GUILLERMO BANZATO** gbanzato@fahce.unlp.edu.ar
1. Introducción
El antiguo
Matará y el antiguo Copo son las dos grandes divisiones de la provincia de
Santiago del Estero a partir del eje vertebrador del río Salado del Norte. Los
estudios exhaustivos que realizáramos sobre el primero, nos permiten ahora
pensar ambos espacios como un solo territorio que atravesó diferentes procesos
con respecto al reparto de las tierras pertenecientes a antiguas comunidades
del Chaco, por parte de las autoridades imperiales primero y el Estado
independiente después.
Sin dudas,
el estudio del impacto de la ocupación y reparto legal de tierras en el largo
plazo es un insumo necesario (aunque no suficiente, claro) para comprender la
situación de marginalidad de estas regiones en el sistema imperial y luego con
la incorporación al capitalismo en los siglos del periodo independiente. El
éxodo permanente e inmemorial de habitantes de Santiago del Estero tiene una
parte de sus raíces en esa conformación territorial desigual, que hasta fines
del siglo XIX se expresó en las estancias ganaderas (Rossi y Banzato, 2013) y
la persistencia de la recolección como complemento para las familias campesinas
(Taboada, 2013 / Farberman, 2006), luego se avanzó sobre el monte hasta
devastarlo (Girbal, 1982; Tasso, 2007; Di Lullo, 1937-1999) y hoy tiene su más
alta expresión en el despojo violento a los campesinos en pos del avance de los
agronegocios (Aranda, 2011a y b; Paz y Jara, 2014). La misma delimitación de la
línea que separa a las provincias de Salta y Santiago del Estero fue acordada
en época reciente, durante la última dictadura militar,[1] y
debió ser reafirmada en 2007 ante la falta y el corrimiento de mojones,[2]
indicativo de un uso y abuso ancestral del territorio al que el Estado parece
llegar siempre tarde.
Un estado
del arte de alcance nacional sobre la ocupación del espacio y la entrega de
tierras desde la colonia a fines del siglo XIX es una empresa que necesita de
un equipo de investigación y un libro entero. Vamos a limitarnos, entonces, al
territorio de Santiago del Estero, con algunas referencias al Gran Chaco,
comprendido por el este de Tucumán y Salta, Santiago del Estero, Chaco, Formosa
y el norte santafesino (Girbal-Blacha, 2014: 195).
Los
trabajos sobre el período prehispánico en Santiago del Estero definieron un
patrón de asentamiento a lo largo de los ríos, cuyos cambios determinaron las
posibilidades de sobrevivencia, representadas por la utilización de montículos
para protegerse de las inundaciones y de pozos en el lecho para buscar agua en
épocas de sequía; las unidades familiares no excedían los 5 o 6 miembros, cuya
economía se basaba en la siembra de maíz complementada con recolección de
semillas, caza y pesca. Se ha encontrado también una incipiente división del
trabajo a partir del tejido y la alfarería (Lorandi y Lovera, 1972) y la
persistencia de la recolección se ha documentado desde el período prehispánico
hasta el avance de la destrucción del monte chaqueño (Palomeque, 2000 y 2005 / Cione y Lorandi,
1972 y 1979 /Farberman, 2006). Durante la conquista, los pueblos de
indios que se institucionalizaron con las Ordenanzas de Alfaro sobrevivieron
hasta después de la independencia, especialmente en Matará, debido a una serie
de estrategias entre las que se han estudiado el matrimonio, la migración, la
integración a los mercados y los cambios en los sistemas de autoridad (Olañeta,
2013 / Farberman, 2008 y 2011/ Rossi, 2008).
En cuanto
al tema de la ocupación hispanocriolla del territorio, Andrés Figueroa
(1924-1933) comenzó a dar cuenta de la ocupación del territorio a partir de las
mercedes reales y los sucesivos traspasos dominiales, de la formación de los
“antiguos pueblos de indios” y de las “reducciones” del territorio saladino.
Ricardo Ríos (1947) publicó un completo estudio, aunque no exhaustivo, del
traspaso de tierras públicas desde 1856, acusando directamente a los gobiernos
de no haber cuidado el patrimonio provincia; se concentró en las grandes
enajenaciones de tierras fiscales en los períodos 1856-1914 y 1936 en adelante,
entendiendo que fueron realizadas por gobernantes que terminaron resultando los
grandes beneficiarios del proceso -o sectores allegados-, que no fueron
pobladas como era la condición impuesta, que se desconocieron las leyes que
regulaban su entrega y que, luego de la tala del bosque, dejó enormes
latifundios improductivos atentatorios contra el desarrollo de la producción y
el comercio provincial y el asentamiento de la población rural. Hemos detallado
para el Antiguo Matará todas las transferencias del estado provincial a
particulares, la conformación del mercado de tierras local y su inserción en el
mercado nacional, dando cuenta del proceso de ocupación, la estructura agraria
que dio lugar a las elites provinciales santiagueñas durante el siglo XIX y la
entrega final del territorio lindero al Chaco a los más grandes latifundistas
del país en la última parte del siglo (Rossi y Banzato, 2013).[3]
En este
trabajo sobre el territorio fronterizo del río Salado del Norte al que llamamos
"el Antiguo Copo", aspiramos a realizar las primeras reflexiones en
torno a las formas y los modos de apropiación, tenencia, uso y transferencia de
la tierra de antiguas comunidades y luego entre privados, entendiéndolos
sincrónicamente en la evolución histórica desde la fundación de la ciudad de
Esteco, en 1560 hasta mediados del siglo XIX. Pretendemos generar conocimientos
que profundicen los debates reabiertos en los últimos años en el contexto
latinoamericano y particularmente a partir de los trabajos que venimos
realizando desde el año 2006 con los proyectos “Tierra y Sociedad en Santiago
del Estero. La frontera del Salado del Norte, 1851-1930” y “Transformaciones
económicas y formaciones sociales emergentes. El antiguo Matará, 1850-1902”, que
fueron plasmados en Rossi y Banzato
(2013).
1.1. El
territorio del “Antiguo Copo” en su actualidad
El espacio
que denominamos el “Antiguo Copo” se articula tomando como eje el río Salado y
comprende la mitad norte del territorio provincial lindando con las provincias
de Chaco, Tucumán y Salta y ocupando una superficie de 7.330 km2.
Fue
conocido desde la fundación de la ciudad de Santiago del Estero como Copo para
luego dividirse en dos partes Copo 1 y Copo 2. Actualmente está dividido en tres Departamentos
colindantes y de los más extensos que tiene la provincia. Copo 1 mantuvo su
nombre como Copo y tiene una extensión de 13.000 km²; hacia el norte el antiguo
Copo 2 reconvirtió en Alberdi con una superficie de 13.140 km². Hacia el N-O del río Salado se encuentra el
Departamento Pellegrini también parte del antiguo Copo 2, con 7.330 km².
En la
década de 1970 y a través de distintas obras hídricas se logró encauzar el río
Salado, se realizó una última división administrativa Departamental tomando los
ríos como límites naturales de los Departamentos, lo que modificó la ubicación
departamental de antiguas estancias, ya sea cambiándolas completamente o
particionándolas.
1.2 Re-definiendo la frontera.
El “Antiguo Copo” se aleja del
límite para pasar a constituirse en territorialidad
Estudiando
el “Antiguo Matará” advertimos que los estudios arqueológicos y etnohistóricos,
se concentraban en los tramos medio y
sur del río Salado, la zona de mayor extensión territorial y poblamiento
durante el período prehispánico, importantísimo por la variedad de zonas
ecológicas principalmente extensos bañados, en el que las condiciones medioambientales
favorecían un desarrollo agrario más intensivo.
Este
desnivel en los estudios nos hizo pensar que deberíamos revisar las condiciones
ecológicas del tramo norte del río en cuestión para ver si obteníamos algunas
primeras respuestas, sobre todo porque advertíamos la ausencia de Pueblos de
Indios y esto estaba revelando, en principio, el escaso interés que los
españoles tenían en el territorio. Para analizar estas cuestiones, volvimos a
los estudios de Lorandi y Lovera (1972) quienes nos indican que en el
territorio existía un gran y muy antiguo bañado, llamado el “bañado de Copo”.
Pero que cuando el Salado ingresaba al territorio santiagueño, casi en el
extremo Noroeste del Departamento Pellegrini, en tanto río de llanura, lo hacía
arrastrando gran cantidad de materiales arenosos que se depositaban en los
bajíos que ocupaba el bañado, de modo que por temporadas desaparecía
favoreciendo la formación de deltas interiores y zonas salitrosas, haciendo que
el curso del río divagara y tomara otras direcciones en las próximas crecidas.
En el camino dejaba paleocauces taponados de arena hasta llegar al punto de
Figueroa, donde volvía a encauzarse y seguir su curso como lo estudiamos para
el Antiguo Matará.[4]
Posiblemente
sea éste territorio el ejemplo más importante de lo que Orestes Di Lullo llama“…gran
mar interior disecado…” (1964:13).[5]
Encontramos allí unas condiciones ecológicas muy complejas para el asentamiento
de pueblos relativamente estables y el desarrollo agrícola que les permitiera
el sustento. De todos modos, no pensemos que esta caracterización convertía al
territorio en una tierra desierta, sino que estaba poblada por grupos
Amazónicos que ingresaron desde el N-E, caracterizados por el nomadismo.
En el mapa
que tomamos de Lorandi y Lovera se puede observar la falta de instalación de
pueblos de indios en el Antiguo Copo.
Ahora bien. Una
división administrativa de 1777, reinado de Carlos III Borbón, reorganizó la
Jurisdicción santiagueña sumando a los ya tradicionales Curatos (para el Salado
los de Matará y Guañagasta): los Partidos
(que como nominación era novedosa) y para el Salado organizó un gran espacio
denominado “de las estancias nuevas Salado arriba”.[6] Tras la búsqueda de esas
estancias re-visitamos el territorio del actual Departamento Pellegrini y nos
orientamos hacia el Oeste, para volver a pensar en la instalación de las
Reducciones Jesuíticas, su ubicación y el uso de la tierra en función de la Administración
Indiana (Emiliani, 1994). Además, en la posibilidad de que con las
Temporalidades hubieran surgido estas nuevas estancias que, en la medida que la
documentación disponible lo permita, iremos ubicando y contextualizando.
