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domingo, 3 de diciembre de 2017

REDEFINIENDO LAS FRONTERAS Y LAS FORMAS DE OCUPACIÓN DE LAS TIERRAS DEL ANTIGUO COPO EN SANTIAGO DEL ESTERO (DESDE EL SIGLO XVI A MEDIADOS DEL XIX)




MARÍA CECILIA ROSSI** mcrhecker@gmail.com 
GUILLERMO BANZATO** gbanzato@fahce.unlp.edu.ar 

1. Introducción
El antiguo Matará y el antiguo Copo son las dos grandes divisiones de la provincia de Santiago del Estero a partir del eje vertebrador del río Salado del Norte. Los estudios exhaustivos que realizáramos sobre el primero, nos permiten ahora pensar ambos espacios como un solo territorio que atravesó diferentes procesos con respecto al reparto de las tierras pertenecientes a antiguas comunidades del Chaco, por parte de las autoridades imperiales primero y el Estado independiente después.
Sin dudas, el estudio del impacto de la ocupación y reparto legal de tierras en el largo plazo es un insumo necesario (aunque no suficiente, claro) para comprender la situación de marginalidad de estas regiones en el sistema imperial y luego con la incorporación al capitalismo en los siglos del periodo independiente. El éxodo permanente e inmemorial de habitantes de Santiago del Estero tiene una parte de sus raíces en esa conformación territorial desigual, que hasta fines del siglo XIX se expresó en las estancias ganaderas (Rossi y Banzato, 2013) y la persistencia de la recolección como complemento para las familias campesinas (Taboada, 2013 / Farberman, 2006), luego se avanzó sobre el monte hasta devastarlo (Girbal, 1982; Tasso, 2007; Di Lullo, 1937-1999) y hoy tiene su más alta expresión en el despojo violento a los campesinos en pos del avance de los agronegocios (Aranda, 2011a y b; Paz y Jara, 2014). La misma delimitación de la línea que separa a las provincias de Salta y Santiago del Estero fue acordada en época reciente, durante la última dictadura militar,[1] y debió ser reafirmada en 2007 ante la falta y el corrimiento de mojones,[2] indicativo de un uso y abuso ancestral del territorio al que el Estado parece llegar siempre tarde.
Un estado del arte de alcance nacional sobre la ocupación del espacio y la entrega de tierras desde la colonia a fines del siglo XIX es una empresa que necesita de un equipo de investigación y un libro entero. Vamos a limitarnos, entonces, al territorio de Santiago del Estero, con algunas referencias al Gran Chaco, comprendido por el este de Tucumán y Salta, Santiago del Estero, Chaco, Formosa y el norte santafesino (Girbal-Blacha, 2014: 195).
Los trabajos sobre el período prehispánico en Santiago del Estero definieron un patrón de asentamiento a lo largo de los ríos, cuyos cambios determinaron las posibilidades de sobrevivencia, representadas por la utilización de montículos para protegerse de las inundaciones y de pozos en el lecho para buscar agua en épocas de sequía; las unidades familiares no excedían los 5 o 6 miembros, cuya economía se basaba en la siembra de maíz complementada con recolección de semillas, caza y pesca. Se ha encontrado también una incipiente división del trabajo a partir del tejido y la alfarería (Lorandi y Lovera, 1972) y la persistencia de la recolección se ha documentado desde el período prehispánico hasta el avance de la destrucción del monte chaqueño  (Palomeque, 2000 y 2005 / Cione y Lorandi, 1972 y 1979 /Farberman, 2006). Durante la conquista, los pueblos de indios que se institucionalizaron con las Ordenanzas de Alfaro sobrevivieron hasta después de la independencia, especialmente en Matará, debido a una serie de estrategias entre las que se han estudiado el matrimonio, la migración, la integración a los mercados y los cambios en los sistemas de autoridad (Olañeta, 2013 / Farberman, 2008 y 2011/ Rossi, 2008).
En cuanto al tema de la ocupación hispanocriolla del territorio, Andrés Figueroa (1924-1933) comenzó a dar cuenta de la ocupación del territorio a partir de las mercedes reales y los sucesivos traspasos dominiales, de la formación de los “antiguos pueblos de indios” y de las “reducciones” del territorio saladino. Ricardo Ríos (1947) publicó un completo estudio, aunque no exhaustivo, del traspaso de tierras públicas desde 1856, acusando directamente a los gobiernos de no haber cuidado el patrimonio provincia; se concentró en las grandes enajenaciones de tierras fiscales en los períodos 1856-1914 y 1936 en adelante, entendiendo que fueron realizadas por gobernantes que terminaron resultando los grandes beneficiarios del proceso -o sectores allegados-, que no fueron pobladas como era la condición impuesta, que se desconocieron las leyes que regulaban su entrega y que, luego de la tala del bosque, dejó enormes latifundios improductivos atentatorios contra el desarrollo de la producción y el comercio provincial y el asentamiento de la población rural. Hemos detallado para el Antiguo Matará todas las transferencias del estado provincial a particulares, la conformación del mercado de tierras local y su inserción en el mercado nacional, dando cuenta del proceso de ocupación, la estructura agraria que dio lugar a las elites provinciales santiagueñas durante el siglo XIX y la entrega final del territorio lindero al Chaco a los más grandes latifundistas del país en la última parte del siglo (Rossi y Banzato, 2013).[3]
En este trabajo sobre el territorio fronterizo del río Salado del Norte al que llamamos "el Antiguo Copo", aspiramos a realizar las primeras reflexiones en torno a las formas y los modos de apropiación, tenencia, uso y transferencia de la tierra de antiguas comunidades y luego entre privados, entendiéndolos sincrónicamente en la evolución histórica desde la fundación de la ciudad de Esteco, en 1560 hasta mediados del siglo XIX. Pretendemos generar conocimientos que profundicen los debates reabiertos en los últimos años en el contexto latinoamericano y particularmente a partir de los trabajos que venimos realizando desde el año 2006 con los proyectos “Tierra y Sociedad en Santiago del Estero. La frontera del Salado del Norte, 1851-1930” y “Transformaciones económicas y formaciones sociales emergentes. El antiguo Matará, 1850-1902”, que fueron plasmados en Rossi  y Banzato (2013).



1.1.  El territorio del “Antiguo Copo” en su actualidad
El espacio que denominamos el “Antiguo Copo” se articula tomando como eje el río Salado y comprende la mitad norte del territorio provincial lindando con las provincias de Chaco, Tucumán y Salta y ocupando una superficie de 7.330 km2.
Fue conocido desde la fundación de la ciudad de Santiago del Estero como Copo para luego dividirse en dos partes Copo 1 y Copo 2. Actualmente  está dividido en tres Departamentos colindantes y de los más extensos que tiene la provincia. Copo 1 mantuvo su nombre como Copo y tiene una extensión de 13.000 km²; hacia el norte el antiguo Copo 2 reconvirtió en Alberdi con una superficie de 13.140 km².  Hacia el N-O del río Salado se encuentra el Departamento Pellegrini también parte del antiguo Copo 2, con 7.330 km².
En la década de 1970 y a través de distintas obras hídricas se logró encauzar el río Salado, se realizó una última división administrativa Departamental tomando los ríos como límites naturales de los Departamentos, lo que modificó la ubicación departamental de antiguas estancias, ya sea cambiándolas completamente o particionándolas.

