos para el consumo de la población; en los registros y aportes que hacía muchísimos años que no cobraban.
Pero también la provisión de carne, o el abasto, era vital para la vida de la ciudad. A comienzos de 1732 el Procurador General de la Ciudad Capitán Francisco de Argañaráz y Murguía (h) solicitaba que se autorizara el establecimiento de una carnicería[56], con lo que los espacios de faenamiento eran las horquetas de los árboles más grandes o las calles mismas de la ciudad, como lo mostraron documentos de mediados del siglo XIX. Unos meses más tarde, Don Gerónimo de Peñaloza viajaba a su estancia de Tenené a entregar 1.333 cabezas de ganado de su propiedad al Maestre de Campo Gerónimo de Frías, acompañado de un juez competente para presenciar la transacción.A $3 por cabeza, el Cabildo pagaría un total de $4.000[57], con lo que encontramos en Peñaloza al único proveedor del estado. Saguier (2005) explica que en las ciudades coloniales resultaba bastante habitual que los Cabildos buscaran tener un solo proveedor responsable que les asegurara el menor precio en la provisión. En este caso, el Alcalde Provincial de la Santa Hermandad Propietario, aseguraba el mejor precio posible. ¿Por qué estamos tan seguros de esto? Porque en el mismo año, su yerno Urrejola Izarsa comercializaba las 2.000 cabezas de ganado que había aportado su esposa por la Carta Dotal, al “mercader, tratante y el presente residente en Santiago del Estero” Martín de Sarría, por un precio de $3,5 por cabeza y un costo final de $7.000[58], $1.000 menos de lo que había sido avaluado menos de un año antes. Pero el acuerdo estipulaba que Sarría no entregaría plata contante y sonante sino mercaderías de dos tipos, por un valor de $5.000 varas de ropa de la tierra a 8 reales la vara, y por los $2.000 restantes otro tipo de géneros a un valor de 8 reales. Urrejola Izarza tomaría todo el mes de junio para reunir los animales y el intercambio se realizaría uno contra entrega del otro. Con lo cual estamos frente a una venta entre privados con mayores beneficios para el vendedor que en la venta realizada por su suegro,y a un Urrejolarápidamente ubicado como comerciante e intermediario. Por el tipo de géneros que Sarría intercambiaba, la opción de venta era el Alto Perú. Cabe aquí considerar las investigaciones de Assadourián (1982) sobre la desmonetarización del espacio tucumano al declinar la producción de plata en el cerro de Potosí, falta de monedas de plata que llevaban al intercambio, ganado por géneros en esta oportunidad. Y el Cabildo aceptaría la cera como medio de pago de las cargas impositivas.
Cuando Urrejola Izarsa ingresó al Cabildo en 1733 como Alcalde de 2° Voto, la institución estaba en el proceso final de cooptamiento por parte de las elites criollas y los cargos eran mayoritariamente en propiedad o arrendados[59]. Él hará lo propio unos años más tarde. Estos datos devienen en una buena base para pensar como en las tres décadas siguientes en que los agentes borbónicos van arribando con mayor frecuencia, ese poder criollo efectivamente se va consolidando y montando en una cada vez más cerrada trama reticular de familias en el poder.
Su presencia en la ciudad aseguraba el funcionamiento permanente de un encargado de justicia. He aquí un acto que podemos de interpretar como de intereses mutuos y conveniencias recíprocas[60]. Entre medio de sus actividades militares, reingresará para el mismo cargo en 1738 ejerciendo en la práctica las funciones de Alcalde de 1er. Voto por la larga enfermedad de su titular el Maestre de Campo, Gobernador de Armas y Capitán de Guerra Gaspar Juárez Babiano[61].