En ésta
reorientación hacia el Oeste advertimos que debíamos incorporar un sistema
hidrológico, el de la cuenta de los ríos Horcones y el Urueña, ambos con origen
en la sierra de la Candelaria.[7] El Horcones (que naciendo
en Salta se lo conoce como río del Cajón o del Rosario) penetra en el
Departamento Pellegrini unos 50 km y atraviesa muy antiguos terrenos como La
Fragua, el Mojón y la más nueva localidad de Nueva Esperanza, capital
Departamental de Pellegrini, es extremadamente peligroso en épocas de crecientes. El Urueña, por su parte, tiene un
recorrido menos extenso e ingresa por
otro antiguo terreno El Remate. En períodos de grandes crecidas ambos vuelcan
sus aguas en el Salado. [8]
Entendemos que la
mayor importancia de reconsiderar este territorio es que en la actualidad
constituye una parte importante del llamado Humedal del Chaco, una “densa trama
de humedales conformada por los Bañados del Norte del río Salado y Bañados de
Figueroa, los Derrames de los ríos horcones y Urueña y el Esteros salobres del
Norte de Santiago, [que] forman un importante sistema o macro humedal de nivel
subregional…”.[9] Si en la actualidad es esta una herramienta
fundamental para el manejo de los ecosistemas, por qué no pensar en que también
lo era para la época de nuestro estudio, aunque no lo llamaran ni ecosistemas
ni maco humedales, sino que los lugareños valoraran altamente las condiciones
ecológicas de aguadas, pastos, lagunas, cerros, etc. y que por lo mismo haya
sido una zona muy disputada para su uso o tenencia.
Se nos planteó
entonces la re-consideración de nuestro concepto previo de frontera del Salado.
Ese concepto de Frontera que utilizamos en nuestros estudios del Antiguo
Matará en tanto manteníamos el uso
español antiguo como límite o marca. Ahora, nuestra frontera del Antiguo Copo
ya no era un límite, sino que comenzaba a conformarse como una territorialidad,
que ampliando nuestros horizontes geográficos nos ayudará a explicar las
complejidades del trazado de límites con Salta que, recordemos, se resuelve
recién en 1980 aunque todavía tenemos pendiente algún litigio por corrimiento
de mojones en el extremo norte provincial.
2.
La frontera norte de Santiago del
Estero durante el Antiguo Régimen
Producido el cuarto traslado de la
ciudad de Santiago, en 1553 por Francisco de Aguirre, y mientras éste se
encontraba en el proceso de fundación de Córdoba, un grupo de 60 amotinados
liderados por Jerónimo de Holguín se dirigieron Salado al norte y levantaron en
su ribera Este, en la provincia indígena de Esteco[10], la ciudad de Cáceres,[11]
ubicada entre 45 a 50 leguas de la capital. Surgida de la ilegalidad, su
situación fue normalizada un año más tarde bajo el nombre de Ntra. Sra. de
Talavera de Esteco. Al designarse como Capitán y Teniente de Gobernador Don Juan
Gregorio Bazán, distribuyó solares, quintas y estancias (Aguilar, 2013a-b).
Pero en 1568 Don Francisco de Aguirre regresaba a Santiago del Estero liberado
ya de su primer proceso de la Inquisición deseoso de venganza y destituyó a
Bazán, instalando en la Lugartenencia de Esteco a Don Tomás González, a quien
le serán entregadas dos importantes mercedes de tierras y encomiendas, en 1574
la de Copo y la de Petacas en 1583. Ambas en lugares privilegiadísimos por el
medio ecológico en que se encontraban. Y en el mismo año de 1574 se entregó
otra merced de tierras y encomiendas, la de Curu Huasi, hacia el sur de
Petacas, también sobre el río Salado, al Capitán de Milicias Don Juan Gómez
(Rossi y Banzato, 2013).
Por otra parte, cuestión que no es
menor, allí encontramos a la elite militar de Esteco-Santiago del Estero
apropiándose de extraordinarias tierras con extensiones que, por el momento,
nos resultan indefinidas. Todos éstos terrenos se encontraban en el actual
Departamento Pellegrini, aunque por el corrimiento hacia el Oeste del río
Salado en la actualidad Curu Huasi se encuentra en el actual Departamento Copo.
Mientras que en el de Pellegrini se encuentra una antigua estancia que conserva
el nombre de Copo.[12]
Con estas entregas se inició el
proceso de ocupación legal del suelo desde el norte hacia el sur del río
Salado. Visto entonces desde Santiago, fue el territorio copeño el que conectó
en los tramos iniciales de la conquista con la ciudad de Esteco, que a su vez
como núcleo productivo y comercial conectaba el Perú y el Río de la Plata
(Mamaní, et. al, 2006).[13]
De esta cuestión puede dar cuenta la Información de Servicios que la ciudad
envió en 1589 en manos del Procurador Hernán Mexía y Mirabal al Rey,
reconociendo haber alcanzado una posición de privilegio en la ruta La
Plata-Buenos Aires, y como resultado de ello resultar altamente beneficiada por
el tráfico de carretas que, al detener allí su camino, aumentaban los caudales
de la ciudad (Palomeque 1992 y 2005 / Aguilar, 2013b: 4).
2.1 La geopolítica del Virrey Toledo
y su afectación a la expansión espacial de la jurisdicción santiagueña hacia el
sur
Cuando
asumió el virrey Toledo, el 30 de noviembre de 1569, modificó el plan
geoestratégico de su predecesor relativo al avance en la ocupación del espacio
hacia el Río de la Plata, y las nuevas políticas modificarán drásticamente la
apropiación y el uso del suelo en el norte de la jurisdicción de Santiago, tal
como se la venía desarrollando en su expansión hacia el sur.
Tomando el
criterio "que sin el oro y la plata estos reinos no son nada", Toledo
fue el gran promotor de la actividad minera (Noejovich, 1998:2) ponderando la creación
de un sector de alta productividad con la utilización de mano de obra barata
(Salles y Noejovich, 2008). Así, aseguró el territorio alrededor de Potosí y promovió
la fundación de varias ciudades y villas[14]
sin fomentar nuevas entradas que promovieran nuevos asentamientos.
Esta nueva
visión provocó que la expansión hacia el sur de Copo se detuviera comenzando su
desplazamiento hacia el Oeste. El papel secundario que en adelante desempeñará
Copo en relación a la economía altoperuana nos permite terminar de comprender las
razones por las cuales la frontera mataraense por nosotros estudiada en la
formación de sus Pueblos de Indios y su centros altamente productivos, fueron
activados desde el Chaco. A partir de allí toda la aceleración productiva
puesta al servicio, fundamentalmente, de las necesidades altoperuanas,
proveyéndole de mano de obra indígena,[15]
alimentos en tierras propicias para el cultivo, cría de ganado (Assadourian,
2005 en: Aguilar, 2013b) y "ropa de la tierra" facturada en los
obrajes saladinos (Rossi y Banzato 2013).
Pero
además, y aquí retomamos la idea de desplazamiento territorial fronterizo hacia
el Oeste, la política de Toledo desviará el camino de Esteco hacia otras villas
como Madrid de las Juntas (también sobre el Salado, donde se junta con el río
Las Piedras) y organizará un nuevo camino: Córdoba, Santiago del Estero, San
Miguel del Tucumán, Salta, La Plata.
Obviamente
que no es este el espacio para indagar las formas en que con estas acciones en
el territorio salteño se fueron reubicando los primitivos solares, tarea que
dejamos para los colegas salteños, pero si entendemos que, como ocurría cada
vez que una ciudad era trasladada, los solares, quintas, chacras y mercedes de
tierras también se re-adjudicaban. Lo que sí está claro en la política toledana
es que que a la idea de villas como protección de ciudades más importantes, se
sumará la de instalar en ellas a la gente más pobre del territorio copeño, con
lo que en teoría, también se debería haber ido desactivando la ocupación del
territorio del Antiguo Copo y su sistema productivo. ¿Pudieron en ese lapso nuestras
tierras copeñas quedar un tiempo abandonadas? ¿o bien no se renovaron los
títulos? o ¿retrotrajeron a su condición de fiscalidad, mientras avanzaba la
ocupación del actual Departamento Figueroa hacia el norte siguiendo el curso
del río? Sobre este punto, queremos
dejar asentado un planteo sobre el que volveremos más adelante en nuestro
análisis. Que quedaran nominalmente sin dueños legítimamente reconocidos por la
corona, no significa que no estuvieran ocupadas por dueños sin posesión legal y
que las compras registradas a partir de la segunda mitad del siglo XIX de
pequeños terrenos de apellidos santiagueños de larga historia en la comunidad,
tuvieran que ver con la legalización de una antiquísima ocupación familiar.
Casos como éstos ya los vimos, en escala reducida, en el Antiguo Matará. Esto
nos lleva a considerar que, aún con todo la construcción territorializada de la
frontera copeña hacia el Oeste salteño, las tierras copeñas permanecían en producción,
y que seguían pobladas, aunque desconocemos qué superficie pudieron abarcar.
2.2 El siglo XVII
En 1692 un
gran terremoto destruyó la ciudad de Esteco teniendo en ella su epicentro, y sus
réplicas dañaron también a la ciudad de Salta, dando origen a la historia de la
Virgen del Milagro.[16]
Los terremotos en Esteco no eran tan poco habituales, el Padre Lozano afirma
que en 1632 se había producido otro de gran magnitud. Pero fue el último, de
1692, el que dio el golpe mortal para una ciudad que trataba de mantenerse a
pesar de las inundaciones y las embestidas de los Mocovíes, que le habían dado
un gran sacudón a mediados de 1686. Con el nombre de Nuestra Señora del Rosario
de Esteco, el antiguo sitio reconvirtió en presidio junto con el de Balbuena.[17]
Por entonces, se calcula que los vecinos no llegaban a más de una docena y unos
veinte militares. En ambos lugares encontramos antiguos habitantes re-convertidos
en soldados: “treinta y dos plazas y un cabo castellano, pagados con el
producto recaudado en concepto de sisa, agregándose treinta soldados se socorro
procedentes de Catamarca y La Rioja durante los cuatro meses de lluvia, cuando
los ataques se los chaqueños se tronaban más frecuentes” (Aguilar, 2013ª:7). De
modo que, en principio, y en lugares puntuales, podemos comenzar a afirmar que
efectivamente, los lugareños permanecieron en los lugares, residiendo con sus
familias y trabajando, como lo habían hecho históricamente, las tierras que
consideraban propias, a pesar de no tener títulos de porpiedad.
Llegado el
siglo XVII, el río Pasaje-Balbuena – río Salado se constituyó en la línea
divisoria entre el Chaco, la Gobernación del Tucumán y en ella, la ciudad de
Esteco será la zona más vulnerable ante las embestidas mocovíes. Allí desembocaba
la senda de los Macomitas,[18]
que unía el río Bermejo con el Salado, atravesando vastas zonas boscosas por lo
que es actualmente el norte de la Argentina. Era utilizada por los indios chaqueños
en las incursiones ejecutadas entre enero y abril, los meses más lluviosos del
año, que conocían bien las dificultades que los españoles tenían para ingresar
por el predominio de formaciones boscosas y lo pantanoso que se tornaba el
terreno (Aguilar, 2013a: 13). Siguiendo a Poderti (1998) el equilibrio de la
frontera, que siempre era muy inestable, se fue rompiendo por la presión del
sistema mocoví que fue superponiéndose al español y lo fue eliminando, en el
marco de unas guerras que, por determinación de la corona española, no podían
ser ofensivas, de modo que el único camino que quedaba para los pobladores era
el corrimiento hacia lugares más seguros, mientras que, al mismo tiempo, se
controlaban los levantamientos calchaquíes.