1.2 Re-definiendo la frontera.
El “Antiguo Copo” se aleja del límite para pasar a constituirse en territorialidad
Estudiando el “Antiguo Matará” advertimos que los estudios arqueológicos y etnohistóricos,  se concentraban en los tramos medio y sur del río Salado, la zona de mayor extensión territorial y poblamiento durante el período prehispánico, importantísimo por la variedad de zonas ecológicas principalmente extensos bañados, en el que las condiciones medioambientales favorecían un desarrollo agrario más intensivo.
Este desnivel en los estudios nos hizo pensar que deberíamos revisar las condiciones ecológicas del tramo norte del río en cuestión para ver si obteníamos algunas primeras respuestas, sobre todo porque advertíamos la ausencia de Pueblos de Indios y esto estaba revelando, en principio, el escaso interés que los españoles tenían en el territorio. Para analizar estas cuestiones, volvimos a los estudios de Lorandi y Lovera (1972) quienes nos indican que en el territorio existía un gran y muy antiguo bañado, llamado el “bañado de Copo”. Pero que cuando el Salado ingresaba al territorio santiagueño, casi en el extremo Noroeste del Departamento Pellegrini, en tanto río de llanura, lo hacía arrastrando gran cantidad de materiales arenosos que se depositaban en los bajíos que ocupaba el bañado, de modo que por temporadas desaparecía favoreciendo la formación de deltas interiores y zonas salitrosas, haciendo que el curso del río divagara y tomara otras direcciones en las próximas crecidas. En el camino dejaba paleocauces taponados de arena hasta llegar al punto de Figueroa, donde volvía a encauzarse y seguir su curso como lo estudiamos para el Antiguo Matará.[4]
Posiblemente sea éste territorio el ejemplo más importante de lo que Orestes Di Lullo llama“…gran mar interior disecado…” (1964:13).[5] Encontramos allí unas condiciones ecológicas muy complejas para el asentamiento de pueblos relativamente estables y el desarrollo agrícola que les permitiera el sustento. De todos modos, no pensemos que esta caracterización convertía al territorio en una tierra desierta, sino que estaba poblada por grupos Amazónicos que ingresaron desde el N-E, caracterizados por el nomadismo.
En el mapa que tomamos de Lorandi y Lovera se puede observar la falta de instalación de pueblos de indios en el Antiguo Copo.
Ahora bien. Una división administrativa de 1777, reinado de Carlos III Borbón, reorganizó la Jurisdicción santiagueña sumando a los ya tradicionales Curatos (para el Salado los de  Matará y Guañagasta): los Partidos (que como nominación era novedosa) y para el Salado organizó un gran espacio denominado “de las estancias nuevas Salado arriba”.[6] Tras la búsqueda de esas estancias re-visitamos el territorio del actual Departamento Pellegrini y nos orientamos hacia el Oeste, para volver a pensar en la instalación de las Reducciones Jesuíticas, su ubicación y el uso de la tierra en función de la Administración Indiana (Emiliani, 1994). Además, en la posibilidad de que con las Temporalidades hubieran surgido estas nuevas estancias que, en la medida que la documentación disponible lo permita, iremos ubicando y contextualizando.
En ésta reorientación hacia el Oeste advertimos que debíamos incorporar un sistema hidrológico, el de la cuenta de los ríos Horcones y el Urueña, ambos con origen en la sierra de la Candelaria.[7] El Horcones (que naciendo en Salta se lo conoce como río del Cajón o del Rosario) penetra en el Departamento Pellegrini unos 50 km y atraviesa muy antiguos terrenos como La Fragua, el Mojón y la más nueva localidad de Nueva Esperanza, capital Departamental de Pellegrini, es extremadamente peligroso en épocas de  crecientes. El Urueña, por su parte, tiene un recorrido menos extenso  e ingresa por otro antiguo terreno El Remate. En períodos de grandes crecidas ambos vuelcan sus aguas en el Salado. [8]
Entendemos que la mayor importancia de reconsiderar este territorio es que en la actualidad constituye una parte importante del llamado Humedal del Chaco, una “densa trama de humedales conformada por los Bañados del Norte del río Salado y Bañados de Figueroa, los Derrames de los ríos horcones y Urueña y el Esteros salobres del Norte de Santiago, [que] forman un importante sistema o macro humedal de nivel subregional…”.[9]  Si en la actualidad es esta una herramienta fundamental para el manejo de los ecosistemas, por qué no pensar en que también lo era para la época de nuestro estudio, aunque no lo llamaran ni ecosistemas ni maco humedales, sino que los lugareños valoraran altamente las condiciones ecológicas de aguadas, pastos, lagunas, cerros, etc. y que por lo mismo haya sido una zona muy disputada para su uso o tenencia.
Se nos planteó entonces la re-consideración de nuestro concepto previo de frontera del Salado. Ese concepto de Frontera que utilizamos en nuestros estudios del Antiguo Matará  en tanto manteníamos el uso español antiguo como límite o marca. Ahora, nuestra frontera del Antiguo Copo ya no era un límite, sino que comenzaba a conformarse como una territorialidad, que ampliando nuestros horizontes geográficos nos ayudará a explicar las complejidades del trazado de límites con Salta que, recordemos, se resuelve recién en 1980 aunque todavía tenemos pendiente algún litigio por corrimiento de mojones en el extremo norte provincial.

2.      La frontera norte de Santiago del Estero durante el Antiguo Régimen
Producido el cuarto traslado de la ciudad de Santiago, en 1553 por Francisco de Aguirre, y mientras éste se encontraba en el proceso de fundación de Córdoba, un grupo de 60 amotinados liderados por Jerónimo de Holguín se dirigieron Salado al norte y levantaron en su ribera Este, en la provincia indígena de Esteco[10], la ciudad de Cáceres,[11] ubicada entre 45 a 50 leguas de la capital. Surgida de la ilegalidad, su situación fue normalizada un año más tarde bajo el nombre de Ntra. Sra. de Talavera de Esteco. Al designarse como Capitán y Teniente de Gobernador Don Juan Gregorio Bazán, distribuyó solares, quintas y estancias (Aguilar, 2013a-b). Pero en 1568 Don Francisco de Aguirre regresaba a Santiago del Estero liberado ya de su primer proceso de la Inquisición deseoso de venganza y destituyó a Bazán, instalando en la Lugartenencia de Esteco a Don Tomás González, a quien le serán entregadas dos importantes mercedes de tierras y encomiendas, en 1574 la de Copo y la de Petacas en 1583. Ambas en lugares privilegiadísimos por el medio ecológico en que se encontraban. Y en el mismo año de 1574 se entregó otra merced de tierras y encomiendas, la de Curu Huasi, hacia el sur de Petacas, también sobre el río Salado, al Capitán de Milicias Don Juan Gómez (Rossi y Banzato, 2013).
Por otra parte, cuestión que no es menor, allí encontramos a la elite militar de Esteco-Santiago del Estero apropiándose de extraordinarias tierras con extensiones que, por el momento, nos resultan indefinidas. Todos éstos terrenos se encontraban en el actual Departamento Pellegrini, aunque por el corrimiento hacia el Oeste del río Salado en la actualidad Curu Huasi se encuentra en el actual Departamento Copo. Mientras que en el de Pellegrini se encuentra una antigua estancia que conserva el nombre de Copo.[12]
Con estas entregas se inició el proceso de ocupación legal del suelo desde el norte hacia el sur del río Salado. Visto entonces desde Santiago, fue el territorio copeño el que conectó en los tramos iniciales de la conquista con la ciudad de Esteco, que a su vez como núcleo productivo y comercial conectaba el Perú y el Río de la Plata (Mamaní, et. al, 2006).[13] De esta cuestión puede dar cuenta la Información de Servicios que la ciudad envió en 1589 en manos del Procurador Hernán Mexía y Mirabal al Rey, reconociendo haber alcanzado una posición de privilegio en la ruta La Plata-Buenos Aires, y como resultado de ello resultar altamente beneficiada por el tráfico de carretas que, al detener allí su camino, aumentaban los caudales de la ciudad (Palomeque 1992 y 2005 / Aguilar, 2013b: 4).

2.1 La geopolítica del Virrey Toledo y su afectación a la expansión espacial de la jurisdicción santiagueña hacia el sur
Cuando asumió el virrey Toledo, el 30 de noviembre de 1569, modificó el plan geoestratégico de su predecesor relativo al avance en la ocupación del espacio hacia el Río de la Plata, y las nuevas políticas modificarán drásticamente la apropiación y el uso del suelo en el norte de la jurisdicción de Santiago, tal como se la venía desarrollando en su expansión hacia el sur.
Tomando el criterio "que sin el oro y la plata estos reinos no son nada", Toledo fue el gran promotor de la actividad minera (Noejovich, 1998:2) ponderando la creación de un sector de alta productividad con la utilización de mano de obra barata (Salles y Noejovich, 2008). Así, aseguró el territorio alrededor de Potosí y promovió la fundación de varias ciudades y villas[14] sin fomentar nuevas entradas que promovieran nuevos asentamientos.
Esta nueva visión provocó que la expansión hacia el sur de Copo se detuviera comenzando su desplazamiento hacia el Oeste. El papel secundario que en adelante desempeñará Copo en relación a la economía altoperuana nos permite terminar de comprender las razones por las cuales la frontera mataraense por nosotros estudiada en la formación de sus Pueblos de Indios y su centros altamente productivos, fueron activados desde el Chaco. A partir de allí toda la aceleración productiva puesta al servicio, fundamentalmente, de las necesidades altoperuanas, proveyéndole de mano de obra indígena,[15] alimentos en tierras propicias para el cultivo, cría de ganado (Assadourian, 2005 en: Aguilar, 2013b) y "ropa de la tierra" facturada en los obrajes saladinos (Rossi y Banzato 2013).
Pero además, y aquí retomamos la idea de desplazamiento territorial fronterizo hacia el Oeste, la política de Toledo desviará el camino de Esteco hacia otras villas como Madrid de las Juntas (también sobre el Salado, donde se junta con el río Las Piedras) y organizará un nuevo camino: Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel del Tucumán, Salta, La Plata.
Obviamente que no es este el espacio para indagar las formas en que con estas acciones en el territorio salteño se fueron reubicando los primitivos solares, tarea que dejamos para los colegas salteños, pero si entendemos que, como ocurría cada vez que una ciudad era trasladada, los solares, quintas, chacras y mercedes de tierras también se re-adjudicaban. Lo que sí está claro en la política toledana es que que a la idea de villas como protección de ciudades más importantes, se sumará la de instalar en ellas a la gente más pobre del territorio copeño, con lo que en teoría, también se debería haber ido desactivando la ocupación del territorio del Antiguo Copo y su sistema productivo. ¿Pudieron en ese lapso nuestras tierras copeñas quedar un tiempo abandonadas? ¿o bien no se renovaron los títulos? o ¿retrotrajeron a su condición de fiscalidad, mientras avanzaba la ocupación del actual Departamento Figueroa hacia el norte siguiendo el curso del río? Sobre este punto,  queremos dejar asentado un planteo sobre el que volveremos más adelante en nuestro análisis. Que quedaran nominalmente sin dueños legítimamente reconocidos por la corona, no significa que no estuvieran ocupadas por dueños sin posesión legal y que las compras registradas a partir de la segunda mitad del siglo XIX de pequeños terrenos de apellidos santiagueños de larga historia en la comunidad, tuvieran que ver con la legalización de una antiquísima ocupación familiar. Casos como éstos ya los vimos, en escala reducida, en el Antiguo Matará. Esto nos lleva a considerar que, aún con todo la construcción territorializada de la frontera copeña hacia el Oeste salteño,  las tierras copeñas permanecían en producción, y que seguían pobladas, aunque desconocemos qué superficie pudieron abarcar.