En 1738 Urrejola logró un excelente afianzamiento en el Cabildo accediendo al cargo de Teniente Tesorero Juez Oficial Real[62]. En un año donde ninguno de los capitulares nombrados estaba en la ciudad y se los buscaba en sus estancias con chasquis para que bajaran a tomar posesión y brindaran juramento, el Cabildo le encargó recaudar la derrama para el Real Palacio[63], cuya cantidad para la jurisdicción era de $200 y no habían encontrado aún la forma de reunirla.
De modo que en el marco de las mejoras del sistema fiscal recaudatorio, devino en el primer agente recaudador borbónico de toda la jurisdicción santiagueña, desde la frontera del Salado al Dulce hasta Esteco, por el Camino del Palomar y Tenené. En esos controles tuvo serios enfrentamientos con los grupos locales poco dispuestos a sujetarse a las normas, particularmente el liderado por el Maestre de Campo Joseph López de Velasco y su familia, a quien las recaudaciones parecían caerle en bolsillo propio y prestar ninguna atención a los reclamos de las otras autoridades para que rinda los dineros recaudados[64].

6.3- Finalmente Urrejola accede al oficio de Regidor 24 por Remate[65]. En 1739 uno de los cargos de Regidor 24 se hallaba vacante y Urrejola Izarsa se propuso para cubrirlo en arrendamiento de $25 plata por tres años hasta que pudiera adquirirlo a perpetuidad, solicitando acceder a todas las prerrogativas, privilegios y excepciones del que gozaban los 24, con voz y voto en el Cabildo. Un documento muy interesante ya que escasamente podemos acceder a alguno en el que se narre con tanto detalle el procedimiento de los pregones y el otorgamiento del título, haciendo partícipe a la sociedad y al espacio de centralidad urbana en un espectáculo barroco. Entendiendo con Daudy (1970:11-16) a la fiesta barroca como una clara expresión política en la que se manifestaban la gloria y el prestigio y con Norberg-Schulz (1972:12) la visibilidad del triunfo del sistema, siendo altamente educativos particularmente con los analfabetos, esa gente que se juntaba para mirar.
Entre el 9 y el 16 de octubre de 1739, el indio pregonero Benito realizó los ocho pregones de rigor, diciendo cada vez y en tres oportunidades  “veinticinco pesos dan en cada un año por el Oficio de Regidor veinticuatro de esta ciudad en arrendamiento por tres años ¿hay quien puje? ¿hay quien dé más? Porque se ha de rematar en el mayor postor…” mientras caminaba las calles alrededor de la plaza acompañado de un tamborilero con redoblante para convocar a la gente, como se hacía habitualmente cuando daban a conocer Bandos o documentos de importancia pública. Concluida cada jornada firmaban el Acta correspondiente el Escribano del Cabildo Joseph González de Rojas y dos testigos. Al final de los ocho días, no hubo mejor postor y el Tesorero Juez Oficial Maestre de Campo Rodrigo López Caballero, confirmó a Esteban y se otorgó la escritura de fianza el 27 de octubre. Fueron sus fiadores los Maestres de Campo Don Gregorio de Cisneros y Don Antonio de Bazán de Alfaro, quien debía ser ya un hombre grande porque hacía negocios con Alfaro.
La toma de posesión de un Regidor 24 era uno de los actos capitulares que se hacían con presencia de público, era la gente presenciando en la plaza y a las tres de la tarde un espectáculo en el que actuaban como testigos. Otra vez el indio Benito repitió por tres veces el pregón y siendo Esteban Urrejola Izarsa el único postor se le entregó la escritura dejando una copia en la Real Caja. Finalmente, aquel capitán que vimos llegar a fines de la década del 20, diez años más tarde obtenía su mayor puesto político en el Cabildo y de mayor prestigio en la sociedad santiagueña. En medio de un escenario de teatralidad barroca, de procesiones, jerarquías expuestas a la visibilidad del pueblo como expresión del poder, podríamos considerarlo como un acto teatral, que en la mirada de García Galindo (…) era el “nexo entre las elites del poder y las distintas capas sociales”.