2.4
El siglo XVIII
2.4.a
Las reducciones. Formas de apropiación y uso del espacio copeño
Bitar (2000) y Aguilar (2013a)
señalan que durante el siglo XVIII se articuló en la frontera chaqueña un
triple formato fronterizo: misional, presidiario y ganadero. Mientras la
frontera presidiaria de Balbuena/Esteco tendrá una triple función: vigilar a
los grupos indígenas que se estaban reduciendo, defender la frontera de los
indios que no podían ser sometidos y conservar las tierras ganadas, en este punto
nos referiremos brevemente a la forma que adquirió la frontera misional/ganadera
teniendo como eje el control sobre las tierras copeñas y algunas de las
poblaciones del Chaco.[19]
La instalación de las reducciones en
el actual Departamento Pellegrini (ex Copo II) son bastante tardías, 1750
a 1762. Esto, casi al borde de la
expulsión de los jesuitas, quienes estaban a cargo, y entendemos que respondieron
a la necesidad de fortalecer el territorio de las embestidas de los Mocovíes y
repoblar una zona que había quedado en bastante soledad. Recordemos al respecto
las aseveraciones que sobre la ecología realizaran Lorandi y Lovera que hacía
extremadamente difícil el establecimiento permanente de las poblaciones.
Las investigaciones más
tradicionales nos indicaron que en el territorio copeño solo estaba la
Reducción de Petacas, traslado de la de los indios Vilelas que estudiamos para
el Antiguo Matará en 1735 (Rossi y Banzato, 2013). Sin embargo, la
investigación de Gullón Abao (1993) abre una puerta muy interesante para
modificar esta tradición. Al respecto afirma que fueron tres: Nuestra Señora
del Pilar de Macapillo (que al dividirse las provincias quedó mitad del
territorio en Salta), Nuestra Señora de La Paz y San José de Petacas.
La Reducción de Nuestra Señora del
Pilar o Macapillo fue fundada en 1762 y las tierras quedaron por mitades en
territorio salteño y en el santiagueño, generando grandes confusiones al
momento de regularizar los títulos de propiedad. En el mismo año de 1762 se
trasladó a Petacas la Reducción de los Indios Vilelas[20]
(ubicada originalmente en el antiguo Matará) (ACSE (1748-1766: 226-227). En
este último asentamiento, el medio ecológico era diametralmente diferente de la
ubicación anterior y el trabajo arduo daría sus frutos: una empalizada rodeando
la reducción, una iglesia con sacristía, cocina y demás aposentos, herrería,
galpones y depósitos, iglesia con dos altares, atahona y carpintería,
biblioteca e instrumentos musicales, despensa, siete carretas, etc. (Rossi y
Banzato, 2013).
El elemento más fuerte de todas
estas reducciones y que tuvieron en común, fue la cría de ganado. Estudiando
los documentos de las Temporalidades y a raíz de las ventas de los mismo, en
tanto era el elemento más fácil de vender y convertirlo en dinero, surgen
interesantísimas informaciones sobre las tierras de nuestro estudio, el que era
reconocido por el nombre de “Potero de Copo” donde realizaban invernadas de
mulas y que ocasionalmente compartían con los Jesuitas del Colegio de Santa Fe. En
general son documentos emitidos por el Gobernador Campero que va chequeando el
recorrido de mulas vendidas, por citar solo un ejemplo unas que habían sido
vendidas en alta por un vecino de
la jurisdicción Joachín Navarro.[21]
Unos meses más adelante Lorenzo Suárez de Cantillana se dirigía al Gobernador
desde las “lagunas de Copo”[22]
-en referencia al sector más hacia el norte de los bañados de Figueroa-, donde
la reducción jesuítica de Petacas mantenía vacas en pastoreo. Cuando se realizó
el Inventario y Tasación del Pueblo de San José de Vilelas/Petacas, en el
apartado “ganados” se habla de estas tierras ubicándolas como Puestos que llevaban
el nombre del encargado. Por ejemplo el “puesto del indio capataz llamado
Simón”, donde había básicamente caballos, yeguas y mulas; otro era el “puesto
del indio Lope Mamani” también conocido como “ovejería” donde la principal
producción eran ovejas a pesar de que había otros animales (AHSE-AG-L. 2-E. 228).[23]
Esta situación que resulta,
entendemos perfectamente comprobable en la reducción de Petacas, es coherente
con la Legislación Indiana que indicaba que dentro de la Reducción cada indio debía
poseer “una parcela de tierra que era cultivada para sí y su familia y que era
heredada por sus hijos” circunstancia que debe haber generado grandes
conflictos “…con las diferencias entre las cantidades de familias radicadas
temporal o definitivamente…al momento de contabilizar las producciones y las
ventas a los fines de pagar los tributos…”. (Emiliani, 1994:197, en: Rossi,
2016). Pero si nos interesa por el uso de la tierra en sus formatos que se va a
mantener al convertirse en estancias ganaderas una vez desaparecidas las
Reducciones.
Como bien señala Gullón Abao
(1993:155-156 y 176), pasado el primer medio siglo de conflictos casi
permanentes, si bien las reducciones no estaban aún estabilizadas del todo
aunque contaban con un muy buen futuro económico,[24]
comenzaban a permitir que los españoles accedieran a importantes espacios de
tierra y a mano de obra barata que trabajara en sus estancias, principalmente
ganaderas, con el beneficio de ya tener entrenamiento previo en la reducción.
La expulsión de los Jesuitas,
decretada por Carlos III en 1767 significó el colapso del control territorial,
el desguace de las instalaciones para monetizar los bienes, hasta que el
Gobernador Matorras consideró que había que realizar una suerte de refundación
de la frontera con el asentamiento poblacional bajo el formato de villas o
pueblos y nuevos fuertes.[25]
Además de buscar alianzas con los indígenas no reducidos en el marco del nuevo
control borbónico sobre el espacio chaqueño, ejemplo del cual el tratado del Gobernador Matorras con el
principal cacique de los grupos mocovíes, Payquín, en el año 1774, es un
ejemplo de cómo se pensaba en las relaciones interétnicas en la frontera
Chaco-santiagueña y como se pensaba el Chaco en tanto espacio y en él, en la
apertura de nuevos caminos para comerciantes, para la circulación de
mercancías, conectaría el litoral y el
Río de la Plata con el Tucumán y el Alto Perú, y el espacio Amazónico, Colonia
del Sacramento y Paraguay. Particularmente porque los mocovíes eran muy activos
comerciantes con los portugueses en dos
áreas, el ganado en pié y los esclavos a través de las reducciones
(Nesis, 2008).
A ello hay que sumarle la
especificidad del espacio copeño del Mesón de Fierro (Álvarez 1926; Ca1llet-Bois
1932; Rossi 2004, 2005, 2006 y 2007), un espacio emblemático de antiguas
tradiciones indígenas, que hablaban de meteoritos esparcidos por un territorio
que se había incendiado, de allí los nombres de los pueblos, Aerolito, Monte
Quemado, entre otros. Numerosas expediciones buscaron, desde tiempos tempranos
y afanosamente, esos metales ferrosos que se decían inoxidables con escaso
nivel de éxito, varias de las cuales partieron desde el antiguo poblado de
Matará, y en el proceso borbónico del reinado de Carlos III en acciones
intensivas desde Buenos Aires y desde Santiago del Estero, que insumieron
recursos extraordinarios en hombres y recursos materiales.
Mientras todo esto estaba teniendo
lugar y con la decisión de sostener las reducciones como política imperial
argumentando la idea de la barrera defensiva y que los indígenas reducidos eran
los mejores soldados frente a las incursiones de los bárbaros chaqueños,
algunas como las de Macapillo y Petacas hubieron prácticamente de rehacerse
hasta con fondos propios del gobernador. Pero, a comienzos de la década de 1790
el plan había mostrado su completo fracaso. Petacas se había suprimido antes de
1794 y para 1799 Miraflores y Macapillo fueron reunidas en una sola unidad. Los
reducidos pasaron a servir a las estancias o retrotrajeron al bosque. No
sabemos con certeza qué pasó con Macapillo, pero el ejemplo de Miraflores en
una buena pista para pensar el destino de su gente y de sus tierras. En 1796
alcanzó la menor cantidad de población porque la mayoría había huido. ¿Qué
había ocurrido en Miraflores entonces? Su cura doctrinero Francisco Jerez fue
acusado de introducir agregados y haber realizado arrendamientos de terrenos
favorables a sus parientes y distintos vecinos españoles. Es decir que aquí
hay, en principio, una alianza entre el clero y los españoles de la zona, de la
misma se revela una situación de uso de la tierra de la reducción en beneficio
de los españoles o criollos de cercanía, en claro detrimento de los indígenas
reducidos que, sin capacidad de defensa, veían como la mejor opción la fuga
hacia el bosque, ya que la falta de preocupación por el ganado de parte del
doctrinero los privaba de comida. Y por qué no pensar que los nuevos e ilegales
ocupantes de las tierras los tomarían como mano de obra barata, o cuasi
esclava. Entendemos que este tipo de situaciones pudieran haberse repetido en
distintas reducciones ya muy deterioradas de la frontera norte del río Salado.
Gullón Abao (1993) dirá entonces que “Quienes estaban ávidos de nuevas tierras
observaron con cierta complacencia como se producían las agregaciones, que a la
postre les permitió la compra de estas tierras a pesar de su inicial
prohibición”.
“Los arrendatarios también jugaron
un papel importante en la financiación de las reducciones (post-expulsión),
pagando sus arriendos en forma de trabajo, ya fuese en faenas ganaderas o de
recogida de cosecha, evitando en parte, la contratación de capataces y peones
que suponían en cuantioso gasto para las misiones. No sabemos que monto
representó en la financiación la venta de arte de las tierras de las
reducciones pero sabemos que se produjeron algunas a fines del siglo XVIII y
principios del XIX”. (Informe del Intendente Rafael de la Luz al virrey marqués
de Avilés. Salta 4 de diciembre-17999. AGN. S.IX. 31-7-6, expd. 1176. (Gullón Abao, 1993:190).
2.4.b
Compras al fisco y compra-ventas luego
de la expulsión de los Jesuitas hasta el final de 1850
En abril de 1778, Pedro José Ruiz,
vecino salteño de Inina, vendió a Don Roque de Velasco Sánchez Zambrano, una propiedad llamada El Remate,[26]
en el límite con la provincia vecina, evidentemente se trataba de una parte de
su terreno. De todos modos, cuando se plantea el tema de los colindantes el
agrimensor dice que por el norte lo hacía con un cerro que tenía una laguna al
pié (luego habrá un terreno que lleve el nombre de El Cerro) y no habla de
Inina, por el sur con Campo Redondo, por el Este con Sara Pampa y por el Oeste
con otro cerro que enfrente del ya mencionado (¿?). Este terreno está atravesado por el río
Urueña, que nace en Salta, corre al pié del cerro del remate pasando por la
actual localidad del mismo nombre. Reciben las aguas que bajan del cerro en
época de lluvias intensas y desemboca en la Laguna Negra, en el Oeste del
Remate. Es decir, un terreno bien interesante porque la cantidad de aguas
generaban muy buenas pasturas para la cría de animales.