2.2 El siglo XVII
En 1692 un gran terremoto destruyó la ciudad de Esteco teniendo en ella su epicentro, y sus réplicas dañaron también a la ciudad de Salta, dando origen a la historia de la Virgen del Milagro.[16] Los terremotos en Esteco no eran tan poco habituales, el Padre Lozano afirma que en 1632 se había producido otro de gran magnitud. Pero fue el último, de 1692, el que dio el golpe mortal para una ciudad que trataba de mantenerse a pesar de las inundaciones y las embestidas de los Mocovíes, que le habían dado un gran sacudón a mediados de 1686. Con el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Esteco, el antiguo sitio reconvirtió en presidio junto con el de Balbuena.[17] Por entonces, se calcula que los vecinos no llegaban a más de una docena y unos veinte militares. En ambos lugares encontramos antiguos habitantes re-convertidos en soldados: “treinta y dos plazas y un cabo castellano, pagados con el producto recaudado en concepto de sisa, agregándose treinta soldados se socorro procedentes de Catamarca y La Rioja durante los cuatro meses de lluvia, cuando los ataques se los chaqueños se tronaban más frecuentes” (Aguilar, 2013ª:7). De modo que, en principio, y en lugares puntuales, podemos comenzar a afirmar que efectivamente, los lugareños permanecieron en los lugares, residiendo con sus familias y trabajando, como lo habían hecho históricamente, las tierras que consideraban propias, a pesar de no tener títulos de porpiedad.
Llegado el siglo XVII, el río Pasaje-Balbuena – río Salado se constituyó en la línea divisoria entre el Chaco, la Gobernación del Tucumán y en ella, la ciudad de Esteco será la zona más vulnerable ante las embestidas mocovíes. Allí desembocaba la senda de los Macomitas,[18] que unía el río Bermejo con el Salado, atravesando vastas zonas boscosas por lo que es actualmente el norte de la Argentina. Era utilizada por los indios chaqueños en las incursiones ejecutadas entre enero y abril, los meses más lluviosos del año, que conocían bien las dificultades que los españoles tenían para ingresar por el predominio de formaciones boscosas y lo pantanoso que se tornaba el terreno (Aguilar, 2013a: 13). Siguiendo a Poderti (1998) el equilibrio de la frontera, que siempre era muy inestable, se fue rompiendo por la presión del sistema mocoví que fue superponiéndose al español y lo fue eliminando, en el marco de unas guerras que, por determinación de la corona española, no podían ser ofensivas, de modo que el único camino que quedaba para los pobladores era el corrimiento hacia lugares más seguros, mientras que, al mismo tiempo, se controlaban los levantamientos calchaquíes.

2.4 El siglo XVIII
2.4.a Las reducciones. Formas de apropiación y uso del espacio copeño
Bitar (2000) y Aguilar (2013a) señalan que durante el siglo XVIII se articuló en la frontera chaqueña un triple formato fronterizo: misional, presidiario y ganadero. Mientras la frontera presidiaria de Balbuena/Esteco tendrá una triple función: vigilar a los grupos indígenas que se estaban reduciendo, defender la frontera de los indios que no podían ser sometidos y conservar las tierras ganadas, en este punto nos referiremos brevemente a la forma que adquirió la frontera misional/ganadera teniendo como eje el control sobre las tierras copeñas y algunas de las poblaciones del Chaco.[19]
La instalación de las reducciones en el actual Departamento Pellegrini (ex Copo II) son bastante tardías, 1750 a  1762. Esto, casi al borde de la expulsión de los jesuitas, quienes estaban a cargo, y entendemos que respondieron a la necesidad de fortalecer el territorio de las embestidas de los Mocovíes y repoblar una zona que había quedado en bastante soledad. Recordemos al respecto las aseveraciones que sobre la ecología realizaran Lorandi y Lovera que hacía extremadamente difícil el establecimiento permanente de las poblaciones.
Las investigaciones más tradicionales nos indicaron que en el territorio copeño solo estaba la Reducción de Petacas, traslado de la de los indios Vilelas que estudiamos para el Antiguo Matará en 1735 (Rossi y Banzato, 2013). Sin embargo, la investigación de Gullón Abao (1993) abre una puerta muy interesante para modificar esta tradición. Al respecto afirma que fueron tres: Nuestra Señora del Pilar de Macapillo (que al dividirse las provincias quedó mitad del territorio en Salta), Nuestra Señora de La Paz y San José de Petacas.
La Reducción de Nuestra Señora del Pilar o Macapillo fue fundada en 1762 y las tierras quedaron por mitades en territorio salteño y en el santiagueño, generando grandes confusiones al momento de regularizar los títulos de propiedad. En el mismo año de 1762 se trasladó a Petacas la Reducción de los Indios Vilelas[20] (ubicada originalmente en el antiguo Matará) (ACSE (1748-1766: 226-227). En este último asentamiento, el medio ecológico era diametralmente diferente de la ubicación anterior y el trabajo arduo daría sus frutos: una empalizada rodeando la reducción, una iglesia con sacristía, cocina y demás aposentos, herrería, galpones y depósitos, iglesia con dos altares, atahona y carpintería, biblioteca e instrumentos musicales, despensa, siete carretas, etc. (Rossi y Banzato, 2013).
El elemento más fuerte de todas estas reducciones y que tuvieron en común, fue la cría de ganado. Estudiando los documentos de las Temporalidades y a raíz de las ventas de los mismo, en tanto era el elemento más fácil de vender y convertirlo en dinero, surgen interesantísimas informaciones sobre las tierras de nuestro estudio, el que era reconocido por el nombre de “Potero de Copo” donde realizaban invernadas de mulas y que ocasionalmente compartían con  los Jesuitas del Colegio de Santa Fe. En general son documentos emitidos por el Gobernador Campero que va chequeando el recorrido de mulas vendidas, por citar solo un ejemplo unas que habían sido vendidas  en alta por un vecino de la jurisdicción Joachín Navarro.[21] Unos meses más adelante Lorenzo Suárez de Cantillana se dirigía al Gobernador desde las “lagunas de Copo”[22] -en referencia al sector más hacia el norte de los bañados de Figueroa-, donde la reducción jesuítica de Petacas mantenía vacas en pastoreo. Cuando se realizó el Inventario y Tasación del Pueblo de San José de Vilelas/Petacas, en el apartado “ganados” se habla de estas tierras ubicándolas como Puestos que llevaban el nombre del encargado. Por ejemplo el “puesto del indio capataz llamado Simón”, donde había básicamente caballos, yeguas y mulas; otro era el “puesto del indio Lope Mamani” también conocido como “ovejería” donde la principal producción eran ovejas a pesar de que había otros animales (AHSE-AG-L. 2-E. 228).[23]
Esta situación que resulta, entendemos perfectamente comprobable en la reducción de Petacas, es coherente con la Legislación Indiana que indicaba que dentro de la Reducción cada indio debía poseer “una parcela de tierra que era cultivada para sí y su familia y que era heredada por sus hijos” circunstancia que debe haber generado grandes conflictos “…con las diferencias entre las cantidades de familias radicadas temporal o definitivamente…al momento de contabilizar las producciones y las ventas a los fines de pagar los tributos…”. (Emiliani, 1994:197, en: Rossi, 2016). Pero si nos interesa por el uso de la tierra en sus formatos que se va a mantener al convertirse en estancias ganaderas una vez desaparecidas las Reducciones.
Como bien señala Gullón Abao (1993:155-156 y 176), pasado el primer medio siglo de conflictos casi permanentes, si bien las reducciones no estaban aún estabilizadas del todo aunque contaban con un muy buen futuro económico,[24] comenzaban a permitir que los españoles accedieran a importantes espacios de tierra y a mano de obra barata que trabajara en sus estancias, principalmente ganaderas, con el beneficio de ya tener entrenamiento previo en la reducción.
La expulsión de los Jesuitas, decretada por Carlos III en 1767 significó el colapso del control territorial, el desguace de las instalaciones para monetizar los bienes, hasta que el Gobernador Matorras consideró que había que realizar una suerte de refundación de la frontera con el asentamiento poblacional bajo el formato de villas o pueblos y nuevos fuertes.[25] Además de buscar alianzas con los indígenas no reducidos en el marco del nuevo control borbónico sobre el espacio chaqueño, ejemplo del cual  el tratado del Gobernador Matorras con el principal cacique de los grupos mocovíes, Payquín, en el año 1774, es un ejemplo de cómo se pensaba en las relaciones interétnicas en la frontera Chaco-santiagueña y como se pensaba el Chaco en tanto espacio y en él, en la apertura de nuevos caminos para comerciantes, para la circulación de mercancías, conectaría  el litoral y el Río de la Plata con el Tucumán y el Alto Perú, y el espacio Amazónico, Colonia del Sacramento y Paraguay. Particularmente porque los mocovíes eran muy activos comerciantes con los portugueses en dos  áreas, el ganado en pié y los esclavos a través de las reducciones (Nesis, 2008).
A ello hay que sumarle la especificidad del espacio copeño del Mesón de Fierro (Álvarez 1926; Ca1llet-Bois 1932; Rossi 2004, 2005, 2006 y 2007), un espacio emblemático de antiguas tradiciones indígenas, que hablaban de meteoritos esparcidos por un territorio que se había incendiado, de allí los nombres de los pueblos, Aerolito, Monte Quemado, entre otros. Numerosas expediciones buscaron, desde tiempos tempranos y afanosamente, esos metales ferrosos que se decían inoxidables con escaso nivel de éxito, varias de las cuales partieron desde el antiguo poblado de Matará, y en el proceso borbónico del reinado de Carlos III en acciones intensivas desde Buenos Aires y desde Santiago del Estero, que insumieron recursos extraordinarios en hombres y recursos materiales.
Mientras todo esto estaba teniendo lugar y con la decisión de sostener las reducciones como política imperial argumentando la idea de la barrera defensiva y que los indígenas reducidos eran los mejores soldados frente a las incursiones de los bárbaros chaqueños, algunas como las de Macapillo y Petacas hubieron prácticamente de rehacerse hasta con fondos propios del gobernador. Pero, a comienzos de la década de 1790 el plan había mostrado su completo fracaso. Petacas se había suprimido antes de 1794 y para 1799 Miraflores y Macapillo fueron reunidas en una sola unidad. Los reducidos pasaron a servir a las estancias o retrotrajeron al bosque. No sabemos con certeza qué pasó con Macapillo, pero el ejemplo de Miraflores en una buena pista para pensar el destino de su gente y de sus tierras. En 1796 alcanzó la menor cantidad de población porque la mayoría había huido. ¿Qué había ocurrido en Miraflores entonces? Su cura doctrinero Francisco Jerez fue acusado de introducir agregados y haber realizado arrendamientos de terrenos favorables a sus parientes y distintos vecinos españoles. Es decir que aquí hay, en principio, una alianza entre el clero y los españoles de la zona, de la misma se revela una situación de uso de la tierra de la reducción en beneficio de los españoles o criollos de cercanía, en claro detrimento de los indígenas reducidos que, sin capacidad de defensa, veían como la mejor opción la fuga hacia el bosque, ya que la falta de preocupación por el ganado de parte del doctrinero los privaba de comida. Y por qué no pensar que los nuevos e ilegales ocupantes de las tierras los tomarían como mano de obra barata, o cuasi esclava. Entendemos que este tipo de situaciones pudieran haberse repetido en distintas reducciones ya muy deterioradas de la frontera norte del río Salado. Gullón Abao (1993) dirá entonces que “Quienes estaban ávidos de nuevas tierras observaron con cierta complacencia como se producían las agregaciones, que a la postre les permitió la compra de estas tierras a pesar de su inicial prohibición”.
“Los arrendatarios también jugaron un papel importante en la financiación de las reducciones (post-expulsión), pagando sus arriendos en forma de trabajo, ya fuese en faenas ganaderas o de recogida de cosecha, evitando en parte, la contratación de capataces y peones que suponían en cuantioso gasto para las misiones. No sabemos que monto representó en la financiación la venta de arte de las tierras de las reducciones pero sabemos que se produjeron algunas a fines del siglo XVIII y principios del XIX”. (Informe del Intendente Rafael de la Luz al virrey marqués de Avilés. Salta 4 de diciembre-17999. AGN. S.IX. 31-7-6, expd. 1176.  (Gullón Abao, 1993:190). 