Intereses familiares-intereses capitulares. Cuando los límites se borran. Entre los varios documentos que pueden explicar esta situación, seleccionamos uno del año 1732 y otro de 1750.
En el primero los actores son Don Gerónimo Peñaloza, su esposa Doña Josefa Alfaro de Peñaloza, su yerno el Alcalde de 2º Voto Capitán Don Esteban Urrejola Izarsa, el consuegro de Peñaloza, Alcalde de 1er. Voto Don Thomas de Ibarra, y del otro lado un deudor de Isabel, el Maestre de Campo Don Gregorio Riveros[66] a quien le había prestado $1.500 en plata acuñada acordando su devolución en mulas. Pasados cuatro años y ante la imposibilidad de cobrar la deuda, Peñaloza interpone una demanda, cuyo desarrollo muestra a la familia Peñaloza-Alfaro-Urrejola en plena acción de defensa de sus derechos particulares utilizando para ello todo el aparato del poder del cual formaban parte. La influencia de Peñaloza y del apellido Alfaro hizo que el gobernador impartiera la orden tajante de cobrar el dinero, poner preso a Riveros y confiscar todos los bienes, muebles y raíces para ser vendidos en pública almoneda hasta cubrir los daños por el atraso de dos años y medio en la devolución y las costas del juicio $500 que aplicaba corrientemente el Gobierno[67]. Era el peso del poder que se ejecutaba sin miramientos. En defensa de la familia Peñaloza Alfaro actuó Urrejola Izarsa. Efectivamente Riveros fue llevado preso y dejado en la cárcel pública hasta que le llevaron a Peñaloza el dinero adeudado más intereses que sumaron $2.800, luego su esposa decidió que parte del mismo lo entregaría al Procurador del Colegio de la Compañía de Jesús.
El segundo documento es de 1750 y nos muestra a Estaban de Urrejola Izarsa en plena actividad de recaudación en toda la jurisdicción como Tesorero Juez Real. Este documento pone en superficie los conflictos surgidos a raíz de negocios entre Esteban y Félix, hermano de Isabel, quien parece haber sido un hombre un poco serio en sus negocios. En 1748 Esteban le había prestado a Félix 317 libras de cera y unos géneros como favor personal con la promesa de devolverlo con la recaudación del trabajo personal de los indios de Inquiliguala que tenía encomendados. Una cuestión a considerar, para 1750 todavía existía el trabajo personal de los indios encomendados en la frontera del Salado. Dos años después y con la deuda impaga, Urrejola solicitaba al Cabildo una comisión para ir hasta el Salado donde encuentra (digamos que algún conocimiento tenía al respecto) con un tal Ríos y dos peones conduciendo tres cargamentos de miel. Inmediatamente pidió el embargo judicial sabiendo que pertenecían a su cuñado y con la intención de cobrar su deuda. Esto originará un intenso juicio en el que se ventilan los modos de operar comercialmente del hijo de Peñaloza y las mentiras y enredos al momento de pagar las deudas. Con lo que entendemos por qué Peñaloza le dio un poder especial a Esteban en 1733 para administrar todos sus bienes. Finalmente, un Esteban enérgico al que ninguna autoridad lo detiene y muy parecido a su suegro y a Don Alonso de Alfaro, que terminó acusando al mismo juez, también de origen borbónico, García de Villegas Apoderado de Félix, de obstruir la justicia y de perjudicar sus intereses. Efectivamente, la lectura del juicio mostró cómo el Juez intentaba proteger a Félix dilatando la resolución con declaraciones de unos y otros y otros. Al final del año Esteban recuperó la cera, humilló a su cuñado haciendo que llegar a golpear la puerta de su casa rogándole que pagara las costas del juicio por insolvente y negándose a hacerlo, y a un juezque para evitarse mayores conflicto entre Urrejola y el descarriado Peñaloza, cede en la cobranza delas costas del juicio, del papel y los sellados, aún ocasionando perjuicio para el Cabildo. Esto nos muestra casi un hilo conductor en las formas y los modos de administrar el poder y las influencias desde Alonso de Alfaro, pasando por Gerónimo de Peñaloza y terminando (en este período) con Esteban de Urrejola Izarsa.