¿Quién era el comprador santiagueño?
Roque López de Velasco Sánchez Zambrano, hijo de una acaudalada familia
santiagueña de raíces potosinas y españolas, ligadas al comercio de ultramar y
con el Cabildo local cooptado por su propia familia. Había nacido en Santiago
del Estero en 1709 en Santiago del Estero, hijo de Jospeh López de Velasco y de
Magdalena Sánchez Zambrano Maldonado, casado con María Ignacia de Paz y
Figueroa Ibáñez del Castrillo. Era También Alcalde de la Santa Hermandad a
partir de 1748 con carácter de Propietario y fue en dos oportunidades Alcalde
Ordinario de Primer voto del Cabildo santiagueño, en 1752 y 1755.[27]
A pesar de que tanto los límites
como la extensión de la estancia eran muy inciertos (referencias posteriores de
colindantes nos indican que eran terrenos muy grandes), y de no presentar los
títulos correspondientes, en algún momento que desconocemos Roque vendió El
Remate a su sobrino Juan Manuel Iramain Díaz Gallo, nacido en Santiago del
Estero el 12 de enero de 1801, hijo de sus tíos Juan José de Iramain Santillán
(quien fuera Gobernador de Armas de Santiago en 1786) y Pascuala Bailona Díaz
Gallo López de Velasco. Una nueva compra venta en 1820 la realiza el poseedor a
José Diego Iramain (no encontramos datos del comprador, aunque creemos que es
de la familia, posiblemente sobrino). José Diego vuelve a vender el terreno en
el mes de septiembre de 1845 a Marcos Gómez quien pidió posesión del mismo. En
ese momento el gobierno de Juan Felipe Ibarra comisionó al Capitán Hoyos quien
junto con el Interventor Don Lorenzo Ruiz, el interesado y los colindantes,
realizaron la primera mensura del terreno que conocemos, el día 17 de marzo de
1846, según la cual El Remate colindaba con los terreno de Irina por el Oeste
9Salta), Ampato Pozo y Campo Redondo por el sur, al Sur-Este con Cola (posiblemente
se trate de Cona, un terreno que existe en la actualidad) y al Naciente con
Suri Pampa (posiblemente se trate de un error de nominación porque el terreno
existente desde muy antiguo es Sara Pampa, y figura en varios otros terrenos
como colindante). Los encargados de mensurar y deslindar expresan que su
trabajo se complicó mucho por la cantidad de montes y aguadas y que no podían
estirar correctamente la soga, de modo que, advierten, la operación estaba muy
defectuosa. Esta situación es una constante en la medición de casi todos los
campos que encontramos en este territorio. Esto no obstó para que las
operaciones fueran aprobadas por el Juez de Primera Instancia y Marcos Gómez
abonara por la estancia $200.
La
Fragua. 1803. Al
norte de El Remate, estancia de por medio que hoy es la de Monte Quemado, se
encuentra la estancia La Fragua, cuyos
documentos más antiguos de que disponemos nos remontan a 1803[28]
pero que, a su vez, nos llevan al período posterior a la expulsión de los padres
de la Compañía.
Bartolomé Ponze, por parte y en
nombre de su hermano José ya fallecido, vendió el 18 de julio de 1803, ¼ de
legua² a Don Francisco Ibarra de Paz y Figueroa, vecino de La Fragua (esto
significa que tenía otro terreno por allí, hay que encontrarlo) por la cantidad
de $25. Firmaron como testigos Francisco Baleriano y Joaquín Castellón. Hay
otras firmas que me pueden ayudar a pensar quienes eran los vecinos: Mariano
Luis Castellanos, Pedro Gil Ortiz, Joaquín Castellón.
Un documento del año 1856, producido
por Bartolina Serrano, viuda de Don Silverio Argañaráz, pidiendo reposición de
títulos de la Estancia La Fragua, nos aporta otras informaciones de suma
utilidad para reconstruir este verdadero rompecabezas que resulta su historia
más antigua de la estancia y que reúne a las familias más tradicionales que
encontramos como poseedoras de tierras en el Antiguo Matará y que encontraremos
también comprando en la otra parte del Salado norte a medida que se vayan
desarticulando las reducciones, Argañaráz, Figueroa, Ibarra (que por lo que
relata el documento tenían otras tierras en las zona).
Bartolina Serrano de Argañaráz, era
para esos años, una mujer de edad y viuda, de modo que muy preocupada por la
inexistencia de los títulos de la estancia en la que vivía ella y sus hijos,
decidió regularizarlos, solicitando la reposición de títulos, como era de uso y
costumbre. Pero claro, como veremos, no tenía ningún papel en el que constara
que eran los legítimos propietarios. De modo que muy resueltamente le dio un
poder a Don Lorenzo Ruiz para que en su nombre y el de sus herederos se
presentara en el Juzgado en Santiago del Estero a restablecer los títulos de
propiedad de La Fragua, que había pertenecido a su esposo Don Silverio
Argañaráz por herencia de su padre Don Domingo Argañaráz que a su vez había
comprado, según recordaba, una legua a Don Baltazar Figueroa y ½ legua a
Lorenza Díaz, viuda de Francisco Ibarra. Lo interesante es el relato que hacer
Bartolina del modo como se le perdieron los títulos de propiedad y lo ubica en
la revolución de 1831 en que una invasión unitaria encabezada por el General
Paz desplazó por poco más de un año al gobernador Felipe Ibarra del Poder. Ya
hemos visto inundaciones, incendios, polillas, etc. Pero ahora le tocó el turno
a una revolución. Para ese año su esposo todavía vivía, cuando una partida de
revolucionarios invadió violentamente y saqueó su estancia hiriendo tan
gravemente a su esposo que terminó falleciendo. En el saqueo le robaron todos
los papeles incluidos los títulos de propiedad de la estancia y por más que
imploró le dejasen las escrituras de propiedad, perdieron todo. De modo que
acudió al modo que se estilaba para reconstruir esos procesos de propiedad,
presentar testigos que acreditaran lo más fehacientemente posible, que los que
decían ser los dueños lo eran. Los testigos fueron tres, dos con más de
cuarenta años y uno con más de 60. Timoteo Baldivia dice no haber conocido al
dueño original pero sí al finado Don Silverio Argañaráz y a su hijos y herederos
residentes en La Fragua; que hace mucho que conoce esa estancia y desde
entonces oyó decir que era de los Argañaráz, que varias veces acompañó a ella a
su hermano para apartar reses del rodeo de uno de ellos, pero ignora el título
con el que la poseían y la extensión de la estancia. Que ha sido vecino de
aquel distrito por muchos años y que no ha oído que nadie haya hecho oposición
alguna en su posesión. En términos relativamente similares se expresó Francisco
Paulo Villarruel que dijo que desde muy niño había conocido a los Argañaráz
viviendo como dueños de la estancia y así viven hasta el momento de su
declaración. Que según tiene odio la tienen por herencia de sus antepasados
pacíficamente y esto le consta porque es vecino muy inmediato de dicha estancia,
y, aunque también ignora la extensión de la misma sus vecinos reconocen sus
límites. Medio raro, no?
Posiblemente la declaración más
interesante sea la de Pedro Ferreyra porque al tener más de 60 años, conoció a
Don Domingo Argañaráz así como también a sus hijos y a la estancia, que eran
vecinos y residentes como 40 años atrás y como dueños, ya que vivieron muchos
años avecindados, y nunca supo que hayan tenido oposición alguna. Otra vez,
ignora la extensión de la estancia.
Una vez concluidas las declaraciones
de los testigos, el Juez de 1ª. Instancia extendió los títulos de propiedad
correspondientes, en Santiago del Estero el 24 de enero de 1856.
Zanjas. Entre 1814 y 1815, el poderoso
comerciante Don Antonio María Taboada de Paz y Figueroa[29]
solicitó al gobierno la adquisición del terreno llamado Zanjas[30],
en cuyas operaciones intervino el Supremo Director de las Provincias Unidas
haciendo constar la denuncia, tasación y el carácter de tierras baldías y por
lo tanto vendibles. En 1815 el gobierno de la provincia recibió el informe de Taboada
ya las había poblado y podían proseguir con los trámites de tasación, en el cual
intervinieron los peritos Castellanos y Maguna diciendo que “corrieron cuatro
leguas al norte y otras tantas al oriente y al occidente”. Aquí tenemos un
punto interesante, porque según los relatos de los citados, Taboada habría
comprado 8 leguas² o unas 15.000 has, también aproximadas, porque las
mediciones se realizan sobre 6.000 varas de lado que no coincidirán con las
5.000 varas impuestas por el gobierno a partir de 1856 y de allí unos enormes
problemas en las mediciones de las siguientes subdivisiones. De todos modos los
peritos dicen asignarle linderos fijos y luego tasan el terreno. En 1817
llegaron las últimas disposiciones del Supremo Director aprobando las acciones y
se puso a Taboada en posesión de su terreno.
Las Zanjas. Unas leguas de 6.000
varas de lado y unas cantidades que no son tales al momento de las ventas. Las
primeras subdivisiones y compra-ventas. Título a la
carta!
La historia que sigue es sumamente
interesante porque nosotros tenemos una primera mensura en el año 1844, pero
esta primera mensura consultada no nos aporta información alguna por qué fue en
ese año ni las razones.
Pues bien. Un expediente iniciado
por el Presbítero Don Tomás Juan Taboada[31]
contra su hermano, el para ese entonces también Presbítero Don Antonio María
Taboada, se presenta ante el Juez de 1ª. Instancia porque lo cita porque para
saber por qué vendió 4 leguas² de Zanjas sin que su hermano, el dueño de la
estancia, supiese. En su descargo, Don Antonio María alude a una deuda que
Antonio tenía con él y que como no estaba en Santiago tomó parte del terreno y
lo vendió “hizo venta de un retazo de tierras” (todavía no sabemos a quién) “pero con el objeto de
hacerme pago de cantidad de pesos que me era deudor, como lo hace todo deudor,
con un deudor ausente o fallecido, y para esto no se necesita poder”. De todos
modos se muestra pronto a obedecer lo que la justicia le mandare. Evidentemente
su hermano, ya ordenado sacerdote desde Buenos Aires accionó rápidamente ante
la justicia local obligándolo a mensurar y deslindar el terreno, lo que ocurrió
entre el 8 de junio y el 18 de agosto de 1844. La fracción de 4 leguas² que ahora
correspondía a Juan Tomás para regular la venta, colindaban por el Norte con
los Corbalán y el Fisco, por el Sur con Pedro Antonio Mansilla y el Fisco, por
el Este con el Fisco y por el Este con el vendedor.
De modo que la mensura del primer
documento consultado[32]
del cual surge la primera mensura concreta de una fracción, se debió a esta
disputa entre estos dos hermanos Taboada. Inmediatamente, Don Juan Tomás, que
antes de tomar los hábitos en Buenos Aires era casado y había tenidos dos
hijos, decidió entonces donar “de toda porción que se conserva del mencionado
terreno, por tener ya vendidas algunas fracciones”, a sus dos hijos, Josefa y
Félix Taboada Paz.