2.4.b  Compras al fisco y compra-ventas luego de la expulsión de los Jesuitas hasta el final de 1850
En abril de 1778, Pedro José Ruiz, vecino salteño de Inina, vendió a Don Roque de Velasco  Sánchez Zambrano, una propiedad llamada El Remate,[26] en el límite con la provincia vecina, evidentemente se trataba de una parte de su terreno. De todos modos, cuando se plantea el tema de los colindantes el agrimensor dice que por el norte lo hacía con un cerro que tenía una laguna al pié (luego habrá un terreno que lleve el nombre de El Cerro) y no habla de Inina, por el sur con Campo Redondo, por el Este con Sara Pampa y por el Oeste con otro cerro que enfrente del ya mencionado (¿?).  Este terreno está atravesado por el río Urueña, que nace en Salta, corre al pié del cerro del remate pasando por la actual localidad del mismo nombre. Reciben las aguas que bajan del cerro en época de lluvias intensas y desemboca en la Laguna Negra, en el Oeste del Remate. Es decir, un terreno bien interesante porque la cantidad de aguas generaban muy buenas pasturas para la cría de animales.
¿Quién era el comprador santiagueño? Roque López de Velasco Sánchez Zambrano, hijo de una acaudalada familia santiagueña de raíces potosinas y españolas, ligadas al comercio de ultramar y con el Cabildo local cooptado por su propia familia. Había nacido en Santiago del Estero en 1709 en Santiago del Estero, hijo de Jospeh López de Velasco y de Magdalena Sánchez Zambrano Maldonado, casado con María Ignacia de Paz y Figueroa Ibáñez del Castrillo. Era También Alcalde de la Santa Hermandad a partir de 1748 con carácter de Propietario y fue en dos oportunidades Alcalde Ordinario de Primer voto del Cabildo santiagueño, en 1752 y 1755.[27]
A pesar de que tanto los límites como la extensión de la estancia eran muy inciertos (referencias posteriores de colindantes nos indican que eran terrenos muy grandes), y de no presentar los títulos correspondientes, en algún momento que desconocemos Roque vendió El Remate a su sobrino Juan Manuel Iramain Díaz Gallo, nacido en Santiago del Estero el 12 de enero de 1801, hijo de sus tíos Juan José de Iramain Santillán (quien fuera Gobernador de Armas de Santiago en 1786) y Pascuala Bailona Díaz Gallo López de Velasco. Una nueva compra venta en 1820 la realiza el poseedor a José Diego Iramain (no encontramos datos del comprador, aunque creemos que es de la familia, posiblemente sobrino). José Diego vuelve a vender el terreno en el mes de septiembre de 1845 a Marcos Gómez quien pidió posesión del mismo. En ese momento el gobierno de Juan Felipe Ibarra comisionó al Capitán Hoyos quien junto con el Interventor Don Lorenzo Ruiz, el interesado y los colindantes, realizaron la primera mensura del terreno que conocemos, el día 17 de marzo de 1846, según la cual El Remate colindaba con los terreno de Irina por el Oeste 9Salta), Ampato Pozo y Campo Redondo por el sur, al Sur-Este con Cola (posiblemente se trate de Cona, un terreno que existe en la actualidad) y al Naciente con Suri Pampa (posiblemente se trate de un error de nominación porque el terreno existente desde muy antiguo es Sara Pampa, y figura en varios otros terrenos como colindante). Los encargados de mensurar y deslindar expresan que su trabajo se complicó mucho por la cantidad de montes y aguadas y que no podían estirar correctamente la soga, de modo que, advierten, la operación estaba muy defectuosa. Esta situación es una constante en la medición de casi todos los campos que encontramos en este territorio. Esto no obstó para que las operaciones fueran aprobadas por el Juez de Primera Instancia y Marcos Gómez abonara por la estancia $200.