Palabras de cierre. Llegamos al final de un artículo que necesitó un intenso trabajo de archivo, para una época compleja en los registros santiagueños. Pero muy dispersos y lentamente, fueron apareciendo algunos documentos de comienzos del siglo XVIII, que registramos minuciosamente para ponerlos a dialogar, en diversos planos y temporalidades y así comenzar a construir una/s historia/s familiar/es de tres generaciones, los Alfaro, los Peñaloza y el Capitán borbónico Esteban de Urrejola Izarsa arribado a fines de la década de 1720. Concentramos entonces nuestro estudio en las familias con las que se relacionó mediante su matrimonio con Josefa Peñaloza tomando solamente la rama familiar que nos condujo a Urrejola Izarza, dejando para un estudio posterior las ramas paralelas de las mismas.
Tras las huellas de estas familias en el AHSE y en el AGN, estos registros nos desafiaron una vez, y otra y otra, a tratar de comprender los órdenes económicos, familiares y relacionales que desarrollaba la elite santiagueña cuando los borbones ingresaban a la historia de España. Relaciones de familias de origen sevillano arribadas en las postrimerías de la Casa de Austria, con familias de historias arraigadas en la conquista y la colonización del territorio santiagueño, a las que sumamos el primer agente del nuevo orden borbónico y la novedad de las redes guipuzcoanas operando desde el comercio y el ejército, que deja, por supuesto, abierta toda una nueva línea de investigación. Conjunción de transversalidades que puso, necesariamente, sobre nuestra mesa, la genealogía foucaultiana, para trabajar con unos documentos que requerían varias y lentas lecturas; necesarias transcripciones; con distintos disparadores e interacciones que iban construyendo unas realidades sociales con lo dicho, lo silenciado y algunos pequeños resquicios operando a modo de inferencias.
Nos instalamos, entonces, en un escenario que transcurre entre 1700 a 1750,  en el que el matrimonio Urrejola Peñaloza y la actividad capitular de Esteban se convertirán en el final de la historia. Fuimos ahondando en las formaciones familiares con las que se relacionó, ubicadas por historiografía clásica como las más importantes, poderosas e influyentes, económica, política y socialmente, pero sin ninguna fundamento documental. Decidimos ir hacia el fondo de esa “importancia” mostrando los juegos de relaciones y de poderes que, hacia el final del trabajo, nos permitirán justificar la relación del joven borbónico con la cumbre de la elite santiagueña. Y contrastar las realidades familiares con los contextos en las que estaban insertas, de allí que le dediquemos un extenso desarrollo a indagar la vida en la ciudad a comienzos del siglo XVIII. Una sociedad oscura y pobre y unas pocas familias muy enriquecidas y detentando todo el poder. Historia que en el devenir de los tiempos, tampoco difiere mucho de la actualidad, con lo cual tenemos allí unas huellas históricas que corren, imborrables, bajo la piel de la sociedad santiagueña.
Trabajar sobre la familia de Don Alonso de Alfaro nos orientó a dar los primeros pasos para pensar las relaciones sociales y comerciales que estableció y desde allí los negocios de la arriería, el comercio con ganado, la adquisición de tierras, el fletamento de carretas con distintos tipos de productos. Todos relacionados y dentro del espacio tucumano y altoperuano, con  lo cual pudimos comenzar a develar las potencialidades de una zona periférica conexa, por sus producciones y abastecimiento, al Cerro Rico de Potosí, circulaciones de mercancías en las que no era para nada ajena la frontera del Salado, el confín del Imperio hasta mediados del siglo XIX, en la cual se mantenían las formas de producción, particularmente las textiles, como al comienzo de la conquista, y las relaciones de servidumbre personal de los indígenas, a pesar de todas las prohibiciones reales.