Con Zanjas tenemos una compra de
Antonio Juan Taboada al fisco entre 1814 y 1815. Luego una venta por deuda a su
hermano Juan Tomás de 4 leguas² en 1844 y éste vende no sabemos a quién. En ese
mismo año Antonio Juan dona lo que resta de Zanjas a su dos hijos, no sabe
cuánto es porque tiene algunas ventas realizadas. No sabemos a quién vendió ni
cuánto, no dice nada en el documento, pueden ser ventas extra-judiciales.
1820. Copo-[33]
En 1820 Don Juan Manuel de Iramain
(dueño de El Remate) vendía a Don José Domingo Iramain (también comprador de El
Remate), la estancia Copo, que tenía 2 y ½ legua² a los cuatro vientos, medidas
desde el centro del Paraje del mismo nombre. Eran sus colindantes Yacumisqui,
Potrerillo y Laguna, cuyas leguas son medidas de 6.000 varas cada una. El costo
de Copo fue el mismo que El Remate, $200. En algún momento que desconocemos, “los
Sres. Iramain vendieron” Copo a Eulogio Lobo quien, desde el Distrito Don
Benito en Tucumán a la vuelve a vender en 1874 a Don Isidro González, en, una
suerte de Estancia en Copo 2º llamada Copo
Viejo. De modo que podemos pensar con cierto margen de certeza que esta
estancia formó parte de la más antigua merced, la de Copo entregada en 1574, al
Lugarteniente de Aguirre en Esteco Don Thomás González. Para el año de 1874,
Copo Viejo lindaba con La Fragua y El Remate.
Tanto Copo, como El Remate como La
Fragua, debían tener extensiones muy grandes. Sus dueños eran gente de
muchísimo dinero, grandes comerciantes, así como quien compró las dos segundas
En 1826, cuando el copeño José L.
Ruiz, hijo de Damián Ruiz, compró a la provincia la estancia Las Puertas de 1.874 has.[34]
Estaba ubicada sobre el Camino Real y sus colindantes eran personas conocidas
en nuestros estudios sobre el Antiguo Matará. Por el Norte estaban los terrenos
del, ya para ese entonces, Comandante de la frontera Coronel don Francisco
Antonio Ibarra que había comprado en abril de ese año la estancia Lechiguana, y
hacia el Sur uno de los grandes compradores del corazón mataraense, Martín
Argañaráz, dueño desde 1805 de Era Bajada[35]. La
estancia se encontraba sobre el Camino Real y se midió, hacia el sur, una legua
de 5.000 varas.
1820.
la estancia El Remate que vimos en el punto anterior adquirida por Don Roque López
de Velasco Sánchez Zambrano, con unos límites bastante inciertos, por cierto
que complicarán enormemente al momento de las ventas posteriores. pasó a
propiedad de Don Juan Manuel Iramain, quien en julio de 1820 lo vende a José
Diego Iramain, quien a su vez en
septiembre de 1845 lo vende a Marcos Gómez. Este pidió posesión el mismo
año y el gobierno de Don Juan Felipe Ibarra comisionó al Capitán Hoyos quien
fue con el Interventor del Gobierno Lorenzo Ruiz, el interesado y los
colindante y el 27 de marzo de 1846 realizaron la mensura, extendiendo la
correspondiente escritura. Para ese año los colindantes eran por el Sur Ampato
Pozo y Campo Redondo (aparentemente han desaparecido en la actualidad los
nombres de esos terrenos), el Este con Cola (puede ser Cona, terreno que existe
todavía) y al Este Suri Pampa. Había mucha agua y montes, no se podía estirar
la soga, de modo que la operación quedó muy defectuosa, sin embargo fue
aprobada por el Juez de Primera Instancia.
Otra compra-venta también efectuada por Juan Manuel Iramain fue de la
antigua estancia de Copo, en el
mismo año de remate, 1820 “comprendida en el terreno de la ciudad de Esteco”.
Debería tratarse de alguno de los traslados de la ciudad que fue conservando
como segundo o tercer nombre Esteco, porque el original estaba en el límite
norte del Departamento Alberdi con la provincia de Salta. Copo tenía dos leguas
a todos los vientos medidas desde el centro del Paraje del mismo nombre y
colindando con Yacumisqui, Portillo y Laguna. Lo interesante es que, al igual
que la medición de Remate, las leguas se medías por 6.000 varas cada una.
Hermosa complicación al momento de realizar las ventas posteriores cuando a
partir de 1855 el gobierno provincial decidió que la legua tendría 5.000 varas.
La estancia tuvo un costo de $200.
Dos mensuras indican el comienzo de la
consolidación de títulos. La primera solicitada por el salteño Juan Quirós
sobre la estancia Sunchito y Remancito, actualmente ubicada en el Departamento
Pellegrini, que habían pertenecido a su coterráneo Juan Acevedo y alcanzaba
1.874 has. y la otra que tramitó José Taboada en 1834 sobre su propia estancia
Tranquitas, de 2.811 has., ya conocemos a este miembro de la conspicua familia
del gobernador Ibarra.
Nos
detenemos un momento en la mensura de Quirós porque ella nos permite ver las
complejidades históricas del trazado de los límites con la provincia de Salta,
que pudieron concretarse recién en el año 1980, como dijimos. Los trámites los
había comenzado en 1814 en la ciudad de Salta, porque en esos momentos la
estancia mencionada se suponía ubicada en la frontera del Valle, a
inmediaciones del Fuerte Pitos. El gobierno salteño comisionó a Don Toribio
Coronel quien al momento de presentar la documentación sostuvo que el 3 de
diciembre de ese año José G. Sardina, como apoderado de Quirós presentó los
documentos originales en que se constató que la herencia provenía de una merced
hecha al finado Juan J. Acevedo y que el Estado era uno de los colindantes.
Pero también remite a escritos del momento de la entrega de la merced cuando
los colindantes eran los RRPP Doctrineros de las antiguas reducciones
extinguidas de Macapillo y Santa Rosa y las tierras de los cacicazgos. En esa
oportunidad y con motivo de la entrega de la merced, hubo una consulta a los
caciques quienes expusieron que no los perjudicaba la merced de Acevedo, ni a
los derechos de sus pueblos que recayeron en el finado José Ignacio Suárez.
Cuando Don Toribio Coronel volvió al lugar para realizar una nueva mensura, los
ancianos del lugar le indicaron los vestigios de la mensura realizada por el
Capitán Cacher cuando dio posesión a Acevedo y con la población antigua que fue
de Villalba[36].
Muy
distinta es la causal de la mensura solicitada por Taboada. El problema era el
fondo que no estaba bien determinado. Recordemos que en la provincia se
consideraban 3 leguas los fondos históricos, más allá de los cuales se
asentaban particulares sin posesión legal. Se presentó Casimiro Taboada en
nombre de su padre José Taboada ante el Juez de 1ª Instancia Antonio Silveti,
ambos acreditaron ser vecinos de Matará y tener comprado un terreno que
deseaban mensurar, en el Curato de Copo, Paraje Tranquitas. He aquí otra
práctica histórica en la compra de tierras de Santiago que analizamos
extensamente para el Antiguo Matará, comprar y no mensurar en los tiempos que
las leyes indicaban, luego, lógicamente, debían litigar. Si bien desconocemos
cuál fue la situación puntual, el hecho es que con esta nueva mensura se
ajustaron a las extensiones históricas y de uso de 3 leguas de fondo, nos
permite pensar que, efectivamente, algunos ocupantes habrían ingresado dentro
de su propiedad y que la situación fue finalmente resuelta. Porque no se
menciona ningún litigio por compra de terrenos vecinos.
Otro medio
para resguardar la propiedad era la reposición de títulos. Un ejemplo lo brinda
el caso de la estancia Los Villalba, ubicada en el Paraje Cruz Grande (del cual
luego tomaría el nombre el establecimiento), parte sur de la antigua Merced de
Curu Huasi (Basualdo, 1981:30), con 5.622 has o 3 leguas². Claudio Medina la
compró al fisco, pero desconocemos cuándo. Tiempo más tarde se la vendió a
Gaspar Villalba[37].
En 1824 Toribio Villalba solicitó una reposición de títulos sobre la estancia,
y parte de la misma fue repartida entre otros cinco hermanos de esta familia
lugareña diez años después, tocándole a cada uno 375 has. Para lograr la
reposición, Toribio Villalba, que era vecino del Curato de Copo se presentó
ante el Alcalde de 1er. Voto, en su nombre y de sus herederos
diciendo que poseían una legua "con su correspondiente fondo…desde tiempo
inmemorial" pero que se le han perdido los títulos originales, no sabiendo
explicar si se los comieron las "polillas" o fue por
"descuido". Solicitó entonces que se los repusieran presentando tres
testigos que acreditaron posesión inmemorial y afirmaron que el terreno
perteneció a Claudio Medina que le vendió a Gaspar Villalva, por eso Toribio
Villalba se presentó como heredero. Un trámite muy sencillo y de recurrencia
frecuente en el Antiguo Matará. Que por otra parte, si se piensa en una zona de
frontera, asolada por malones, involucrada en el levantamiento de Tupac Amaru a
través de Tupac Catari quien recorría la zona levantando a los indios a favor
del movimiento andino (Poderti, 2000) y cada tres años con tremendas
inundaciones, no es imposible pensar que
los papeles hubieran desaparecido como tantas otras cosas y que los
antiguos poseedores sin la tenencia legal, también es posible que recurrieran a
este medio legal para hacerse de la tierra que ocupaban.
Finalmente
las herencias también dan indicios de ocupaciones anteriores, tales los casos
de la estancia Lechiguana, en el paraje Los Ranchillos, de 1.874 has, que
Jacoba y Fernando Rodríguez junto a Manuel Alcorta, vecinos de la ciudad de
Santiago del Estero, heredaron del Pbro. Maestro Don Juan Rodríguez y donaron a
un pariente, Nicolás Rodríguez.[38]
Todos los
actores de este proceso eran muy cercanos familiar y políticamente al
gobernador Ibarra. Los Rodríguez, los Alcorta y los Olaechea eran primos
hermanos. Manuel Alcorta[39],
electo Alférez Alguacil Mayor en 1825, era hijo del borbónico gipuzcoano José
Pelayo de Alcorta Larrañaga y de Gabriela de Zuasnábar de Paz y Figueroa,
recordemos que el gobernador era Juan Felipe Ibarra y el apellido materno era
Paz y Figueroa. Manuel fue casado en primeras nupcias con Nepomucena Rodríguez
Díaz Gallo (hija de Vicente Evaristo Rodríguez y Severa Díaz Gallo) con quien
tuvieron un hijo Justiniano Alcorta Rodríguez. Por su parte, quiera era Alcalde
de primer Voto, el presbítero Baltasar Olaechea y Alcorta[40],
será gobernador entre 1876 y 1878, uno de los líderes del anti-Taboadismo.