La Fragua. 1803. Al norte de El Remate, estancia de por medio que hoy es la de Monte Quemado, se encuentra la estancia La Fragua, cuyos documentos más antiguos de que disponemos nos remontan a 1803[28] pero que, a su vez, nos llevan al período posterior a la expulsión de los padres de la Compañía.
Bartolomé Ponze, por parte y en nombre de su hermano José ya fallecido, vendió el 18 de julio de 1803, ¼ de legua² a Don Francisco Ibarra de Paz y Figueroa, vecino de La Fragua (esto significa que tenía otro terreno por allí, hay que encontrarlo) por la cantidad de $25. Firmaron como testigos Francisco Baleriano y Joaquín Castellón. Hay otras firmas que me pueden ayudar a pensar quienes eran los vecinos: Mariano Luis Castellanos, Pedro Gil Ortiz, Joaquín Castellón.
Un documento del año 1856, producido por Bartolina Serrano, viuda de Don Silverio Argañaráz, pidiendo reposición de títulos de la Estancia La Fragua, nos aporta otras informaciones de suma utilidad para reconstruir este verdadero rompecabezas que resulta su historia más antigua de la estancia y que reúne a las familias más tradicionales que encontramos como poseedoras de tierras en el Antiguo Matará y que encontraremos también comprando en la otra parte del Salado norte a medida que se vayan desarticulando las reducciones, Argañaráz, Figueroa, Ibarra (que por lo que relata el documento tenían otras tierras en las zona).
Bartolina Serrano de Argañaráz, era para esos años, una mujer de edad y viuda, de modo que muy preocupada por la inexistencia de los títulos de la estancia en la que vivía ella y sus hijos, decidió regularizarlos, solicitando la reposición de títulos, como era de uso y costumbre. Pero claro, como veremos, no tenía ningún papel en el que constara que eran los legítimos propietarios. De modo que muy resueltamente le dio un poder a Don Lorenzo Ruiz para que en su nombre y el de sus herederos se presentara en el Juzgado en Santiago del Estero a restablecer los títulos de propiedad de La Fragua, que había pertenecido a su esposo Don Silverio Argañaráz por herencia de su padre Don Domingo Argañaráz que a su vez había comprado, según recordaba, una legua a Don Baltazar Figueroa y ½ legua a Lorenza Díaz, viuda de Francisco Ibarra. Lo interesante es el relato que hacer Bartolina del modo como se le perdieron los títulos de propiedad y lo ubica en la revolución de 1831 en que una invasión unitaria encabezada por el General Paz desplazó por poco más de un año al gobernador Felipe Ibarra del Poder. Ya hemos visto inundaciones, incendios, polillas, etc. Pero ahora le tocó el turno a una revolución. Para ese año su esposo todavía vivía, cuando una partida de revolucionarios invadió violentamente y saqueó su estancia hiriendo tan gravemente a su esposo que terminó falleciendo. En el saqueo le robaron todos los papeles incluidos los títulos de propiedad de la estancia y por más que imploró le dejasen las escrituras de propiedad, perdieron todo. De modo que acudió al modo que se estilaba para reconstruir esos procesos de propiedad, presentar testigos que acreditaran lo más fehacientemente posible, que los que decían ser los dueños lo eran. Los testigos fueron tres, dos con más de cuarenta años y uno con más de 60. Timoteo Baldivia dice no haber conocido al dueño original pero sí al finado Don Silverio Argañaráz y a su hijos y herederos residentes en La Fragua; que hace mucho que conoce esa estancia y desde entonces oyó decir que era de los Argañaráz, que varias veces acompañó a ella a su hermano para apartar reses del rodeo de uno de ellos, pero ignora el título con el que la poseían y la extensión de la estancia. Que ha sido vecino de aquel distrito por muchos años y que no ha oído que nadie haya hecho oposición alguna en su posesión. En términos relativamente similares se expresó Francisco Paulo Villarruel que dijo que desde muy niño había conocido a los Argañaráz viviendo como dueños de la estancia y así viven hasta el momento de su declaración. Que según tiene odio la tienen por herencia de sus antepasados pacíficamente y esto le consta porque es vecino muy inmediato de dicha estancia, y, aunque también ignora la extensión de la misma sus vecinos reconocen sus límites. Medio raro, no?
Posiblemente la declaración más interesante sea la de Pedro Ferreyra porque al tener más de 60 años, conoció a Don Domingo Argañaráz así como también a sus hijos y a la estancia, que eran vecinos y residentes como 40 años atrás y como dueños, ya que vivieron muchos años avecindados, y nunca supo que hayan tenido oposición alguna. Otra vez, ignora la extensión de la estancia.
Una vez concluidas las declaraciones de los testigos, el Juez de 1ª. Instancia extendió los títulos de propiedad correspondientes, en Santiago del Estero el 24 de enero de 1856.

Zanjas. Entre 1814 y 1815, el poderoso comerciante Don Antonio María Taboada de Paz y Figueroa[29] solicitó al gobierno la adquisición del terreno llamado Zanjas[30], en cuyas operaciones intervino el Supremo Director de las Provincias Unidas haciendo constar la denuncia, tasación y el carácter de tierras baldías y por lo tanto vendibles. En 1815 el gobierno de la provincia recibió el informe de Taboada ya las había poblado y podían proseguir con los trámites de tasación, en el cual intervinieron los peritos Castellanos y Maguna diciendo que “corrieron cuatro leguas al norte y otras tantas al oriente y al occidente”. Aquí tenemos un punto interesante, porque según los relatos de los citados, Taboada habría comprado 8 leguas² o unas 15.000 has, también aproximadas, porque las mediciones se realizan sobre 6.000 varas de lado que no coincidirán con las 5.000 varas impuestas por el gobierno a partir de 1856 y de allí unos enormes problemas en las mediciones de las siguientes subdivisiones. De todos modos los peritos dicen asignarle linderos fijos y luego tasan el terreno. En 1817 llegaron las últimas disposiciones del Supremo Director aprobando las acciones y se puso a Taboada en posesión de su terreno.

Las Zanjas. Unas leguas de 6.000 varas de lado y unas cantidades que no son tales al momento de las ventas. Las primeras subdivisiones y compra-ventas. Título a la carta!
La historia que sigue es sumamente interesante porque nosotros tenemos una primera mensura en el año 1844, pero esta primera mensura consultada no nos aporta información alguna por qué fue en ese año ni las razones.
Pues bien. Un expediente iniciado por el Presbítero Don Tomás Juan Taboada[31] contra su hermano, el para ese entonces también Presbítero Don Antonio María Taboada, se presenta ante el Juez de 1ª. Instancia porque lo cita porque para saber por qué vendió 4 leguas² de Zanjas sin que su hermano, el dueño de la estancia, supiese. En su descargo, Don Antonio María alude a una deuda que Antonio tenía con él y que como no estaba en Santiago tomó parte del terreno y lo vendió “hizo venta de un retazo de tierras” (todavía no  sabemos a quién) “pero con el objeto de hacerme pago de cantidad de pesos que me era deudor, como lo hace todo deudor, con un deudor ausente o fallecido, y para esto no se necesita poder”. De todos modos se muestra pronto a obedecer lo que la justicia le mandare. Evidentemente su hermano, ya ordenado sacerdote desde Buenos Aires accionó rápidamente ante la justicia local obligándolo a mensurar y deslindar el terreno, lo que ocurrió entre el 8 de junio y el 18 de agosto de 1844. La fracción de 4 leguas² que ahora correspondía a Juan Tomás para regular la venta, colindaban por el Norte con los Corbalán y el Fisco, por el Sur con Pedro Antonio Mansilla y el Fisco, por el Este con el Fisco y por el Este con el vendedor.
De modo que la mensura del primer documento consultado[32] del cual surge la primera mensura concreta de una fracción, se debió a esta disputa entre estos dos hermanos Taboada. Inmediatamente, Don Juan Tomás, que antes de tomar los hábitos en Buenos Aires era casado y había tenidos dos hijos, decidió entonces donar “de toda porción que se conserva del mencionado terreno, por tener ya vendidas algunas fracciones”, a sus dos hijos, Josefa y Félix Taboada Paz.
Con Zanjas tenemos una compra de Antonio Juan Taboada al fisco entre 1814 y 1815. Luego una venta por deuda a su hermano Juan Tomás de 4 leguas² en 1844 y éste vende no sabemos a quién. En ese mismo año Antonio Juan dona lo que resta de Zanjas a su dos hijos, no sabe cuánto es porque tiene algunas ventas realizadas. No sabemos a quién vendió ni cuánto, no dice nada en el documento, pueden ser ventas extra-judiciales.

1820. Copo-[33] En 1820 Don Juan Manuel de Iramain (dueño de El Remate) vendía a Don José Domingo Iramain (también comprador de El Remate), la estancia Copo, que tenía 2 y ½ legua² a los cuatro vientos, medidas desde el centro del Paraje del mismo nombre. Eran sus colindantes Yacumisqui, Potrerillo y Laguna, cuyas leguas son medidas de 6.000 varas cada una. El costo de Copo fue el mismo que El Remate, $200. En algún momento que desconocemos, “los Sres. Iramain vendieron” Copo a Eulogio Lobo quien, desde el Distrito Don Benito en Tucumán a la vuelve a vender en 1874 a Don Isidro González, en, una suerte de Estancia en Copo 2º llamada Copo Viejo. De modo que podemos pensar con cierto margen de certeza que esta estancia formó parte de la más antigua merced, la de Copo entregada en 1574, al Lugarteniente de Aguirre en Esteco Don Thomás González. Para el año de 1874, Copo Viejo lindaba con La Fragua y El Remate.

Tanto Copo, como El Remate como La Fragua, debían tener extensiones muy grandes. Sus dueños eran gente de muchísimo dinero, grandes comerciantes, así como quien compró las dos segundas

En 1826, cuando el copeño José L. Ruiz, hijo de Damián Ruiz, compró a la provincia la estancia Las Puertas de 1.874 has.[34] Estaba ubicada sobre el Camino Real y sus colindantes eran personas conocidas en nuestros estudios sobre el Antiguo Matará. Por el Norte estaban los terrenos del, ya para ese entonces, Comandante de la frontera Coronel don Francisco Antonio Ibarra que había comprado en abril de ese año la estancia Lechiguana, y hacia el Sur uno de los grandes compradores del corazón mataraense, Martín Argañaráz, dueño desde 1805 de Era Bajada[35]. La estancia se encontraba sobre el Camino Real y se midió, hacia el sur, una legua de 5.000 varas.

1820. la estancia El Remate que vimos en el punto anterior adquirida por Don Roque López de Velasco Sánchez Zambrano, con unos límites bastante inciertos, por cierto que complicarán enormemente al momento de las ventas posteriores. pasó a propiedad de Don Juan Manuel Iramain, quien en julio de 1820 lo vende a José Diego Iramain, quien a su vez en  septiembre de 1845 lo vende a Marcos Gómez. Este pidió posesión el mismo año y el gobierno de Don Juan Felipe Ibarra comisionó al Capitán Hoyos quien fue con el Interventor del Gobierno Lorenzo Ruiz, el interesado y los colindante y el 27 de marzo de 1846 realizaron la mensura, extendiendo la correspondiente escritura. Para ese año los colindantes eran por el Sur Ampato Pozo y Campo Redondo (aparentemente han desaparecido en la actualidad los nombres de esos terrenos), el Este con Cola (puede ser Cona, terreno que existe todavía) y al Este Suri Pampa. Había mucha agua y montes, no se podía estirar la soga, de modo que la operación quedó muy defectuosa, sin embargo fue aprobada por el Juez de Primera Instancia.
Otra compra-venta también efectuada por Juan Manuel Iramain fue de la antigua estancia de Copo, en el mismo año de remate, 1820 “comprendida en el terreno de la ciudad de Esteco”. Debería tratarse de alguno de los traslados de la ciudad que fue conservando como segundo o tercer nombre Esteco, porque el original estaba en el límite norte del Departamento Alberdi con la provincia de Salta. Copo tenía dos leguas a todos los vientos medidas desde el centro del Paraje del mismo nombre y colindando con Yacumisqui, Portillo y Laguna. Lo interesante es que, al igual que la medición de Remate, las leguas se medías por 6.000 varas cada una. Hermosa complicación al momento de realizar las ventas posteriores cuando a partir de 1855 el gobierno provincial decidió que la legua tendría 5.000 varas. La estancia tuvo un costo de $200.
Dos mensuras indican el comienzo de la consolidación de títulos. La primera solicitada por el salteño Juan Quirós sobre la estancia Sunchito y Remancito, actualmente ubicada en el Departamento Pellegrini, que habían pertenecido a su coterráneo Juan Acevedo y alcanzaba 1.874 has. y la otra que tramitó José Taboada en 1834 sobre su propia estancia Tranquitas, de 2.811 has., ya conocemos a este miembro de la conspicua familia del gobernador Ibarra.
Nos detenemos un momento en la mensura de Quirós porque ella nos permite ver las complejidades históricas del trazado de los límites con la provincia de Salta, que pudieron concretarse recién en el año 1980, como dijimos. Los trámites los había comenzado en 1814 en la ciudad de Salta, porque en esos momentos la estancia mencionada se suponía ubicada en la frontera del Valle, a inmediaciones del Fuerte Pitos. El gobierno salteño comisionó a Don Toribio Coronel quien al momento de presentar la documentación sostuvo que el 3 de diciembre de ese año José G. Sardina, como apoderado de Quirós presentó los documentos originales en que se constató que la herencia provenía de una merced hecha al finado Juan J. Acevedo y que el Estado era uno de los colindantes. Pero también remite a escritos del momento de la entrega de la merced cuando los colindantes eran los RRPP Doctrineros de las antiguas reducciones extinguidas de Macapillo y Santa Rosa y las tierras de los cacicazgos. En esa oportunidad y con motivo de la entrega de la merced, hubo una consulta a los caciques quienes expusieron que no los perjudicaba la merced de Acevedo, ni a los derechos de sus pueblos que recayeron en el finado José Ignacio Suárez. Cuando Don Toribio Coronel volvió al lugar para realizar una nueva mensura, los ancianos del lugar le indicaron los vestigios de la mensura realizada por el Capitán Cacher cuando dio posesión a Acevedo y con la población antigua que fue de Villalba[36].
Muy distinta es la causal de la mensura solicitada por Taboada. El problema era el fondo que no estaba bien determinado. Recordemos que en la provincia se consideraban 3 leguas los fondos históricos, más allá de los cuales se asentaban particulares sin posesión legal. Se presentó Casimiro Taboada en nombre de su padre José Taboada ante el Juez de 1ª Instancia Antonio Silveti, ambos acreditaron ser vecinos de Matará y tener comprado un terreno que deseaban mensurar, en el Curato de Copo, Paraje Tranquitas. He aquí otra práctica histórica en la compra de tierras de Santiago que analizamos extensamente para el Antiguo Matará, comprar y no mensurar en los tiempos que las leyes indicaban, luego, lógicamente, debían litigar. Si bien desconocemos cuál fue la situación puntual, el hecho es que con esta nueva mensura se ajustaron a las extensiones históricas y de uso de 3 leguas de fondo, nos permite pensar que, efectivamente, algunos ocupantes habrían ingresado dentro de su propiedad y que la situación fue finalmente resuelta. Porque no se menciona ningún litigio por compra de terrenos vecinos.
Otro medio para resguardar la propiedad era la reposición de títulos. Un ejemplo lo brinda el caso de la estancia Los Villalba, ubicada en el Paraje Cruz Grande (del cual luego tomaría el nombre el establecimiento), parte sur de la antigua Merced de Curu Huasi (Basualdo, 1981:30), con 5.622 has o 3 leguas². Claudio Medina la compró al fisco, pero desconocemos cuándo. Tiempo más tarde se la vendió a Gaspar Villalba[37]. En 1824 Toribio Villalba solicitó una reposición de títulos sobre la estancia, y parte de la misma fue repartida entre otros cinco hermanos de esta familia lugareña diez años después, tocándole a cada uno 375 has. Para lograr la reposición, Toribio Villalba, que era vecino del Curato de Copo se presentó ante el Alcalde de 1er. Voto, en su nombre y de sus herederos diciendo que poseían una legua "con su correspondiente fondo…desde tiempo inmemorial" pero que se le han perdido los títulos originales, no sabiendo explicar si se los comieron las "polillas" o fue por "descuido". Solicitó entonces que se los repusieran presentando tres testigos que acreditaron posesión inmemorial y afirmaron que el terreno perteneció a Claudio Medina que le vendió a Gaspar Villalva, por eso Toribio Villalba se presentó como heredero. Un trámite muy sencillo y de recurrencia frecuente en el Antiguo Matará. Que por otra parte, si se piensa en una zona de frontera, asolada por malones, involucrada en el levantamiento de Tupac Amaru a través de Tupac Catari quien recorría la zona levantando a los indios a favor del movimiento andino (Poderti, 2000) y cada tres años con tremendas inundaciones, no es imposible pensar que  los papeles hubieran desaparecido como tantas otras cosas y que los antiguos poseedores sin la tenencia legal, también es posible que recurrieran a este medio legal para hacerse de la tierra que ocupaban.
Finalmente las herencias también dan indicios de ocupaciones anteriores, tales los casos de la estancia Lechiguana, en el paraje Los Ranchillos, de 1.874 has, que Jacoba y Fernando Rodríguez junto a Manuel Alcorta, vecinos de la ciudad de Santiago del Estero, heredaron del Pbro. Maestro Don Juan Rodríguez y donaron a un pariente, Nicolás Rodríguez.[38]
Todos los actores de este proceso eran muy cercanos familiar y políticamente al gobernador Ibarra. Los Rodríguez, los Alcorta y los Olaechea eran primos hermanos. Manuel Alcorta[39], electo Alférez Alguacil Mayor en 1825, era hijo del borbónico gipuzcoano José Pelayo de Alcorta Larrañaga y de Gabriela de Zuasnábar de Paz y Figueroa, recordemos que el gobernador era Juan Felipe Ibarra y el apellido materno era Paz y Figueroa. Manuel fue casado en primeras nupcias con Nepomucena Rodríguez Díaz Gallo (hija de Vicente Evaristo Rodríguez y Severa Díaz Gallo) con quien tuvieron un hijo Justiniano Alcorta Rodríguez. Por su parte, quiera era Alcalde de primer Voto, el presbítero Baltasar Olaechea y Alcorta[40], será gobernador entre 1876 y 1878, uno de los líderes del anti-Taboadismo.
Como en Matará, y también como en otras regiones del país (Banzato, 2011), esta etapa no se caracterizó por el intercambio entre particulares. De todos modos, algunas de las estancias anteriores cambiaron de propietarios, tal el caso de Sunchito y Remansito, que Juan M. Quiróz les vendió por partes iguales a los copeños Cayetano Díaz y José Jáuregui en 1824.[41]
Lechiguana fue vendida en 1826 por Nicolás Rodríguez a José Francisco Ibarra y desde ese momento pasa a ser conocida con ese nombre, estaba junto al Camino Real donde transita “gente para arriba” lo que aumentaba su notablemente su importancia para el comercio. Ibarra a su vez se la vendió a  Regina Palacio de Mercado, quien ampliaba sus posesiones ya que era la dueña de Las Puertas[42], pero enseguida enajenó una parte, la otra se la vendió su heredero al mismo comprador.[43]
También las operaciones de compraventa nos indican ocupaciones anteriores. El vecino de Loreto  Mauricio Argañaráz Gramajo, vendió en 1834 a la copeña Juana Manuela Paz Luna la estancia Chile, de 5.622 has.[44] Y, finalmente, en 1838 José Antonio Salvatierra vendió a Manuel Salvatierra, ambos de Copo, la estancia Canteros, de 5.622 has.[45]
En los casos citados se vuelven a repetir las negociaciones entre miembros de la elite ibarriana: Argañaráz, Paz, Luma, Palacio, Salvatierra, Lami, que comienza a conectar los tramos del norte del Antiguo Matará con el extremo sur del Antiguo Copo, nudo que lo encontramos en la antigua Merced de Curu Huasi. José Francisco Ibarra era el hermano del gobernador y Comandante General de la frontera del Salado con asiento en Suncho Corral, antiguo Matará. El segundo Comandante de la Frontera era, en esta época, Domingo Rodríguez[46] y por la relación entre los actores, suponemos con cierto grado de certeza, que era familiar directo de Nicolás Rodríguez. De modo que aquí encontramos otro círculo de negociaciones de tierra, que todavía está en estudio, entre los propios jefes militares.
Sin embargo, los nombres de los linderos de los que no hemos podido recabar más que ese dato en las mensuras, no permiten aseverar que había otros siete ocupantes que no realizaron trámites para asegurarse la propiedad legal, o tal vez simplemente no llegaron a nosotros. Como sus nombres no vuelven a aparecer en el período siguiente no podemos saber si abandonaron esos predios o simplemente traspasaron sus derechos de ocupación.
Comparada con las estancias del Antiguo Matará son muy poquitas, claro. Pero analizando su ubicación nos permiten realizar algunos aportes sobre la forma de ocupación legal del territorio con las estancias mencionadas. Con Las Puertas, Sunchito y Remancito y Lechiguana, se avanza en la posesión legal bien hacia el Norte de la provincia en donde estaba la antigua reducción de Petacas o Macapillo, ligadas a la antigua Esteco y más tardíamente al fuerte Balbuena, que como vimos en un punto anterior, al ser expulsados los Padres de la Compañía, esas tierras otorgadas en Merced retrotrajeron a realengas y fueron motivo de nuevas operaciones, de las cuales por ahora conocemos las legales. Con las otras cuatro estancias, Tranquitas tiene que ser Trancas, porque no existe en el plano ninguna Tranquitas y sí al lado de Chile está Trancas, Cruz Grande, Chile y Canteros, estamos en la ocupación legal bien hacia el sur del antiguo Copo, en un territorio que se mantendrá por mucho tiempo como frontera norte, interna, del territorio mayor.

Conclusiones
Las conclusiones a las que arribamos en este artículo tiene carácter de provisorio hasta que terminemos de completar el análisis de las últimas estancias de la segunda mitad del siglo XIX. Aún así podemos aseverar que mientras en el Antiguo Matará la compra de tierras fiscales y la compra venta se aceleraba notablemente al ritmo de la entrega de las mercedes territoriales, casi sobre inicio del siglo XIX las tierras copeñas comenzaron a ser efectivamente objeto de transacciones comerciales en lotes de dimensiones muy reducidas, situación que se mantendrá hasta el fin del gobierno de Juan Felipe Ibarra.
Con la documentación que llevamos analizada hasta el momento, podemos afirmar que el período Ibarriano se caracterizó en sus operaciones, por ser realizadas entre familiares que a su vez formaban parte del mismo espacio político, los Alcorta, Olaechea, Ibarra, Palacio, Lami, Paz, Luna, Salvatierra, formaban parte de la burocracia, y eran miembros de la Sala de Representantes (Gargaro, 1944:59). Así como entre los miembros de la plana mayor de las comandancias de la frontera del Salado. Pero a su vez, éstos estaban conectados, de modos que son núcleos por demás de interesantes para profundizar en futuros estudios.
Luego se iniciaron los primeros procesos de modernización y con ellos las compras de tierras. El derrotero territorial de este gran espacio nos muestra situaciones diferenciadas, así, cuando el río Salado se orientó totalmente hacia el Oeste los terrenos no habrían tenido grandes extensiones y habrían estado en poder de compradores santiagueños, a lo que habría que sumarle la complejidad de los límites con la provincia de Salta. Mientras que hacia el Este, los compradores foráneos que hemos visto ampliamente en el Antiguo Matará, llegarían a tener una extraordinaria presencia, organizando un territorio en cuadrículas que arrinconaría a los antiguos poseedores hacia la angosta franja del labio oriental del Salado.
Las informaciones sobre tierras en el Antiguo Copo, que surgen en los relatos más antiguos, vuelven a aparecer con posterioridad a la expulsión de los Jesuitas en la antiguas mercedes, comienzan a tener mayor entidad a comienzos del siglo XIX. Así, a comienzos del siglo XX se pueden observar en el Plano de 1904, donde estuvo la antigua Merced de Copo, un grupo muy nutrido de pequeñas estancias dedicadas, tal como lo expresan sus propietarios al momento de la regularización de sus títulos casi sobre fines del siglo XIX, a la cría del ganado y cultivo a los fines de autoabastecimiento. Lo notable es, cuando se va siguiendo la historia de cada una de aquella estancias: Choya, Suri, Vinalito, Roca, Tasioj, Eren Bajada, Cañada, Negro Pampa, Mistol Pallana, Laguna, Guacayan, Chañarito, Paaj Pozo, San Juan, Monte Cristo, San Roque, Cerrito, San Lorenzo, San Bernardo, San Salvador, San Pablo, La Firmeza, Santo Domingo, El Chileno, Simbolar, San José, Lorenza, Cordillero, Agua buena, Quebrachitos, Pozo Hallado, Ahí Veremos, Toro Pampa, Vinal Pozo, se advierte, por una parte, que prácticamente todas pertenecens a santiagueños con apellidos acriollados y de antigua data, que de algún modo, fueron aprovechando las facilidades que el gobierno les daba, en distintos momentos, para regularizar legalmente la posesión de sus pequeños espacios, lo que es en sí mismo un dato muy interesante que para nada ocurre en el Antiguo Matará, caracterizado por los grandes compradores, por el acaparamiento de tierra por parte de la elite en distintos gobiernos, por la emergencia de villas donde las elites operaban de igual modo.
La llegada de los compradores forasteros, que para comienzos de la década de 1880 ya se insinuaba en Matará, demoró bastante en hacerse presente en el Antiguo Copo, pero, por el contrario, la velocidad con que desarrollaron la apropiación de las tierras fue proporcionalomente inversa. Y aquel conjunto abigarrado de muy pequeñas estancias a comienzos del siglo XX, desapareció por completo. Se entiende como una acción de absorción en el completamiento de sus grandes extensiones que llegan, prácticamente, a orillas del río Salado.
Dos espacios de una misma provincia, uno con estudios concluidos y otro en los inicios, pero sobre los que ya podemos marcar diferencias bien notorias. Mientras el Antiguo  Matará disfrutó de muy buenas condiciones ecológicas y de posibilidades de producciones variadas, fue sometido, con un ritmo vertiginoso de expansión, con disputas importantes sobre los lotes a rematar. Era un territorio apetecible para los grupos de poder local hasta que decidieron desarrollar industrialmente la provincia retrotrayéndose al antiguo corredor del río Dulce y las fronteras quedaron abandonadas de todo control del Estado, salvo para el irrisorio cobro de la extracción de madera. Dejando aquel lejano territorio en manos de aquellos grupos dedicados a las compras de tierras en las fronteras, no solo del Salado, sino en la interna del Río IV en Córdoba y de nor-patagonia. En el mismo período, el Antiguo Copo estuvo mucho más ligado a la vida misma del Chaco entendido como frontera de fronteras, sin Pueblos de Indios y con sistemas de servicio personal de los indígenas mucho más extendido de lo que las leyes lo autorizaban, con pequeñas y muy pequeñas propiedades, con apellidos santiagueños, sin villas, sin regadíos, en fin, un territorio sobre el que también avanzó la elite pero no con la voracidad del anterior, sino ocasionalmente. territorio que podemos caracterizarlo como de pequeñas propiedades, espacio de estudio sobre el que hay que profundizar con atención y cuidado.



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[1] LEY Nº 22.347. Fíjase el límite entre las Provincias de Salta y Santiago del Estero. Buenos Aires, 2 de diciembre de 1980. http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/199431/norma.htm
[3]Para otros casos en el Gran Chaco, consultar Teruel, 1994, 2003 y 2005; Teruel y Santamarina, 1994; Schaller, 2008 y Girbal, 2014.
[4] Rossi y Banzato, Op. Cit. (2013)
[5]Orestes di Lulo (1964) “La provincia de Santiago del Estero representa geográficamente un gran mar interior disecado, según la opinión de Frenguelli, y fue parte de la fosa tectónica hundida entre dos grandes pilares cristalinos: los relieves Uruguayo-Brasileño y las sierras desprendidas de los Andes”.

[6] ACSE (1767-1777, pp: 143-145) - Doc. del 19-07-1770-AHN. En: Rossi y Banzato, 2017, op. Cit.
[7] Aunque estos dos últimos en sí mismos conforman históricamente una amplia cuenca interprovincial comprendiendo las provincias de Salta Tucumán y Santiago del Estero.
[8] Ginzburg, Adámoli, Herrera y Torrella (2005) http://www.insugeo.org.ar/libros/misc_14/10.htm
[9] Ibídem, op. Cit.

[10] Actualmente en el límite entre Salta y Santiago del Estero, pero del lado salteño.
[11] Gobernaba el virreinato del Perú Don Andrés Hurtado de Mendoza, II Marqués de Cañete.
[12] De su proceso de transferencia y ubicación, daremos cuenta en la primera mitad del siglo XIX, cuando comienzan a aparecer las primeras informaciones.
[13] Mabel Mamaní y otros, “Avance de las investigaciones en Esteco El Viejo” (2006).
[14] Entre ellas podemos mencionar la Villa de san Francisco de la Victoria de Vilacabamba, la villa Real de Oropesa, la Villa Deleitosa de Oropesa, la Vila Rica de oropesa, la Ciudad de Córdoba de la nueva Andalucía, la villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa (hoy Tarija), lac iudad de Salta en 1582.
[15] Hay informaciones que no se pudieron confirmar aun documentalmente, que aseguran que del Salado salieron 15.000 indígenas a trabajar en las minas de Potosí.
[17] Tiempo antes, ya los vecinos feudatarios fueron lentamente trasladados a las villas fundadas a partir de 1592, como Nueva Madrid o Madrid de las Juntas (hoy Metán).
[18] Ese nombre lo recibe porque atravesaba territorios de una parcialidad de los Wichis llamado Macomitas.
[19] Bajo la gobernación de Urizar y Arespacochaga y la lugartenencia de Alonso de Alfaro se fundó la Reducción de los indios Lules en 1711 sobre el río Salado en las cercanías del fuerte de  Balbuena. Tuvo dos traslados, en 1714 un poco más al sur, puesta bajo la advocación de San Esteban cambió su nombre por San Esteban de Miraflores, quedaría en territorio salteño. En el mismo la abundancia de arroyos y buenos pastos para ganados, maderas piedras y cales para la construcción de edificios, se complementaba con los bosques que proveían de abundantísima miel y caza. Fue destruida en 1728 por indígenas, los lules reducidos huyeron por los bosques, hasta que fue reubicada en 1752 sobre la ribera izquierda del Río Salado y la falda oriental del Cerro de Miraflores, 36 leguas al SE de Salta con  importantes defensas y fortalezas defensivas que fueron destruidas en la gran invasión mocoví de 1734 (Rossi y Banzato, 2013). En realidad, la mención a esta reducción nos sirve de comparación al momento de su desarticulación sobre fines de siglo por las cuestiones de las tierras y los ganados, por eso la mencionamos específicamente.
[20] En Rossi, 2016, puede encontrarse un tratamiento más detallado de los pormenores de la historia previa de la reducción a su traslado al lugar de las Petacas
[21] En 1845 nosotros tendremos a Ildefonso Navarro, vecino del Departamento Copo, comprando un terreno en la misma zona, lo que nos lleva a pensar que era una antigua familia de ocupantes y productores que  sobre mediados de siglo XIX legaliza la propiedad de la tierra que efectivamente ocupaban.
[22] AHSE-Temporalidades-Documentos relacionados con los Jesuitas-Doc. 367.
[23] También en nuestros estudios de tierras encontramos dos puestos con el nombre de Ovejería.
[24] Solamente nos referiremos a las Reducciones del actual territorio santiagueño. Hacemos hincapié en el perfil ganadero porque será el que adopten las futuras estancias. Gullón Abao (1993, 160-161) consigna que al momento de la expulsión en San Esteban de Miraflores existían 15.000 vacunos, 1.500 ovejas, 300 caballos, entre 200 y 300 bueyes. Un año antes el Cabildo Salteño informaba que la Reducción de Balbuena tenía una cantidad de ganado equivalente a Miraflores. Casi no poseían mulas, pero los pastos de las Reducciones eran utilizados por los particulares para engorde y les pagaban un canon a las misiones. “en general, el balance económico de las reducciones jesuíticas en la frontera Este del Tucumán fue muy positivo,…, pero carecemos de las cuentas de las reducciones, ya que los jesuitas al conocer la noticia de la expulsión, quemaron la mayoría de los documentos y los administradores civiles que les sucedieron tampoco hicieron mucho por aclararlas, esperando obtener beneficios de la confusión”.
[25] Informe de Gerónimo Matorras, Lima, 10 de marzo de 1772, Audiencia de Buenos Aires, Legajo 143. En: http://www.larramendi.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1000224, Andrés-Gallego, 1990:19.
[26] DGCSE-Departamento Pellegrini (Ex Copo 2º) – Copia de Mensura Nº 9 – Terreno: Toro Muerto.
[28] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 31- nº ilegible (por agua) (nº antiguo 115) – Iniciador: Miranda, Antonio – Extracto: Títulos de propiedad “La Fragua”.
[29] http://www.genealogiafamiliar.net/old/getperson.php?personID=I87018&tree=BVCZ / María Cecilia Rossi (2010) Espacios y Relaciones de Poder. Su articulación en Santiago del Estero durante el proceso inicial de implante de la modernidad. 1851-1875. MCReditora online, Santiago del Estero. Era hijo del comerciante borbónico Ramón Antonio Gil de Taboada, llegado de la Villa de Vivieiro, Lugo, España alrededor de 1750 y Doña Francisca Luisa de Paz y Figueroa Salvatierra, quienes se casaron en 1775 en Matará, frontera del Salado. Nacido en 1783 como segundo hijo, tenía cinco hermanos, Francisca Antonia (1777), Juan Tomás, Ana María (1788), Sebastiana y Leandro. Fue  casado con Doña Felipa Josefa Paz Pereyra Marino (hija de Juan Bautista Paz), de Tucumán, y tuvieron dos hijos, Felipa y Félix Taboada Paz. Heredó el negocio de su padre y tuvo una importante actuación política. A la muerte de su esposa retomó su carrera religiosa (abandonada cuando su padre falleció y debió hacerse cargo de sus negocios) y se ordenó sacerdote en el año 1845. Falleció en Rosario a la edad de 80 años.
[30] DGCSE-Departamento Pellegrini (Ex Copo II)- Copia de Mensura Nº 4-Año de 1815.
[31] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 21-Expediente 1896Bis (antigua numeración 37)-Iniciador: Taboada, Juan tomas.-Sobre: Mensura en “Las Zanjas”- Jiménez, 8 de junio de 1844.
[32] DGCSE-Departamento Pellegrini (Ex Copo II)- Copia de Mensura Nº 4-Año de 1815.
[33] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 21-Expediente 1932- (numeración antigua: 79)- Año de 1847.
[34] DGCSE-Copia de Mensura Departamento Copo 09.
[35] DGCSE-Copia de Mensura 62-Departamento Ibarra-compra de noviembre de 1805.
[36] AHSE-Mesa de Tierras Fiscales, leg. 39, expte. 2188 y Dirección de Geodesia y Catastro de Santiago del Estero, Tribunales, leg. 19, expte. 1606.
[37] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 17bis-Expediente 68.
[38] DGCSE, Copia de Mensuras 39 de Departamento Ibarra y 14 de Departamento Copo.
[39] Nació en Santiago del Estero en 1796 y falleció en Buenos Aires en 1848. http://www.genealogiafamiliar.net/busqueda ID. I61362
[41] AHSE-Mesa de Tierras Fiscales, leg. 2188, expte. 39.
[42] AHSE-DGCSE, Copia de Mensuras 39 del Depatramento Ibarra y 9 de Copo.
[43] DGCSE, Copia de Mensuras 39 de Departamenteo Ibarra y 14 Departamento Copo / AHSE, Sección Tribunales, leg. 19, expte. 1383.
[44] AHSE-Mesa de Tierras Fiscales, expte. 2, leg. 34.
[45] AHSE, Sección Tribunales, leg. 20, expte. 1757.
[46] AHSE, Sección Leyes, Decretos y Resoluciones, leg. 1, 1816-1859, 20 de noviembre de 1830 fue nombrado Comandante de la Frontera de Abopones con un sueldo de $40 por mes.

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