Con los análisis desarrollados a lo largo del trabajo, concluimos que la base de la enorme fortuna que luego proseguirá aumentando su yerno Gerónimo de Peñaloza y de la que sacará buen provecho Esteban Urrejola Izarsa, la construyó Don Alonso de Alfaro, Caballero de la Orden de Santiago, casado con Manuela Alba de Bravo Zamora, ligada a los conquistadores y colonizadores provenientes de Sevilla. Historia de importantes negocios basados en relaciones comerciales desde las familias españolas enriquecidas con el comercio de ultramar, de oportunidades inteligentemente aprovechadas y no exentas de sacrificios personales. Además de la operatoria dentro de las nuevas redes militares y comerciales vascas que para Santiago operaban haciendo pie en el gobernador Urízar y Arespacochaga, su pariente el gobernador de Buenos Aires y los recursos militares y económicos de Alfaro.
La historia de Gerónimo de Peñaloza, fue un tanto más difícil de abordar y solo pudimos hacerlo a partir de casamiento con Isabel de Alfaro. Aparece con una construcción capitular muy importante, en la que podemos ver por detrás la mano de su suegro, y como los negocios los van ligando y aportando a la fortuna mayor, de la que se hará cargo luego de la muerte de Alfaro, así como de la administración de las estancias de El palomar y Tenené que jugaron un rol central en la defensa de las fronteras y de abastecimiento. Tanto los orígenes de Peñaloza como los de sus negocios, requerirán en el futuro de estudios más profundos en la medida que surjan nueva documentación.
La presencia Urrejola Izarsa en Santiago fue otro gran desafío. Sin mayores datos que nos permitan ubicarlo, saber qué hacía en Santiago a finales de 1720, así como sus orígenes guipuzcoanos, orientó nuestra investigación hacia las redes de familias vascas que se incorporaron a la Corte de Felipe V, la formación de los nuevos cuerpos de ejército en directa relación con redes comerciales, y como este cuerpo de cuestiones se trasladó a Santiago y los roles que jugaron en ella Alfaro, Peñaloza y Urrejola Izarsa.
Ahora, cuando analizamos el matrimonio de Josefa Peñaloza Alfaro con Urrejola Izarza, siendo ella muy joven, y a través de la Carta Dotal otorgada en 1731, nos dimos de frente con unos modos de vida de lujo y ostentación que estaban muy lejos de aquel concepto de austeridad propio de la elite local, que impregnó las escrituras provinciales, y en honor de la verdad hasta las propias, que rápidamente pusimos en reconsideración, particularmente por los contextos que los contenían y trágicamente cargaban de sentido. Y como fondo de las historias de la vida de las familias de la elite colonial, operando el barroco con toda su carga de ostentosidad, lujo y exposición de poder.
Pero también nos interesó analizar el impacto que produjo este primer agente borbónico en la ciudad de Santiago portador de las primeras acciones de las Reformas. A partir de una carrera muy impresionante en el Cabildo, otra vez impulsado por su suegro ingresando directamente como Alcalde de 2° Voto y en los próximos siete años (hasta el nacimiento del primero de sus doce hijos) llegó a ocupar el cargo de Tesorero Juez Oficial Real, con un Cargo de Regidor 24, primero en alquiler para luego ser comprado y controlando fiscalmente la totalidad de la jurisdicción. Económicamente disfrutando de las dulces mieles de la herencia recibida, pero para nada incrementada, sino más bien, lo que se observa es un decrecimiento lento pero no pausado. Claro que eran otros los contextos, otras las posibilidades, otras las relaciones comerciales que se tornan como mucho más acotadas territorialmente.