Como en
Matará, y también como en otras regiones del país (Banzato, 2011), esta etapa
no se caracterizó por el intercambio entre particulares. De todos modos,
algunas de las estancias anteriores cambiaron de propietarios, tal el caso de
Sunchito y Remansito, que Juan M. Quiróz les vendió por partes iguales a los
copeños Cayetano Díaz y José Jáuregui en 1824.[41]
Lechiguana
fue vendida en 1826 por Nicolás Rodríguez a José Francisco Ibarra y desde ese
momento pasa a ser conocida con ese nombre, estaba junto al Camino Real donde transita
“gente para arriba” lo que aumentaba su notablemente su importancia para el
comercio. Ibarra a su vez se la vendió a
Regina Palacio de Mercado, quien ampliaba sus posesiones ya que era la
dueña de Las Puertas[42],
pero enseguida enajenó una parte, la otra se la vendió su heredero al mismo
comprador.[43]
También
las operaciones de compraventa nos indican ocupaciones anteriores. El vecino de
Loreto Mauricio Argañaráz Gramajo,
vendió en 1834 a la copeña Juana Manuela Paz Luna la estancia Chile, de 5.622
has.[44]
Y, finalmente, en 1838 José Antonio Salvatierra vendió a Manuel Salvatierra,
ambos de Copo, la estancia Canteros, de 5.622 has.[45]
En los
casos citados se vuelven a repetir las negociaciones entre miembros de la elite
ibarriana: Argañaráz, Paz, Luma, Palacio, Salvatierra, Lami, que comienza a
conectar los tramos del norte del Antiguo Matará con el extremo sur del Antiguo
Copo, nudo que lo encontramos en la antigua Merced de Curu Huasi. José
Francisco Ibarra era el hermano del gobernador y Comandante General de la
frontera del Salado con asiento en Suncho Corral, antiguo Matará. El segundo
Comandante de la Frontera era, en esta época, Domingo Rodríguez[46]
y por la relación entre los actores, suponemos con cierto grado de certeza, que
era familiar directo de Nicolás Rodríguez. De modo que aquí encontramos otro
círculo de negociaciones de tierra, que todavía está en estudio, entre los
propios jefes militares.
Sin
embargo, los nombres de los linderos de los que no hemos podido recabar más que
ese dato en las mensuras, no permiten aseverar que había otros siete ocupantes
que no realizaron trámites para asegurarse la propiedad legal, o tal vez
simplemente no llegaron a nosotros. Como sus nombres no vuelven a aparecer en
el período siguiente no podemos saber si abandonaron esos predios o simplemente
traspasaron sus derechos de ocupación.
Comparada
con las estancias del Antiguo Matará son muy poquitas, claro. Pero analizando
su ubicación nos permiten realizar algunos aportes sobre la forma de ocupación
legal del territorio con las estancias mencionadas. Con Las Puertas, Sunchito y
Remancito y Lechiguana, se avanza en la posesión legal bien hacia el Norte de
la provincia en donde estaba la antigua reducción de Petacas o Macapillo,
ligadas a la antigua Esteco y más tardíamente al fuerte Balbuena, que como
vimos en un punto anterior, al ser expulsados los Padres de la Compañía, esas
tierras otorgadas en Merced retrotrajeron a realengas y fueron motivo de nuevas
operaciones, de las cuales por ahora conocemos las legales. Con las otras
cuatro estancias, Tranquitas tiene que ser Trancas, porque no existe en el
plano ninguna Tranquitas y sí al lado de Chile está Trancas, Cruz Grande, Chile
y Canteros, estamos en la ocupación legal bien hacia el sur del antiguo Copo,
en un territorio que se mantendrá por mucho tiempo como frontera norte,
interna, del territorio mayor.
Conclusiones
Las
conclusiones a las que arribamos en este artículo tiene carácter de provisorio
hasta que terminemos de completar el análisis de las últimas estancias de la
segunda mitad del siglo XIX. Aún así podemos aseverar que mientras en el
Antiguo Matará la compra de tierras fiscales y la compra venta se aceleraba
notablemente al ritmo de la entrega de las mercedes territoriales, casi sobre
inicio del siglo XIX las tierras copeñas comenzaron a ser efectivamente objeto
de transacciones comerciales en lotes de dimensiones muy reducidas, situación
que se mantendrá hasta el fin del gobierno de Juan Felipe Ibarra.
Con la
documentación que llevamos analizada hasta el momento, podemos afirmar que el
período Ibarriano se caracterizó en sus operaciones, por ser realizadas entre
familiares que a su vez formaban parte del mismo espacio político, los Alcorta,
Olaechea, Ibarra, Palacio, Lami, Paz, Luna, Salvatierra, formaban parte de la
burocracia, y eran miembros de la Sala de Representantes (Gargaro, 1944:59).
Así como entre los miembros de la plana mayor de las comandancias de la
frontera del Salado. Pero a su vez, éstos estaban conectados, de modos que son
núcleos por demás de interesantes para profundizar en futuros estudios.
Luego se
iniciaron los primeros procesos de modernización y con ellos las compras de
tierras. El derrotero territorial de este gran espacio nos muestra situaciones
diferenciadas, así, cuando el río Salado se orientó totalmente hacia el Oeste
los terrenos no habrían tenido grandes extensiones y habrían estado en poder de
compradores santiagueños, a lo que habría que sumarle la complejidad de los
límites con la provincia de Salta. Mientras que hacia el Este, los compradores
foráneos que hemos visto ampliamente en el Antiguo Matará, llegarían a tener
una extraordinaria presencia, organizando un territorio en cuadrículas que
arrinconaría a los antiguos poseedores hacia la angosta franja del labio oriental
del Salado.
Las
informaciones sobre tierras en el Antiguo Copo, que surgen en los relatos más
antiguos, vuelven a aparecer con posterioridad a la expulsión de los Jesuitas
en la antiguas mercedes, comienzan a tener mayor entidad a comienzos del siglo XIX.
Así, a comienzos del siglo XX se pueden observar en el Plano de 1904, donde
estuvo la antigua Merced de Copo, un grupo muy nutrido de pequeñas estancias
dedicadas, tal como lo expresan sus propietarios al momento de la
regularización de sus títulos casi sobre fines del siglo XIX, a la cría del
ganado y cultivo a los fines de autoabastecimiento. Lo notable es, cuando se va
siguiendo la historia de cada una de aquella estancias: Choya, Suri, Vinalito,
Roca, Tasioj, Eren Bajada, Cañada, Negro Pampa, Mistol Pallana, Laguna,
Guacayan, Chañarito, Paaj Pozo, San Juan, Monte Cristo, San Roque, Cerrito, San
Lorenzo, San Bernardo, San Salvador, San Pablo, La Firmeza, Santo Domingo, El
Chileno, Simbolar, San José, Lorenza, Cordillero, Agua buena, Quebrachitos, Pozo
Hallado, Ahí Veremos, Toro Pampa, Vinal Pozo, se advierte, por una parte, que
prácticamente todas pertenecens a santiagueños con apellidos acriollados y de
antigua data, que de algún modo, fueron aprovechando las facilidades que el
gobierno les daba, en distintos momentos, para regularizar legalmente la
posesión de sus pequeños espacios, lo que es en sí mismo un dato muy
interesante que para nada ocurre en el Antiguo Matará, caracterizado por los
grandes compradores, por el acaparamiento de tierra por parte de la elite en
distintos gobiernos, por la emergencia de villas donde las elites operaban de
igual modo.
La llegada
de los compradores forasteros, que para comienzos de la década de 1880 ya se
insinuaba en Matará, demoró bastante en hacerse presente en el Antiguo Copo,
pero, por el contrario, la velocidad con que desarrollaron la apropiación de
las tierras fue proporcionalomente inversa. Y aquel conjunto abigarrado de muy
pequeñas estancias a comienzos del siglo XX, desapareció por completo. Se
entiende como una acción de absorción en el completamiento de sus grandes
extensiones que llegan, prácticamente, a orillas del río Salado.
Dos
espacios de una misma provincia, uno con estudios concluidos y otro en los
inicios, pero sobre los que ya podemos marcar diferencias bien notorias.
Mientras el Antiguo Matará disfrutó de
muy buenas condiciones ecológicas y de posibilidades de producciones variadas,
fue sometido, con un ritmo vertiginoso de expansión, con disputas importantes
sobre los lotes a rematar. Era un territorio apetecible para los grupos de
poder local hasta que decidieron desarrollar industrialmente la provincia
retrotrayéndose al antiguo corredor del río Dulce y las fronteras quedaron
abandonadas de todo control del Estado, salvo para el irrisorio cobro de la
extracción de madera. Dejando aquel lejano territorio en manos de aquellos
grupos dedicados a las compras de tierras en las fronteras, no solo del Salado,
sino en la interna del Río IV en Córdoba y de nor-patagonia. En el mismo
período, el Antiguo Copo estuvo mucho más ligado a la vida misma del Chaco
entendido como frontera de fronteras, sin Pueblos de Indios y con sistemas de
servicio personal de los indígenas mucho más extendido de lo que las leyes lo
autorizaban, con pequeñas y muy pequeñas propiedades, con apellidos
santiagueños, sin villas, sin regadíos, en fin, un territorio sobre el que
también avanzó la elite pero no con la voracidad del anterior, sino
ocasionalmente. territorio que podemos caracterizarlo como de pequeñas
propiedades, espacio de estudio sobre el que hay que profundizar con atención y
cuidado.
----------------------------------------------
Bibliografía
Alberto José Gullón Abao, La frontera del Chaco en la
gobernación del Tucumán, 1750-1810; Servicio Publicaciones UCA, Cádiz, España,1993.
Alberto Tasso, Ferrocarril, quebracho y alfalfa.
Un ciclo de agricultura capitalista en Santiago del Estero, 1870-1940; Córdoba;
Alción; 2007.
Alfredo Gargaro, El Poder Legislativo Santiagueño
en la época de Ibarra, 1820-1851, «Actas
del Poder Legislativo» Prólogo del Dr. Emilio Ravignani (Vol. I); Santiago
del Estero; Publicaciones Especiales de la Junta de Estudios Históricos de
Santiago del Estero.
Alicia E. Poderti, Fronteras y texturas. Procesos
coloniales en los Andes. Sociocriticism,
XIII, 1998.
Alicia E. Poderti, Historia de la literatura del
noroeste argentino. Desde la Colonia hasta fines del siglo XX; Salta; Consejo
de Investigación Universidad Nacional de Salta; 2000.
Ana
L. Cione y Ana María Lorandi de Gieco, A. M. Patrón de subsistencia y adaptación ecológica en
"El Veinte"(Santiago del Estero). Relaciones
de la Sociedad Argentina de Antropología, 13, 1979.
Ana María Lorandi de Gieco y D. M. Lovera,
“Economía y patrón de asentamiento en la provincia de Santiago del Estero”, Relaciones de la Sociedad Argentina de
Antropología, tomo 6, 173-191.
Recuperado a partir de http://hdl.handle.net/10915/25406;
1972.
Ana Teruel y Daniel Santamarina,
“Fronteras y mercados. La economía de la misión de San Esteban de Miraflores en
el Chaco occidental salteño. 1774-1796”; Siglo
Diecinueve, (15), 1994; 48-81.
Ana Teruel, “Tierras de frontera. El Chaco
occidental en el siglo XIX”. Estudios
Sociales Del Noa, (6), 2003; 77-110.
Ana Teruel, “Zenta y San Ignacio de los Tobas.
El trabajo en dos misiones del Chaco occidental a fines de la colonia”; Anuario IEHS, 9, 227-252. Recuperado a partir de http://www.unicen.edu.ar/iehs/files/Zenta%20y%20San%20Ignacio%20de%20los%20Tobas.%20El%20trabajo%20en%20dos%20misiones%20del%20Chaco%20occidental%20a%20fines%20de%20la%20colonia.pdf;
1994.
Ana Teruel, “Zenta y San Ignacio de los Tobas. El
trabajo en dos misiones del Chaco occidental a fines de la colonia”, Anuario IEHS, 9, 1994: 227-252.
Ana Teruel, Misiones, economía y sociedad. La
frontera chaqueña del Noroeste Argentino en el siglo XIX; Bernal; Universidad
Nacional de Quilmes, 2005.
Andrés Figueroa, La Revista del Archivo de Santiago
del Estero. Santiago del Estero, Publicación oficial; 1924-1933.
Antenor Álvarez, El meteorito del Chaco. J. Peuser,
1926.
Beatriz vitar, “El impacto de la expulsión de los
jesuitas en la dinámica fronteriza del Tucumán”, Nuevas Aportaciones a la
Historia Jurídica de Iberoamérica, Fundación Histórica Tavera/Colección
Proyectos Históricos Tavera, Madrid, (2000): 1-181.
B. Bixio y E. E. Berberián,
“Primeras expediciones al Tucumán: Reconocimiento, valor del espacio y
poblaciones indígena”; Andes, (18),
101-127; Recuperado a partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1668-80902007000100004&lng=es&nrm=iso&tlng=es;
2007.
Ricardo R. Ca1llet-Bois, "La
expedición de [Miguel] Rubín de Celis en busca del Mesón de Fierro
[1782-1783]." (1932): 531-554.
Carlos A. Page, Las otras reducciones jesuíticas. emplazamiento territorial, desarrollo
urbano y arquitectónico entre los siglos XVII y XVIII; Madrid, Editorial
Académica Española; 2012.
Carlos Sempat Assadourian,
La conquista. En Historia argentina 2- De
la conquista a la independencia. Buenos Aires: Paidós, 2005.
Constanza Taboada y Judith Farberman,
“Asentamientos prehispánicos y pueblos de indios coloniales sobre el río Salado
(Santiago del Estero, Argentina). Miradas dialogadas entre la arqueología y la
historia”; Revista de Arqueología
Histórica Argentina y Latinoamericana, 8(1),
2014, 7-44.
Constanza Taboada,
“Sequía vieja y los bañados de Añatuya en Santiago del Estero: Nodo de
desarrollo local e interacción macrorregional”; Comechingonia,18(1),
93-116. Recuperado en 20 de marzo de 2017, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-00272014000100005&lng=es&tlng=es.
2014.
D. Aranda (a), “Otra víctima por defender su
territorio”. Página/12. Buenos Aires.
Recuperado a partir de http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-181517-2011-11-18.html,
2011-noviembre 18
D. Aranda (b), “Otro conflicto por tierras”, Página/12. Buenos Aires. Recuperado a
partir de http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-183785-2011-12-20.html,
2011, diciembre 20.
Eduardo Basualdo, Rasgos fundamentales de los
Departamentos de Santiago del Estero; Santiago del Estero; Ediciones de la
Municipalidad de Santiago del Estero; 1982.
Florencia Nesis, “El Camino de Paikín: un
acercamiento a los grupos mocoví del Chaco a través del tratado de 1774”; Avá, (13), 1-1. Recuperado a partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1851-16942008000200005&lng=es&nrm=iso&tlng=es;
2008.
Guillermo Banzato y María Cecilia Rossi,
“El mercado de tierras en las fronteras interiores argentinas. La expansión
territorial de Buenos Aires y Santiago del Estero en la segunda mitad del siglo
XIX”, América Latina en la Historia
Económica, (34), 7-4. Recuperado a partir de http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr5403,
2010
Guillermo Banzato, “La periferia de «la gran
transformación» : El mercado de tierras en la provincia de Buenos Aires. Los
casos de Chascomús y Junín en perspectiva comparada, 1780-1912”. Mundo Agrario, 12(23). Recuperado a partir de http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/library?a=d&c=arti&d=Jpr5040,
2011.
Héctor Omar Noejovich, "La política minera del virrey Toledo: un ensayo
económico”." Economía (1998):
37-38.
Isabel
Castro Olañeta, "Donde estan situados los masyndios de la
jurisdicciondesta ciudad". Un acercamiento etnohistórico a las encomiendas
y pueblos de indios del Río Salado. Santiago del Estero entre fines del siglo
XVI y principios del siglo XVII”, Surandino
Monográfico, 3(2), 203: 1-23.
José Andrés Andrés-Gallego,
Gobierno, Desgobierno, Rebelión en el Tucumán (1776); Fundación Ignacio
Larramendi. Recuperado a partir de http://www.larramendi.es/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1000227
1990.
Judith Farberman y Constanza Taboada;
“Las sociedades indígenas del territorio santiagueño: apuntes iniciales desde
la arqueología y la historia. Período prehispánico tardío y colonial temprano”;
Runa, 33(2), 113-132; Recuperado a partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1851-96282012000200001&lng=es&nrm=iso&tlng=es,
2012.
Judith Farberman y Silvia Ratto,
“Actores, políticas e instituciones en dos espacios fronterizos chaqueños: la
frontera santiagueña y el litoral rioplatense entre 1630-1800”; Prohistoria, 22, 00-00; Recuperado a partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1851-95042014000200001&lng=pt&nrm=iso&tlng=es;
2014.
Judith Farberman; “Entre intermediarios fronterizos
y guardianes del Chaco: la larga historia de los mataraes santiagueños (siglos
XVI a XIX)”; Nuevo Mundo Mundos Nuevos.
http://doi.org/10.4000/nuevomundo.61448;
2011.
Judith Farberman; “Recolección, economía campesina y
representaciones de los montaraces en Santiago del Estero, siglos XVI a XIX”; Prohistoria, 10, 11-26. Recuperado a partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1851-95042006000100001&lng=es&nrm=iso&tlng=es,
2006.
Judith Farberman; “Santiago del Estero y sus pueblos
de indios: De las ordenanzas de Alfaro (1612) a las guerras de independencia”;.Andes, (19), 225-250. Recuperado a
partir de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1668-80902008000100009&lng=es&nrm=iso&tlng=es;
2008.
Mabel Mamaní y otros, “Avance
de las investigaciones en Esteco El viejo”, Revista
Escuela de Historia, N 5, Salta, 2006. Version Online ISSN 1669-9041:Advance in the research
of Esteco El Viejo. Revista Escuela de Historia, (5),
261-276. Recuperado en 22 de marzo de 2017, de http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1669-90412006000100011&lng=es&tlng=en.
María Cecilia Rossi y Guillermo Banzato,
Tierra y sociedad en Santiago del Estero.
El antiguo Matará, siglos XVII a XX (en prensa). Buenos Aires: Academia
Nacional de la Historia, 2013.
María Cecilia Rossi,
"Exploraciones y estudios sobre los nuevos espacios económicos durante el
siglo XIX. Santiago del Estero, 1850-1875." Revista Mundo Agrario, UNLP, 2004.
María Cecilia Rossi, Espacios
y relaciones de poder: Su articulación en Santiago del Estero durante el
proceso inicial de implante de la modernidad, 1851-1875, Tesis Doctoral,
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, 2005.
María Cecilia Rossi,
"Consideraciones en torno a la construcción de la frontera del río Salado
del Norte en Santiago del Estero", Anuario del Instituto de Historia
Argentina 6 (2006): 147-175.
María Cecilia Rossi,
"Los negocios con la tierra pública en la frontera del río Salado del
Norte: Santiago del Estero, 1850-1880." Revista Mundo agrario 7.14 (2007).
María Cecilia Rossi, “Introducción”
y “Encomiendas y pueblos de indios en la frontera santiagueña del río Salado
del Norte. La reestructuración del espacio territorial”, en: Rossi, María
Cecilia (Dir.) Nueva Revista del Archivo
1. Reconfiguración del espacio territorial: mercedes, encomiendas y pueblos de
indios. 1° Edición.
Subsecretaría de Cultura de la provincia de Santiago del Estero-Museo Histórico
Provincial “Dr. Orestes Di Lullo”, 2008.
María Cecilia Rossi,
“Santiago del Estero. Los Jesuitas y las Reducciones fronterizas. Notas
primeras”, en: Claves para Comprender la Historia, Horizonte Bicentenario
2010-2016, Revista Digital sobre historia de Santiago del Estero - Año 6 - Nº
48, marzo de 2016-ISSN 1852-4125. Sección: Artículos de María Cecilia Rossi –
Santiago del Estero, 28/03/2016.
Noemí Girbal-Blacha, “Land
conflicts in Formosa, Argentina (1884-1958)”; Workers of the World International Journal on Strikes and Social
Conflict, 1(5), 195-209;
Recuperado a partir de https://workersoftheworldjournal.files.wordpress.com/2014/10/workers-of-the-world_-international-journal-on-strikes-and-social-volume-1-number-5.pdf;
2014.
Noemí Girbal-Blacha;
“Explotación forestal en Santiago del Estero (1895-1914). Producción, mercados,
capitales invertidos. Su relación con la industria azucarera tucumana”, En IV Jornadas de Historia Económica Argentina
(pp. 173-214), Río Cuarto; Asociación Argentina de Historia Económica y
Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Río Cuarto; (s.
f.).
Norma Estela Aguilar (a), “De
la frontera del Pasaje Balbuena a la frontera del Rosario. Gobernación del
Tucumán, 1707-1767”; Prohistoria, XVI(19). Recuperado a partir de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=380134159001
, 2013.
Norma Estela Aguilar (b), “La
posesión del aborigen en Nuestra Señora de Talavera de Madrid de Esteco
(1609-1650). Andes, (24), 211-259.
Recuperado a partir de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=12730581007,
2013b.
Orestes
Di Lullo, Un
cuadro de la prehistoria santiagueña.
Talleres Gráficos Amoroso, Santiago del Estero, 1964.
Orestes Di Lullo, El bosque sin leyenda, ensayo
Económico-Social; Ediciones de la Universidad Católica de Santiago del Estero,
1999.
Raúl Paz y C. Jara,
“Estructura agraria en Santiago del Estero: el proceso de territorialización de
las explotaciones campesinas sin límites definidos y su tensión frente al
avance del capitalismo agrario”; Estudios
Rurales, 4(6). Recuperado a
partir de http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/estudios-rurales/article/view/1910;
2014.