Con Urrejola veremos la operatoria de las tres familias utilizando en la defensa de sus intereses particulares, toda la estructura del estado a su favor, sin miramiento alguno. Y en ellas, un conjunto de prácticas y lógicas de acción a las que no se le animaban a contradecir ni los propios gobernadores, reconociendo en ello la primacía absoluta del capital social, político y económico de las familias Alfaro-Peñaloza-Urrejola Peñaloza. Modos y prácticas propias de los hombres de las familias que se van repitiendo, pero que a medida que estos fallecen son tomadas por las mujeres que actúan como cabeza de familia.
La formación de la numerosa familia Urrejola Peñaloza, las relacionas matrimoniales principalmente de sus hijas, fueron dejados para un próximo trabajo, sobre todo porque los contextos en que éstas se desarrollan son completamente diferentes al de la primera mitad del siglo XVIII y porque el estudio requiere el tratamiento de doce formaciones familiares diferentes.



Documentación
AHSE, Secciones Tribunales, Hacienda y Asuntos Generales y Tribunales
AGN Salas IV y IX
ACSE, Tomo I, Años 1554-1747, Academia Nacional de la Historia, Argentina.

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[1] En adelante: AHSE
[2] En adelante: AGN
[3] En adelante: ACSE
[4] Tomamos las transcripciones por que actualmente se encuentran perdidas.
[5] Las clásicas producciones de Luis Alén Lascano (1992), o José Néstor Achával (1998) propusieron una mirada más precisa sobre la acción de los grandes hombres religiosos y gobernantes; las transcripciones documentales de Andrés Figueroa (1920-1929/1927) marcarán puntos de interés sobre las familias patricias de la colonia, la frontera y sus poblaciones, y Orestes Di Lullo (1949, 195a-b, 1966) proponiendo algunas cuestiones del pasado heroico de la noble y leal ciudad, profundamente afectada por la modernidad, externa y ajena, generaron un cuerpo de pronunciaciones que fijaron ciertas y determinadas representaciones que se instituyeron en verdades consagradas sobre ese pasado (Rossi,2011).
[6] Para una historia más completa del traslado de la Catedral a la ciudad de Córdoba ver: Isabel Castro Olañeta y Sonia Tell, “De Santiago del Estero a Córdoba: proyectos y conflictos en torno al traslado de la catedral y de la sede episcopal a fines del siglo XVUU", en: Cifra, Revista de Cultura Nº 48, UNSE, Santiago del Estero. http://fhu.unse.edu.ar/carreras/rcifra/c4/8ola-tell.pdf
[7] Carta del gobernador Urízar de Arespacochaga al rey, del 22/11/1708, en: Achával, José Néstor (1988:163) Historia de Santiago del Estero. Siglos XVI-XIX, Ediciones de la Universidad Católica de Santiago del Estero, en: Rossi, Banzato (2013). /Legname, Rossi, Ruiz (1997).
[8] AGN-Sala IX-XII-02-03-Documento del año 1728 en que el Capitán Don Felipe de Herrera solicitaba al Cabildo el arrendamiento de un lote colindante con la Ranchería del Convento de San Francisco para vivir en la ciudad, tenía una familia numerosa y deseaba establecer su residencia como su Majestad lo mandaba, pero no tenía el dinero suficiente para comprar un lote y mucho menos céntrico.
[12] Cuando llegó a Santiago, gobernaba interinamente el Maestre de Campo Don Alonso de Alfaro. Su actividad capitular se desarrolló durante las gobernaciones de Juan de Armasa y Arregui (1732-1735), Matías Ángeles Lizarazu (1735-1739), Juan de Santisso y Moscoso (1739-1743) y Juan Victorio Martínez de Tineo (1749-1754).
[17] figura en el Censo de 1608 con 45 años y 20 de vecindad.
[18]Censo de 1608. “Asi-dixeron”
[23] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 197, Expte.68/Legajo 11 bis, Expte.78 y 82/Legajo 2, Expte.30.
[24] Para un estudio más importante del negocio de la arriería andina, ver: Viviana Conti y Gabriela Sica “Arrieros andinos de la colonia a la independencia”, en: https://nuevomundo.revues.org/60560  y la bibliografía específica de su consulta.
[25] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 197, Expte.68.
[26] Jujuy era el punto de reunión del ganado vacuno que tenía como eje de desarrollo económico el espacio económico peruano, la minería potosina y el sur de Bolivia. En ese espacio, Jujuy jugaba un rol de centralidad importante, así como lo tendrá Salta en el mercado mular. Garavaglia (1999) advertía una temprana orientación mercantil de los mercados bonaerenses y litoraleños ganaderos y los envíos de animales en pié al Perú, y a pesar de no dar números concretos, habla de cantidades que “está[n] lejos de ser despreciable[s]”. Con lo que Santiago estaría enlazando diversos circuitos mercantiles muy interesantes para una próxima línea investigativa. También ver: Garavaglia, J.C. “Los textiles de la tierra en el contexto colonial rioplatense ¿una revolución industrial fallida”. En: http://www.unicen.edu.ar/iehs/files/003%20-%20Garavaglia,%20Juan%20Carlos%20-%20Los%20textiles%20de%20la%20tierra%20en%20el%20contexto%20colonial%20rioplatense...pdf. Fecha de consulta: 12/10/2015.
[27] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 11-Expediente 78-Año 1703.
[28] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 9-Expediente 30-Año 1732.
[30] Debemos advertir que es el año de 1727 cuando comienzan las Actas Capitulares de Santiago del Estero, nuestra fuente institucional más importante.
[31] Dos Regimiento de Infantería de la Guardia, la Guardia de Corps (1705) y la Compañía de Carabineros Reales (1732). A estos fueron venal y directamente los hijos de las nuevas elites.
[37] AHSE-Testamento de Domingo Ferrando-Año de 1760-Santiago del Estero.
[38] Nació el 13/10/1750 en San Sebastián y † el 18/04/ 1781 en San Salvador de Jujuy.  Era hijo de José Gorostiaga y María Amézaga. http://genealogiafamiliar.net/busqueda/buscar-personas ID I89928.
[40] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 7 (bis)-Expediente 111-fs. 5
[41] AHSE- Plano de Santiago del Estero, Año 1870, Escala 1:2.500 Varas, Copia del Plano del Ing. Juan Hildebrand, Santiago del Estero, Marzo de 1988. Dibujado por R. I. Luna.
[42] ACSE-Tomo 1- Años 1554-1727-pp.62-175.
[43] Tela artesanal de lana de oveja tejida en telar. En: http://asociacion.ciap.org/article.php?lang=es&id_article=58
[44] Según el diccionario de la RAE “cuja” proviene del francés “couche” y refiere a la armadura de la cama.
[45] De todas las posibles definiciones de la RAE, “cribadas” refiere a ser rigurosamente seleccionadas.
[46] Ejemplo de ello es la habitación del frente a la izquierda de la puerta principal de dos grandes hojas, de la casa Díaz Gallo, uno de los borbónicos llegados en la década de 1770 y que heredó la casa de los padres de su esposa, donde funcionó hasta hace un año y medio el Museo Histórico Provincial “Dr. O. Di Lullo”. Desde la administración de los negocios familiares, el primer destino de esta habitación fue el de Correo de Postas y Mensajerías.
[47] Daniel Vidart- “Negros bozales y negros criollos”-http://www.bitacora.com.uy/noticia_4137_1.html “Negros bozales y negros criollos”. [se llama así al]  negro cuando recién desembarca en los puertos de América y que todavía habla su lengua materna, tal como lo afirma el gramático español Covarrubias. Cuando aprende español o portugués el bozal se latiniza: es decir, se convierte en ladino.
[48] http://www.fmmeducacion.com.ar/Bibliotecadigital/Lavrin_mujer.pdf - Lavrin, Asunción (1990), “La mujer en la sociedad colonial hispanoamericana”, Capítulo 4, Tomo 4 América Latina Colonial, población, sociedad y cultura-en: Leslie Bethell (edit.) (1990)Historia de América Latina- Editorial Crítica-Barcelona.
[50] Archivo Gráfico de la DGCSE, Departamento Jiménez, Duplicado de Mensura Nº 68, Estancia Tenené, fls. 27-47. En: Héctor Francisco Peralta Puy y Martín Osvaldo Carmona, “El Camino Real del Palomar en los siglos XVII y XVIII. Santiago del Estero y Tucumán”, Revista de la Fundación cultural de Santiago del Estero, Nº 57, diciembre 2013, pp. 74 a 82.
[51] Figueroa, Andrés (1925) Revista del Archivo de Santiago del Estero -Tomo IV - Nº 6 – Imprenta Molinari – Santiago del Estero. Documentos de 1709 y otros.
[52] ACSE-Tomo 1 (1.727-1.747:93-110-122). 
[53] Fue Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de Santiago, desempeñó varios cargos capitulares como Tesorero Real. Era Encomendero y llegó a ser un hombre muy acaudalado, con lo cual tenemos claros ejemplos de negocio de tierras entre los propios miembros de la élite capitular, que sobre una población muy pobre, eran muy acaudalados.
[54] AHSE-Sección Hacienda (1720-1790)-Libro General de Tesorería-(Carpeta 1720-1766)
[55] Estas cuestiones serán objeto de un desarrollo más pormenorizado en una próxima investigación.
[56] ACSE Tomo 1 (1554-1747:221)
[57] ACSE Tomo 1 (1554-1747:227)
[58] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 7-Expediente 18.
[59] AHSE-Libro General de Hacienda Nº 1 - Sin tapa con indicaciones de fecha de inicio -
[60] El día 17 de enero llamaron formalmente, le tomaron juramento como Alcalde de 2º Voto y lo pusieron en posesión. Firmaron el Acta correspondiente Don Joseph Díaz Caballero, Don Joseph López de Velasco, Don Jerónimo de Peñaloza y el propio Esteban[60] y en todas las reuniones del Cabildo de ése año, el tándem Peñaloza-Urrejola se encontraba presente.
[61] ACSE-Tomo 1 (1554-1747) – pp. 307
[62] AHSE-Sección Hacienda-Libro Caja-Fs.111.
[63] Derrama: contribuciones que daban a la corona los súbditos cuando España estaba en guerra con un país extranjero.
http://www.wordreference.com/definicion/derrama: reparto de un gasto eventual o contribución entre los vecinos de una comunidad o población.
[64] ACSE-Tomo 1 (1554-1747) – pp. 327-328.
[65] AHSE-Sección Asuntos Generales-Legajo 1 (1703-1737)-Expediente 47.
[66] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 8-Expediente 32.
[67] Al momento del inventario a los fines de embargo, lo que aparece es un Maestre de campo con una vida más que modesta, pocos bienes y algunos objetos que podían indicar cierto nivel de prestigio. Apareció un libro de cuentas, unas obligaciones de pago y otras a su favor; una estancia poblada de ganado mayores y menores en unas 500 cabras y ovejas; otros 500 vacunos; 150 mulas; 20 caballos mansos y otras tantas yeguas mansas; 20 bueyes madrinas; luego la casa con dos corredores; corrales; 300 fanegas de trigo nuevas; once fardos de trigo; una chacra de maíz que está en merced; 800 libras de cera blanca; 400 libras de ropa de la tierra; dos cajas con cerradura conteniendo los vestidos de su esposa; dos carretas usadas; una fuente, cuatro platos y cucharas todo de plata (no había tenedores ni cuchillos); dos pares de candeleros de bronce; dos bastones con sus casquillos de plata; dos romanas una grande y otra chica.