Ricardo Ríos, “Los gobiernos no cuidaron el
patrimonio del Estado, y algunos gobernantes enajenaron las tierras fiscales en
beneficio personal. Antecedentes sobre la venta de grandes extensiones de
tierras públicas”. Revista de la Junta de
Estudios Históricos de Santiago del Estero, V(15-18), 1947: 65-86.
Rosana T. Córdoba, “Anta en la primera mitad del
siglo XIX: el ocaso de las instituciones fronterizas y la ocupación de las
tierras”; en: Revista 4, Escuela de
Historia, Año 4, Vol. 1, Nº 4, Salta, 2005.
Rubén
Ginzburg, et al. "Los Humedales del Chaco: clasificación, inventario y
mapeo a escala regional." Insugeo,
miscelánea, San Miguel de Tucumán (2005): 121-138.
E. C. Schaller, (2008). La política de tierras del
Estado Nacional en los Territorios de Chaco y Formosa. Res Gesta, (46), 149-210.
Sara
Matara de López “Las fronteras coloniales como espacios de interacción social.
Salta del Tucumán (argentina), entre la Colonia y la Independencia”, Dimensión Antropológica 33, revistas.inah.gob.mx,
(2005): 69-90.
Silvia Palomeque, “Los esteros de Santiago. Acceso a
los recursos y participación mercantil. Santiago del Estero en la primera mitad
del siglo XIX”, DATA, Revista del
Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, (2), 1992.
Silvia Palomeque, Santiago del Estero y el Tucumán
durante los siglos XVI y XVII. La destrucción de las tierras bajas en aras de
la conquista de las tierras altas. En Actas
del Cabildo Eclesiástico. Obispado del Tucumán con Sede en Santiago del Estero
1592-1667. Córdoba: Ferreyra Editor, 2005.
[1] LEY Nº 22.347. Fíjase el límite entre las Provincias de
Salta y Santiago del Estero. Buenos Aires, 2 de diciembre de 1980. http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/199431/norma.htm
[3]Para otros casos en el Gran Chaco, consultar Teruel, 1994,
2003 y 2005; Teruel y Santamarina, 1994; Schaller, 2008 y Girbal, 2014.
[4] Rossi y Banzato, Op. Cit. (2013)
[5]Orestes di Lulo
(1964) “La provincia de Santiago del Estero representa geográficamente un gran
mar interior disecado, según la opinión de Frenguelli, y fue parte de la fosa tectónica hundida entre dos grandes
pilares cristalinos: los relieves Uruguayo-Brasileño y las sierras desprendidas
de los Andes”.
[6] ACSE (1767-1777, pp: 143-145) -
Doc. del 19-07-1770-AHN. En: Rossi y Banzato, 2017, op. Cit.
[7] Aunque estos dos últimos en sí
mismos conforman históricamente una amplia cuenca interprovincial comprendiendo
las provincias de Salta Tucumán y Santiago del Estero.
[9] Ibídem, op. Cit.
[10] Actualmente en el límite entre Salta y Santiago del Estero,
pero del lado salteño.
[11] Gobernaba el virreinato del Perú
Don Andrés Hurtado de Mendoza, II Marqués de Cañete.
[12] De su proceso de transferencia y
ubicación, daremos cuenta en la primera mitad del siglo XIX, cuando comienzan a
aparecer las primeras informaciones.
[13] Mabel Mamaní y otros, “Avance de
las investigaciones en Esteco El Viejo” (2006).
[14] Entre ellas podemos mencionar la
Villa de san Francisco de la Victoria de Vilacabamba, la villa Real de Oropesa,
la Villa Deleitosa de Oropesa, la Vila Rica de oropesa, la Ciudad de Córdoba de
la nueva Andalucía, la villa de San Bernardo de la Frontera de Tarixa (hoy
Tarija), lac iudad de Salta en 1582.
[15] Hay informaciones que no se pudieron confirmar aun
documentalmente, que aseguran que del Salado salieron 15.000 indígenas a
trabajar en las minas de Potosí.
[17] Tiempo antes, ya los vecinos
feudatarios fueron lentamente trasladados a las villas fundadas a partir de
1592, como Nueva Madrid o Madrid de las Juntas (hoy Metán).
[18] Ese nombre lo recibe porque
atravesaba territorios de una parcialidad de los Wichis llamado Macomitas.
[19] Bajo la gobernación de Urizar y
Arespacochaga y la lugartenencia de Alonso de Alfaro se fundó la Reducción de
los indios Lules en 1711 sobre el río Salado en las cercanías del fuerte
de Balbuena. Tuvo dos traslados, en 1714
un poco más al sur, puesta bajo la advocación de San Esteban cambió su nombre
por San Esteban de Miraflores, quedaría en territorio salteño. En el mismo la
abundancia de arroyos y buenos pastos para ganados, maderas piedras y cales
para la construcción de edificios, se complementaba con los bosques que
proveían de abundantísima miel y caza. Fue destruida en 1728 por indígenas, los
lules reducidos huyeron por los bosques, hasta que fue reubicada en 1752 sobre
la ribera izquierda del Río Salado y la falda oriental del Cerro de Miraflores,
36 leguas al SE de Salta con importantes
defensas y fortalezas defensivas que fueron destruidas en la gran invasión
mocoví de 1734 (Rossi y Banzato, 2013). En realidad, la mención a esta
reducción nos sirve de comparación al momento de su desarticulación sobre fines
de siglo por las cuestiones de las tierras y los ganados, por eso la
mencionamos específicamente.
[20] En Rossi, 2016, puede
encontrarse un tratamiento más detallado de los pormenores de la historia
previa de la reducción a su traslado al lugar de las Petacas
[21] En 1845 nosotros tendremos a
Ildefonso Navarro, vecino del Departamento Copo, comprando un terreno en la
misma zona, lo que nos lleva a pensar que era una antigua familia de ocupantes
y productores que sobre mediados de
siglo XIX legaliza la propiedad de la tierra que efectivamente ocupaban.
[22] AHSE-Temporalidades-Documentos
relacionados con los Jesuitas-Doc. 367.
[23] También en nuestros estudios de
tierras encontramos dos puestos con el nombre de Ovejería.
[24] Solamente nos referiremos a las
Reducciones del actual territorio santiagueño. Hacemos hincapié en el perfil
ganadero porque será el que adopten las futuras estancias. Gullón Abao (1993,
160-161) consigna que al momento de la expulsión en San Esteban de Miraflores
existían 15.000 vacunos, 1.500 ovejas, 300 caballos, entre 200 y 300 bueyes. Un
año antes el Cabildo Salteño informaba que la Reducción de Balbuena tenía una
cantidad de ganado equivalente a Miraflores. Casi no poseían mulas, pero los
pastos de las Reducciones eran utilizados por los particulares para engorde y
les pagaban un canon a las misiones. “en general, el balance económico de las
reducciones jesuíticas en la frontera Este del Tucumán fue muy positivo,…, pero
carecemos de las cuentas de las reducciones, ya que los jesuitas al conocer la
noticia de la expulsión, quemaron la mayoría de los documentos y los
administradores civiles que les sucedieron tampoco hicieron mucho por
aclararlas, esperando obtener beneficios de la confusión”.
[25] Informe de Gerónimo Matorras, Lima, 10 de marzo de 1772,
Audiencia de Buenos Aires, Legajo 143. En: http://www.larramendi.es/i18n/catalogo_imagenes/grupo.cmd?path=1000224, Andrés-Gallego, 1990:19.
[26] DGCSE-Departamento Pellegrini
(Ex Copo 2º) – Copia de Mensura Nº 9 – Terreno: Toro Muerto.
[28] AHSE-Sección Tribunales-Legajo
31- nº ilegible (por agua) (nº antiguo 115) – Iniciador: Miranda, Antonio –
Extracto: Títulos de propiedad “La Fragua”.
[29] http://www.genealogiafamiliar.net/old/getperson.php?personID=I87018&tree=BVCZ / María Cecilia Rossi (2010) Espacios y Relaciones de Poder. Su
articulación en Santiago del Estero durante el proceso inicial de implante de
la modernidad. 1851-1875. MCReditora online, Santiago del Estero. Era hijo
del comerciante borbónico Ramón Antonio Gil de Taboada, llegado de la Villa de
Vivieiro, Lugo, España alrededor de 1750 y Doña Francisca Luisa de Paz y
Figueroa Salvatierra, quienes se casaron en 1775 en Matará, frontera del
Salado. Nacido en 1783 como segundo hijo, tenía cinco hermanos, Francisca
Antonia (1777), Juan Tomás, Ana María (1788), Sebastiana y Leandro. Fue casado con Doña Felipa Josefa Paz Pereyra
Marino (hija de Juan Bautista Paz), de Tucumán, y tuvieron dos hijos, Felipa y
Félix Taboada Paz. Heredó el negocio de su padre y tuvo una importante
actuación política. A la muerte de su esposa retomó su carrera religiosa
(abandonada cuando su padre falleció y debió hacerse cargo de sus negocios) y
se ordenó sacerdote en el año 1845. Falleció en Rosario a la edad de 80 años.
[30] DGCSE-Departamento Pellegrini
(Ex Copo II)- Copia de Mensura Nº 4-Año de 1815.
[31] AHSE-Sección Tribunales-Legajo
21-Expediente 1896Bis (antigua numeración 37)-Iniciador: Taboada, Juan
tomas.-Sobre: Mensura en “Las Zanjas”- Jiménez, 8 de junio de 1844.
[33] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 21-Expediente 1932- (numeración
antigua: 79)- Año de 1847.
[34] DGCSE-Copia de
Mensura Departamento Copo 09.
[35] DGCSE-Copia de
Mensura 62-Departamento Ibarra-compra de noviembre de 1805.
[36] AHSE-Mesa de
Tierras Fiscales, leg. 39, expte. 2188 y Dirección de Geodesia y Catastro de
Santiago del Estero, Tribunales, leg. 19, expte. 1606.
[37] AHSE-Sección
Tribunales-Legajo 17bis-Expediente 68.
[38] DGCSE, Copia de
Mensuras 39 de Departamento Ibarra y 14 de Departamento Copo.
[39] Nació en Santiago
del Estero en 1796 y falleció en Buenos Aires en 1848. http://www.genealogiafamiliar.net/busqueda ID. I61362
[41] AHSE-Mesa de
Tierras Fiscales, leg. 2188, expte. 39.
[42] AHSE-DGCSE,
Copia de Mensuras 39 del Depatramento Ibarra y 9 de Copo.
[43] DGCSE, Copia de
Mensuras 39 de Departamenteo Ibarra y 14 Departamento Copo / AHSE, Sección
Tribunales, leg. 19, expte. 1383.
[44] AHSE-Mesa de
Tierras Fiscales, expte. 2, leg. 34.
[45] AHSE, Sección
Tribunales, leg. 20, expte. 1757.
[46] AHSE, Sección
Leyes, Decretos y Resoluciones, leg. 1, 1816-1859, 20 de noviembre de 1830 fue
nombrado Comandante de la Frontera de Abopones con un sueldo de $40 por mes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario