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jueves, 16 de febrero de 2017

21 de febrero de 1817 - La flota realista en Huasco - Bicentenario del cruce de los Andes

Huasco


Aparecen frente a las costas de Huasco las naves ahuyentadas de Coquimbo por Cabot; desembarcando de ésta escuadrilla 400 hombres para aprovisionarse y cargar una partida de cobre; pero las partidas patriotas destacadas en aquel punto lo impidieron, valiéndose de un ardid, se reunieron 48 milicianos que empezaron a tocar llamadas, marchas, etc., simulando la presencia de numerosas tropas, circunstancias que indujo a los realistas a reembarcarse precipitadamente sin causar otro perjuicio que el incendio de algunos ranchos, y el robo de algunos animales que pastaban en las proximidades.

17 y 18 de febrero de 1817 – Las luchas en el puerto de Coquimbo - Bicentenario del Cruce de los Andes



Al amanecer del 17, una escuadrilla de dos o tres buques a la vista de Coquimbo, Cabot adopta las medidas necesarias u apresta la población para la defensa, dejando expedita la entrada al puerto para que se  atrevieran a penetrar los barcos enemigos. A la noche del mismo día uno de los bergantines entró en el puerto. El mismo día, Zelada llega a la Villa de Copiapó después de seguir el curso del río del mismo nombre, con el resto del destacamento, poniéndose inmediatamente en comunicación con el teniente Coronel Cabot.
La escuadrilla realista a la vista de Coquimbo fue aumentando, sumado al amanecer 4 fragatas y 3 bergantines, de los cuales el menor se hallaba en el puerto frente a las baterías. Cabot ordenó disparar un cañonazo contra este último, que pretendió hacerse a la vela inmediatamente; pero un segundo cañonazo certero, le destrozó la proa, decidiendo su tripulación rendirse. Al comprobar esto la nave capitana despachó 7 lanchones con gente armada para sacarlo del puerto, pero recibidos por los patriotas con nutrido fuero, debieron reembarcarse, haciéndose la escuadrilla a la vela, rumbo al Norte, renunciando  a rescatar el bergantín perdido.

martes, 14 de febrero de 2017

Oficio del General San Martín al General Manuel Belgrano infromándole el triunfo en Chacabuco - Bicentenario del Cruce de los Andes

Granaderos Bicentenario

"Cuartel de Santiago de Chile, 14 de febrero de 1817
Señor Don Manuel Belgrano, Capitán General de Provincia y en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú.
Después de una marcha de dieciocho días por la asperísima Sierra de los Andes, asomó a Chile la cabeza de mi Ejército el 4 del corriente, dispersando la guardia enemiga de Achupallas, camino de Los Patos. Descendimos del Valle de Putaendo, y una avanzada nuestra de ochenta y cinco hombres batió e hizo fugar a cerca de cuatrocientos que le acometieron. Dominamos entonces los pueblos de Aconcagua, y los Andes. El 12 tuvimos general en las llanuras de Chacabuco: el enemigo, en número de más de dos mil, sostuvo un vivo fuego de fusil y cañón, pero él fue absolutamente derrotado. Dejó en el campo de batalla más de seiscientos muertos, quinientos y tantos prisioneros, entre ellos treinta y más oficiales, mil y más fusiles, dos piezas de artillería, cantidad inmensa de municiones. Los que murieron de los nuestros no alcanzan a cincuenta. El Presidente Marcó fugó a Valparaíso a las doce de la noche de ese mismo día no encontrando buque sigue para el sur, a donde he mandado perseguirle. El resto de sus fuerzas se dispersó completamente. Hoy ha entrado nuestro Ejército en esta Capital en medio de las aclamaciones de un pueblo numeroso. En ella hemos formado un gran parque, y artillería de todos los calibres. En fin, la campaña ha concluido casi antes de empezar. Todo Chile se halla en nuestras manos: lo vemos, y aún no cesa la admiración.
Anúnciolo a vuestra excelencia para su satisfacción, la de ese Ejército y pueblos de su mando.
José de San Martín."
De ésta manera, a través de éste Oficio, el General José de San Martín informa a su amigo, el General Manuel Belgrano, sobre su triunfo en "Chacabuco" del 12 de febrero de 1817...

15 de febrero de 1817 – Captura del Presidente de Chile General Don Francisco Marcó del Pont – Bicentenario del Cruce de los Andes

Don Francisco Marcó del Pont


El Capitán José Aldao, a la cabeza de 100 hombres y acompañado por su hermano, el entonces capellán José Félix, que había peleado con extraordinario valor en Chacabuco; con la cooperación del patriota chileno Francisco Ramírez, consigue capturar en las proximidades del Puerto San Antonio, en un paraje denominado Piedras Blancas, al Presidente de Chile General Don Francisco Marcó del Pont.

15 de febrero de 1817 – Ocupación de Coquimbo – Bicentenario del Cruce de los Andes

Coquimbo, Chile



Después de cumplir un recorrido de 540 kilómetros en 34 días, la columna de Teniente Cabot ocupó la plaza de Coquimbo, en medio de las aclamaciones de la población.

14 de febrero de 1817 – Toma del buque español “Águila” en Valparaíso – Bicentenario del Cruce de los Andes

Imagen antigua del Puerto de Valparaíso



El Alférez argentino Don Manuel Isidoro Suárez, al frente de 14 soldados del Ejército de los Andes, se apodera en Valparaíso del transporte español “Águila”, al que sorprende y toma en abordaje, capturando sus 89 tripulantes, conduciendo el buque hasta ponerlo bajo la protección de las baterías del puerto.

sábado, 11 de febrero de 2017

13 de febrero de 1817 – Conquista de Copiapó – Bicentenario del Cruce de los Andes

En la parte superior del plano, se puede apreciar la ubicación de Copiapó en relación a los pasos proyectados por la Cordillera de los Andes

El Teniente Coronel Zelada ordena que el Capitán Dávila se adelante hasta Copiapó a fin de sorprender a la guarnición realista allí instalada. A las 7 de la mañana del día 14 después de marchar toda la noche, Dávila ordenó que el Capitán José Benito Villafañe con 15 infantes forzara la guardia del cuartel y se apoderase del mismo, al mismo tiempo que el alférez Julián Fernández con 10 hombres lo tomase por la retaguardia. Villafañe, con una habilidad que le honra, se apoderó del cuartel sin disparar más que un solo tiro que hirió a un cabo, hijo del comandante de Armas. Villafañe cuanto atacó el cuartel, no tenía ninguna idea de la fuerza que lo guarnecía, el Coronel Evaristo de Uriburu en su Memoria, hace subir a 200 y un Coronel el número de prisioneros realistas de Copiapó. 
(Yaben-INS)

Vencer dificultades: agua, forrajes, leña, y comestibles - Bicentenario del Cruce de los Andes


Comer en el Cruce de los Andes

La escasez de agua era un problema a pesar de que abunda en la cordillera y que los caminos costean ríos de buen caudal. San Martín conocía esta realidad y planeó las jornadas del viaje según, las posibilidades de conseguir agua.  Haciendo la travesía por jornadas, según los sitios donde había agua para saciar la sed de más de 5.000 hombres y más de 10.000 animales.
Iniciada la marcha, las columnas que llevaban los víveres iban detrás. El ajo y la cebolla eran utilizados para contrarrestar el apunamiento o soroche. Los ajos se restregaban en las narices de las mulas que padecían el soroche.


No había entonces, ni hay ahora, pasto adecuado para los animales ni leña para los fogones, por eso el ejército tuvo que llevar a lomo de mula, todo el forraje necesario  para alimentar a 10.000 animales durante 20 días. Desgraciadamente, la previsión no resultó suficiente y muchas mulas desfallecieron de puro flacas.

También hubo que llevar la leña para hacer fuego y disponer de la comida para más de 5.000 hombres. Como en la cordillera no hay arbustos, para hacer fuego se juntaba bosta seca de muías, que siempre quedaba en la senda.

Tiras de carne secadas al sol, conocidas como "charqui




Todos los comestibles fueron llevados desde Mendoza por la misma tropa a lomo de mula o en las mochilas y condimentados con grasa y ají picante. Con la sola adición de agua caliente y harina de maíz tostado se preparaba un potaje tan agradable como sustancioso. Sobre las mulas cargueras se llevaban 3.000 arrobas de charque -carne salada y seca-, además de galletas de harina, maíz tostado, vino, aguardiente, ajos y cebollas. Estos tubérculos también eran utilizados para combatir el apunamiento. Las provisiones de 15 días para 5.423 hombres ocuparon 510 mulas y las cargas de vino para ración diaria, 113. Según el general Guillermo Miller, el número de vacunos en pie llegaba a 483.

Charquikanka


Una de las soluciones fue el "charquicán", un alimento basado en carne secada al sol, tostada y molida, condimentada con grasa y ají picante. Prensado era fácil de transportar y se preparaba agregándole agua caliente y harina de maíz. Charquicán es un guiso tradicional de Argentina, Chile y Perú, cuyo nombre pareciera originarse del quechua charquikanka, que significa 'revoltijo o guiso con charqui'. 


Algunas referencias mencionan que el origen de la palabra reside en la fusión del quechua charqui y del mapudungun cancan (asado), que significaría 'carne seca asada'. Como fuere, en ambos casos, el nombre haría referencia a la repugnancia que originalmente producía a los conquistadores españoles el charqui, al que consideraban carne cruda a pesar de estar deshidratada y a la cual rostizaban para su consumo. La Real Academia de la Lengua se refiere a este plato como un guiso a base de charqui y zapallo. Sin embargo, las características de este plato divergen considerablemente en cada país, tanto en sus ingredientes como en su preparación.
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Columna de San Martín - Plano de los combates previos a Chacabuco - Bicentenario del Cruce de los Andes


En éste plano se resumen todos los combates del Ejército de los Andes, que tuvo la columna de San Martín y la plana mayor que lo secundaba, Soler, O'Higgins, Las Heras, previos a la Batalla de Chacabuco. Muy interesante y para mirarlo con detenimiento, observar la topografía y los desplazamientos estratégicos.
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http://defensanacional.argentinaforo.net/t4878-el-cruce-de-los-andes   

viernes, 10 de febrero de 2017

La Batalla de Chacabuco en la pintura chilena, Pedro Subercaseaux



Pedro Subercaseaux - Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires. 
Tropas chilenas y argentinas rumbo a la Batalla de Chacabuco (12 de febrero de 1817), lideradas por José de San Martín.

12 de febrero de 1817 – Batalla de la Cuesta de Chacabuco – Bicentenario del Cruce de los Andes


En la Cuesta de Chacabuco, el Ejército de los Andes, bajo el superior comando del General Don José de San Martín, obtiene una magnífica victoria contra 2.500 hombres que apresuradamente logró reunir el Brigadier Don Rafael Maroto, para hacer frente al invasor. La batalla comenzó a las 11 de la mañana y a las dos de la tarde el campo de la acción estaba en poder de San Martín.




Vista panorámica del campo de batalla de Chacabuco

El parte de la acción que envió inmediatamente el General vencedor, terminaba con esta frase:

Al Ejército de los Andes le queda para siempre decir: en veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos y dimos la libertad a Chile.


Ocho años más tarde, es decir, en 1825, Lafond de Lurcy, marino francés que había conocido a san Martín en el Perú, llegó a Chile y decidió visitar el campo de batalla de Chacabuco: en su presencia y después de comprobar que el paso de los Andes era mucho más difícil que el de los Alpes, movido por un incontenible sentimiento de admiración, tomó un lápiz y escribió estas impresiones que años después daría a la publicidad:

Ce afit d’armes du general San Martín suffirait è ètablir la rèputatation d’un home de guerre. Le gènèral rèussit a tromper complétement  l’ennemi et sur la route quil devait suivre et sur ses ressources. L’armmèe avait ètè oirganisèe a Mendoza du produit de la vente de terres qu’il avait rendues productives para un canal d’irrigation. Ces terres valent aujourd’hui deux cents fois le prix qu’il en obtint alors. La defaite de l’armèe espagnole, la prise de Santiago et pour couronner l’oevre la bataiile de Maipo; voilà qui vaut bien les faits militaires des tempes passès.




El General Maroto escribió el más cálido elogio de esta campaña (según un documento del Archivo General de la Nación):


El insurgente San Martín, con falsas llamadas, cartas estudiosas, que acaso dejaría interceptarse, y otros semejantes artefactos, logró divertir al señor Capitán General, figurando que su sometimiento por tres puntos diversos y el principal por el camino que llaman del Planchón, fronterizo a la villa de Curicó y ciudad de Talca.

Chacabuco en la memoria chilena
Sello: Batalla de Chacabuco, de 1910 al celebrarse la Independencia Nacional
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(Yaben-INS)

11 y 12 de febrero de 1817 – Combate de Salala – Bicentenario del Cruce de los Andes

Monolito que recuerda el Combate de Salala, Chile

Ese día llegó a Barraza, aldea situada sobre la margen sur de río Limarí, a mitad del camino entre la ciudad de Ovalle y la costa del mar. Pocos momentos después llegaban por el Este de la aldea las fuerzas de los Capitanes Patricio Ceballos y Eugenio Hidalgo (del Destacamento del Teniente Coronel Cabot) y atacaban a los españoles quienes se enfrentaron al Ejército Real de Chile, liderado por el coronel Manuel Santa María, que gobernaba las provincias de Coquimbo y La Serena. El combate se generalizó
Al tener conocimiento Cabot de estas circunstancias, reunió el resto de sus fuerzas y pasó toda la noche en alarma, a la espera de noticias que hicieran necesaria su intervención, pero al amanecer del día 12, le llegó un parte del Capitán Ceballos informándole que el enemigo se había replegado hasta el llano de Salala, a tres leguas de Barraza. (Yaben-INS)

10 de febrero de 1817 – Reunión de fuerzas patriotas en la cuesta de Chacabuco – Bicentenario del Cruce de los Andes

Cuesta de Chacabuco - Maipo - Chile

Las dos columnas patriotas que atravesaron la Cordillera por los Pasos de Uspallata y de los Patos, se reúnen en la cuesta de Chacabuco y San Martín alisa sus fuerzas para librar la decisiva batalla de aquel hombre. El 8 ya el General había establecido su cuartel General en villa vieja, o sea, San Felipe, en el valle de Putaendo. (Yarben-INS)

9 de febrero de 1817 – Quechereguas - Bicentenario del Cruce de los Andes

Ubicación geográfica de Quechereguas
Casa de la familia Quechereguas


El Capitán Ramón Freire habiendo recibido noticias en la mañana de este día que el Capitán Molina (que había despachado el día anterior por la mañana 50 hombres bien armados para hostilizar a los realistas), se encontraba en Quechereguas, Chile, sitiando a la partida enemiga de Talca, a fin de impedirle la retirada, avanzó apresuradamente con todo el destacamento (que había subido a 600 hombres con los patriotas que se le había incorporado en el trayecto). Freire llegó tarde, para conseguir su objeto, no obstante lo cual logró dispersar gran número de reclutas de la retaguardia realista haciéndoseles perder dos hombres que fueron muertos y cinco cargas de munición, que los enemigos arrojaron al río. 
En la misma noche del 9, el destacamento patriota descansó en Quechereguas, reanudando el 10 a mediodía su marcha hacia Pilares; pero el 11 le llegaron a Freire noticias acusando un nuevo avance de los españoles, por lo que retrocedió nuevamente sobre Cumpeo. Comprobada la inexactitud de esta noticia, se activaron las diligencias para sublevar las poblaciones de aquella zona. Desde la misma hacienda del Cumpeo, Freire se puso en comunicación con San Martín, informándole sobre el desarrollo de su comisión. Freire llegó a contar con 2.000 hombres aproximadamente y distrajo un millar de soldados que no pudieron encontrarse en el campo de batalla de Chacabuco. (Yarben-INS)

9 de febrero de 1817 - Cabot en Monterrey - Bicentenario del Cruce de los Andes



De la Cañada de Los Patos, Cabot prosigue su marcha, después de haberse reaprovisionado. El 10 alcanzaba el valle de Sotaqui, acampando en la localidad de Monterrey. Su avance determinó la fuga de todas las autoridades españolas de La Serena. (Yarben-INS)

jueves, 9 de febrero de 2017

7 de febrero de 1817 – Combate de Las Coimas - Bicentenario del Cruce de los Andes



El general Mariano Necochea, héroe de la campaña de Los Andes liderada por el General José de San Martín en la Guerra de la Independencia, firmó un capítulo clave de la campaña el 7 de febrero de 1817, en el marco del paso de las fuerzas patriotas a Chile por Paso de los Patos. La crónica surge de datos recabados en "Documentos históricos referentes al paso de los Andes: efectuado en 1817 por el general San Martin", de Hans Bertling editados por el autor y Juanchuto en 1908; y en "Historia general de la independencia de Chile (Vol. 3)", de Diego Barros Arana, publicado por Imprenta Chilena en 1857.
Las fuerzas realistas que defendían el Valle del Aconcagua estaban dirigidas por el Coronel Miguel María de Atero, y se encontraban en Santa Rosa de los Andes cuando recibió las noticias de las derrotas de Guardia Vieja y Las Achupallas. En ese estado Las Heras le envió un prisionero realista para proponer un canje por los soldados capturados en Picheuta, pero además lo enviaban para que pasara una importantísima información falsa, que las Heras se retiraba a Juncalillo, Mendoza. Atero creyó en esta retirada y que Las Heras volvería a cruzar la cordillera, por lo que resolvió salir al encuentro de las fuerzas patriotas al frente de 400 soldados de caballería y más de 300 infantes, marchando el día 6 y llegando a Las Coimas el día 7 de febrero.
Soler había adelantado al Teniente Coronel Mariano Necochea, con 2 escuadrones de 140 Granaderos a Caballo y la escolta del General José de San Martín, en misión de exploración hacia la zona de San Felipe. Al llegar a Las Coimas, Necochea comprobó la presencia de efectivos realistas aproximados a 700 hombres ocupando una fuerte posición al este del río Putaendo. Soler hizo forzar la marcha de su infantería y el día 6 estuvo con todas sus fuerzas en las primeras planicies del Valle de Putaendo. Allí hizo montar los 5 cañones de su división y estableció su cuartel general en la Hacienda de San Andrés del Tártaro (a 4 leguas más adelante de las Achupallas). El Capitán Manuel Soler dispuso que el comandante José Melián saliera del Cuartel General con la mayor parte de los escuadrones N° 3 y 4 de Granaderos a Caballo y 2 compañías de infantería, y tomase la Villa de San Antonio de Putaendo (a 2 leguas de allí). Dispuso también que Necochea con 110 jinetes avanzara 2 leguas más adelante de ese pueblo por el camino público y se situara a una legua de San Felipe
Al divisar a las fuerzas realistas en los cerros de Las Coimas el 7 de febrero, sin esperar la llegada de refuerzos, el Teniente Coronel Mariano Necochea, bizarramente ataca a las tropas españolas del Coronel de Ingenieros Miguel María de Ateo en Las Coimas. Tal como lo esperaba, la caballería realista se lanzó en persecución. Los patriotas simularon un repliegue, retirándose al galope, seguidos por Atero con su caballería, siendo entonces contraatacada simultáneamente y desde tres direcciones por los efectivos patriotas que lograron la victoria en inferioridad numérica. Los Capitanes Angel Pacheco y Manuel Soler, que comandaban los dos pelotones que se habían aproximado a la posición española, cargaron impetuosamente sobre las fuerzas realistas, mientras que Necochea, con el resto de la gente, saliendo de detrás de una arboleda donde había estado oculto, corrió velozmente a tomar parte en la acción. En el campo quedaron 30 muertos y 4 realistas quedaron prisioneros. La infantería realista no intervino y retrocedieron rápidamente hacia San Felipe causando gran alarma entre sus partidarios. El comandante Atero avisó al gobernador que abandonaba la provincia y con todas sus fuerzas se dirigió hacia Santiago, destruyendo el puente al pasar el río Aconcagua.
El día 8, las fuerzas patriotas entraron en San Felipe y a la tarde se reunieron las divisiones de Soler y de O'Higgins. El día 9 fue reconstruido el puente sobre el río Aconcagua y el comandante Melián avanzó con un escuadrón de granaderos hacia Chacabuco. El Cuartel General se encontraba ya en la Villa de Los Andes.


6 de febrero de 1817 - Cañada de los Patos - Bicentenario del Cruce de los Andes

Cañada de los Patos


El Teniente Coronel Cabot sorprende en la Cañada de los Patos a una guardia enemiga compuesta por 1 sargento y 8 soldados, que captura completa. (Yarben-INS)

5 de febrero de 1817 - Toma de Huasco - Bicentenario del Cruce de los Andes


El 5 de febrero de 1817 se produce la Toma de Huasco, en la Región de Atacama, por el destacamento del Coronel Zelada

Las seis rutas sanmartinianas - Bicentenario del Cruce de los Andes



Ruta de Los Patos

Jefes: Capitán General D. José de San Martín, Mayor General Brigadier D. Miguel Estanislao Soler, Brigadier D: Bernardo O’Higgins.
Objetivo: Obrar de acuerdo con la División de Las Heras y atacar el Valle de Aconcagua.
Fecha y lugar de salida: Realizaron salidas escalonadas siendo el primer día el 19 de enero y el último el 25 de enero, desde el Campamento “El Plumerillo”.
Recorrido: Campamento “El Plumerillo”, Jagüel, Canota, Las Higueras, Carrizal, Las Cuevas, Yalguaraz, Cerro Tigre, Arroyo Uretilla, Paso San Martín, Los Hornillos, Manantiales, El Espinacito, Río Patillos, Campamento del Mercedario, Paso de las Llaretas, Portezuelo de Los Piuquenes y El Portillo, Alto de Cuzco, Cuesta de Maitén, Las Achupallas, Putaendo, Las Coimas, Villa de Los Andes, Colina, Santiago de Chile.

RUTA DE USPALLATA
Jefe: Coronel D. Juan Gregorio de Las Heras
Objetivo: Obrar en combinación con la Vanguardia del grueso del Ejército, para atacar el Valle de Aconcagua.
Fecha y lugar de salida: 18 de enero de 1817 desde el Campamento “El Plumerillo”.
Recorrido: Campamento “El Plumerillo”, Jagüel, Canota, Quebrada Santa Elena, Estancia Uspallata, Picheuta, Potrerillos, Polvaredas, Arroyo santa María, Paramillo de Cuevas, Juncalillo, Paso Bermejo y Paso Iglesias, Guardia Vieja, Puente del Río Colorado y Villa de Los Andes, Colina, Santiago de Chile.
Efectivos: 770 hombres.

RUTA DEL PORTILLO
Jefe: Capitán de Caballería D. José León Lemos
Objetivo: Distraer la atención de las fuerzas enemigas reconcentradas en la Capital y hacer creer que por ese paso seguían otras fuerzas enemigas.
Fecha y lugar de Salida: Septiembre de 1816 desde el Fuerte de San Carlos, Mendoza.
Recorrido: San Carlos, Los Piuquenes, Peñón Rajado, Los Chacayes, San Gabriel y Santiago de Chile.
Efectivos: 56 hombres.
Efectivos: + de 5000 hombres.

RUTA DE GUANA
Jefe: Teniente Coronel D. Juan Manuel Cabot
Objetivo: Tomar Coquimbo y La Serena y provocar el movimiento favorable a la Revolución.
Fecha y lugar de salida: 9 de enero de 1817 desde el Campamento “El Plumerillo”.
Recorrido: Campamento “El Plumerillo”, Jocolí, Las Tapiecitas, Talacasto, Gualilán, Anticristo, Agua Negra, Río Blanco, San Lorenzo, Valle de los Patos, Cañada de Los Patos, Paso de Guana, Valdivia, Monterrey, Sotaquí, Barraza, Coquimbo, La Serena.
Efectivos: 143 hombres.

RUTA DE COME CABALLOS
efe: Teniente Coronel D. Francisco Zelada
Objetivo: Tomar Huasco y Copiapó y provocar el movimiento favorable a la Revolución.
Fecha y lugar de salida: Partieron desde Tucumán, no se tiene constancia de la fecha de salida.
Recorrido: Tucumán, La Cocha, Cuesta del Totoral, Catamarca, Chumbicha, La Rioja, Chilecito, Cuesta de Miranda, Guandacoi, Quebrada del Zapallar, Leoncito, Laguna brava, Paso Come-Caballos, Castaño, Carrizalillo, Copiapó, Huasco.
Efectivos: 130 hombres.

RUTA DEL PASO DEL PLANCHÓN
Jefe de la expedición: Tte. Coronel Dn. Ramón Freire
Objetivo: Operar en la Ruta del Planchón y tomar Talca y Curicó y sublevar al sud de Chile.
Fecha de salida: 14 de enero de 1817 de “El Plumerillo”.
Efectivos: 80 infantes pertenecientes a los Batallones Nro. 7, 8 y 25 del Regimiento de Granaderos a Caballo.
El día 15 a las 11,30 llegó a Luján de Cuyo. (12) Al día siguiente reanudó la marcha y siguió por Carrizal, los Fuertes de San Carlos y San Rafael.

Juan Galo Lavalle - Biografía - Bicentenario del Cruce de los Andes


Desde los 14 años hasta su muerte, a los 44, su vida fue una permanente milicia. 
Juan Galo Lavalle nació en Buenos Aires el 17 de Octubre de 1797. Era el cuarto hijo de Manuel José de la Valle y Mercedes González. Al estallar la revolución de Mayo, su familia se encontraba en Chile, donde su padre era funcionario. De regreso en Buenos Aires, el 31 de Agosto de 1812, Lavalle solicitó su admisión como cadete en el Regimiento de Granaderos a Caballo. En Mayo de 1813 pidió al general Alvear ser enviado al frente. Ascendido a Teniente en 1813, pasó en 1814 al ejército sitiador de Montevideo, a órdenes de Alvear.
Luchó contra Artigas, y al mando de Dorrego combatió en la batalla de Guayabos. En 1816, con su regimiento, ingresó al Ejército de los Andes que San Martín preparaba en Mendoza. El 4 de Febrero de 1817, tuvo destacada actuación en Achupallas donde una patrulla de Granaderos venció a fuerzas realistas superiores que trataban de impedir la marcha de las tropas argentinas. En Chacabuco fue ascendido a Capitán. En Maipú mandó una compañía de Granaderos que con los regimientos de Zapiola y Freire pusieron fuera de combate a la caballería realista. Combatió en el sur contra los restos del ejército español. 
En Nazca, Perú, el 15 de Octubre de 1820, al frente de la caballería patriota avanzó a todo galope sobre el campo realista, causando una completa sorpresa. En Paseo, el 6 de Diciembre, cargó poniendo en fuga a la caballería enemiga. En Jauja se le entregó prisionero el teniente coronel Andrés de Santa Cruz, futuro Presidente de la Confederación peruano-boliviana. En la campaña del Ecuador, el 21 de Abril de 1822, libró en Riobamba uno de los más brillantes combates de caballería de la guerra de la Independencia, destrozando a la caballería española por el resto de la campaña. Intervino en Pichincha, en el desastre de Torata y en la retirada de Moquegua, donde con 300 Granaderos contuvo a un ejército varias veces superior. A fines de 1823, se separó del ejército de Bolívar, y ya en Mendoza, un movimiento militar derrocó al gobernador y nombró en su reemplazo a Lavalle. Diez días después, 4 de Julio de 1824, regresó a Buenos Aires, recibiendo despachos de coronel graduado. Con Rosas y Senillosa integró la comisión demarcadora de la frontera con los indios. Al estallar la guerra con el Brasil se incorporó al ejército nacional. En Febrero de 1827 venció a una columna de 1.200 hombres en Bacacay. En Ituzaingó, en audaz y caícula8a maniobra, arrolló a las fuerzas del general Abreu, siendo ascendido a general.
El 1º de Diciembre, de vuelta en Buenos Aires con su división, derrocó al gobernador Dorrego, batió a éste y a Rosas en Navarro y ordenó, instigado por la logia unitaria, el asesinato del gobernador. En situación insostenible, pactó con Rosas el nombramiento de Viamonte como gobernador, pidió licencia para salir del país y, desde Colonia, promovió dos fracasadas insurrecciones en Entre Ríos. Tomó partido por Rivera en su campaña contra Lavalleja, sublevado, y rechazó el nombramiento de brigadier general diciendo que "no había dejado ni dejaría de ser general argentino". En 1839, con apoyo de los emigrados unitarios y de los franceses, pasó con una división a Entre Ríos, donde combatió con suerte varia. Derrotado por Echagüe en Sauce Grande, cruzó el Paraná en embarcaciones francesas y con 1.100 hombres estuvo en 15 días en Luján. Rosas había organizado un ejército de 17.000 hombres, y Lavalle, sin apoyo, se retiró, tomando a Santa Fe en Septiembre de 1840. Perseguido por tres ejércitos, trató de reunirse con La Madrid. A marchas forzadas Oribe lo alcanzó el 28 de Noviembre en Quebracho Herrado, en donde quedó liquidado el ejército de Lavalle. Trató de organizar la guerra de partidas. Fracasó y, con menos de 1.000 hombres para contener a los 12.000 de Aldao, se dirigió a Chilecito, tratando de atraer sobre él a los federales, dando así tiempo a La Madrid para organizarse en Tucumán. lo consiguió por algunos meses, y el 10 de Junio de 1841, ante la proximidad de Aldao, buscó a La Madrid en Catamarca. Pasó luego a Tucumán, uniéndose a Marco Avellaneda, gobernador allí desde Marzo de 1841, marchando ambos a Salta. Oribe, desde Río Hondo, amagó entonces sobre Tucumán. Avellaneda, para defenderla, regresó con su columna, que se le dispersó al entrar en la provincia.
Lavalle, con un puñado de hombres, se dispuso a vender cara la derrota. Reorganizó sus efectivos, abandonó Tucumán, donde había llegado, pero donde no podía sostenerse, y cuando la prudencia le aconsejaba retirarse se decidió por la ofensiva, atacando al poderoso ejército de Oribe. En la noche del 19 de Septiembre de 1841 cruzó el río Famaillá, amaneciendo formado en batalla a espaldas del enemigo. Después de una hora de combate, el ejército de Lavalle se desbandé.
La derrota de Famaillá concluyó con la coalición del norte, y Lavalle regresó a Salta, pensando aún en resistir. Su plan consistía en atraer a Oribe, alejarlo de su teatro principal de operaciones para que, en su ausencia, desarrollaran libremente su acción los generales Paz y la Madrid. Se preparaba a poner en ejecución este plan cuando las tropas correntinas, que lo habían acompañado desde el principio de la campaña, decidieron regresar en masa a su provincia. Esto cortaba de raíz toda posibilidad de resistencia. Con sus últimos fieles, unos doscientos hombres, Lavalle emprendió el camino de Jujuy, donde llegó el 8 de Octubre.
Tratando de huir al norte, a Bolivia, con unos cuantos camaradas leales, Lavalle fue muerto (probablemente por accidente) en una residencia privada en Jujuy cuando un grupo que acertaba a pasar por allí disparó una serie de tiros contra la casa; cuando sus leales seguidores se enteraron de que existía el propósito de profanar sus restos, formaron secretamente una guardia de honor para escoltar el cadáver de Lavalle fuera del país, hasta Bolivia, donde lo depositaron en la ciudad de Potosí hasta que los restos pudieran ser devueltos a Buenos Aires, lo que aconteció en 1868, siendo inhumados en el cementerio de La Recoleta.

4 de febrero de 1817 - Triunfo en el Combate de Achupallas - Bicentenario del Cruce de los Andes

Teniente Juan Galo Lavalle

En la tarde de ese día, 25 Granaderos a caballo al mando del Teniente Juan Lavalle (pertenecientes al destacamento de 200 hombres despachados por Soler el día anterior bajo las órdenes del Mayor Antonio Arcos para ocupar la Garganta de Achupallas), ataca en el caserío de Achupallas a una partida de 100 realistas que se había emboscado en las faldas que bordean el Valle del Chalaco, al norte de la guardia de Achupallas, con la idea de envolver el destacamento del Mayor Arcos. Lavalle arrolla a sus enemigos y los persigue por espacio de dos leguas.
En esta fecha, el Sargento Mayor Enrique Martínez, que había partido del Juncadillo el mismo día a las 11.30, ataca a la puesta del sol, a los enemigos que habían ocupado una altura que dominaba el Cajón del río Juncal donde se encuentra el lugar denominado Guardia vieja: atacada la posición de frente por el Mayor Martínez (que era el segundo de la columna del Coronel Las Heras) después de un combate que duró hora y media, la asaltó de frente y por el flanco sur, obligando a los realistas a refugiarse en el caserío de la aldea de la guardia, donde intentaron presentar resistencia, pero debieron abandonar bien pronto esa idea, abandonando la posición en plena derrota. Martínez capturó 43 prisioneros (incluidos en ellos 2 oficiales), 57 fusiles, 10 tercerolas y demás elementos de guerra, sumando el enemigo 25 muertos a estas pérdidas. Los patriotas tuvieron sólo 5 heridos leves.
En la Vega del Cumpeo, caserío situado a unas 12 leguas al noreste de Talca, Chile), el Capitán de Granaderos a Caballo, Don Ramón Freire, ataca a un destacamento enemigo que ascendía a unos 100 hombres, que se retiró al anochecer dejando en el campo de batalla 18 muertos, perdiendo 20 prisioneros y abandonando algunas monturas, sables y tercerolas. Freire perdió por su parte, 2 muertos y tuvo 3 heridos leves, en la lucha que duró desde el amanecer hasta la puesta del sol. Por el mal estado de sus cabalgaduras, debió renunciar a la persecución, y también por la noticia de que una guarnición de 400 hombres en Curicó, se había puesto en marcha hacia Talca; razón por la cual Freire se replegó a la quebrada de la Verguilla, a 4 leguas al sureste de Cumpeo, donde permaneció en observación hasta el día 9.

Siendo las doce de la noche, el Sargento Mayor Arcos al anunciar el triunfo de Achupallas al Brigadier Soler, decía: “En éste momento tengo la satisfacción de anunciar a V.E. que somos ya dueños de las gargantas del valle de Putaendo, y que la división de mi mando ha hecho honor ésta tarde a las armas de la patria comportándose de un modo bravo y distinguido”. (Yarben-INS)

La comunicación entre las columnas - Bientenario del Cruce de los andes



5 de febrero tuvo lugar el combate de Huasco, que consagró la victoria de las tropas patriotas comandadas por el teniente coronel Francisco Zelada. El parte que confeccionó para dar a conocer el triunfo consignó la estrategia que había seguido durante la marcha que lo había conducido desde La Rioja (desde el 9 de enero) a Huasco: después de aproximarse a la villa, había logrado doblegar la resistencia del subdelegado y de 150 milicianos que había conseguido movilizar  para defender cualquier avance. Pero dicho esfuerzo no tuvo éxito. Según Zelada, y como consta en el parte, “entre ambas fuerzas se trabó fuerte tiroteo a pie firme por más de una hora”, y atribuyó dicho resultado a la instrucción y disciplina de su tropa en tanto era superior a la del enemigo.

Una vez alcanzada la victoria, Zelada consideró prudente no dar tiempo al adversario para rehacer sus tropas y conseguir refuerzos. Por tal motivo, mientras despachó dos partidas a que le “picasen la retaguardia”, dispuso abastecer de alimentos al resto de la tropa y refrescar los caballos con el fin de recuperar fuerzas y avanzar hacia Copiapó.

Al amanecer, volvió a encontrar al Subdelegado que había derrotado en Huasco, con la misma o mayor fuerza en actitud de defensa, lo que dio lugar a un nuevo combate. Una vez más las fuerzas patriotas derrotaron al bando realista, el cual “se desbandó en todas las direcciones, dejándolo dueño del pueblo sin más novedad que tres muertos y algunos heridos de una y otra parte”.



Informes y señales entre las divisiones del ejército

Aun cuando cada jefe de columna tenía instrucciones precisas para proceder, el general San Martín previó la necesidad de mantener las comunicaciones de cada columna con el grueso del ejército. Para ello se eligieron varios arrieros expertos en los pasos de la cordillera, que efectuaron el servicio de guías y emisarios.

Asimismo se establecieron algunos códigos y  señales que permitían transmitir información sobre cómo debía avanzar la tropa ante la presencia de enemigos.

La imagen sobre el plan de señales del ejército ilustra este tipo de estrategia. Gracias a este sistema fue posible alcanzar cierta articulación entre las columnas, que sirvió tanto para prever los avances sobre el territorio chileno como para incentivar a las tropas tras alcanzar triunfos.

Sirvan de ejemplo las celebraciones realizadas por la tropa de reserva comandada por Bernardo O’Higgins tras recibir noticias sobre la victoria obtenida por Antonio Arcos, comandante de avanzada en las gargantas de Achupallas. Ante dicho triunfo, O’Higgins redobló sus esfuerzos por continuar su marcha y le escribía a San Martín el siguiente detalle: “Excmo Señor: Han resonado las concavidades de esta Cordillera a los vivas que ha producido la plausible noticia que V.E. me comunica. El gozo inspira nuevo aliento a mis tropas y espero vencer todas las dificultades que presenta la Cordillera en cuyo pié he hecho alto para desensillar las mulas que remito a la 2ª División de Vanguardia. Yo caminaré como V.E. me ordena y todo se hace con mayor gusto cuando fueran las incomodidades mayores.

“Dios de a V. E. muchos años. Vegas del Cusco, 5 de febrero de 1817. Excelentísimo señor Bernardo O'Higgins.”

Así también, los partes realizados por los comandantes de cada columna dan cuenta que las comunicaciones internas eran pormenorizadas e incluían todo tipo de detalles respecto a las tropas, víveres, municiones, entre otros. Un aspecto escencias para mantener la coordinación.
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Lic. Eliana Fucili Incihusa - Conicet Facultad de Derecho, UNCuyo, en: http://www.losandes.com.ar/noticia/la-comunicacion-entre-las-columnas

1 de febrero de 1817b - Bicentenario del Cruce de los Andes



1 de febrero de 1817b
El Teniente Coronel Francisco Zelada con el destacamento del ejército Auxiliar puesto a sus órdenes es reforzado por el contingente riojano mandado por el Capitán Nicolás Dávila, en Guandacol en ésta fecha. Once días más tarde, después de franquear las cumbres limítrofes por el Paso de Come-Caballos, llegó por el cajón del río Cachitos, a las juntas del Turbio.

Francisco Zelada nació en 1790 en Colonia del Sacramento, actual uruguay y por entonces parte del Virreinato del Río de la Plata. Siendo muy joven se incorporó al ejército real, dando sus primeras armas en la defensa del Virreinato frente a las Invasiones Inglesas (1806-1807). Más tarde, participó de los combates contra los realistas en la Banda Oriental que fueron claves para frenar su avance sobre los territorios del Río de la Plata y el afianzamiento revolucionario en Buenos Aires. En 1814 se incorporó al Ejército del Norte y, posteriormente, fue designado al mando de la columna que debía realizar el Cruce de los Andes desde La Rioja.
 Una vez concluida su actividad militar se instaló en San Juan tomando parte activa en las disputas políticas internas. Murió en Buenos Aires, en 1863.

Bernardo O'Higgins - Biografía - Bicentenario del Cruce de los Andes


Bernardo O'Higgins Riquelme era hijo natural de Ambrosio O’Higgins, militar y administrador colonial de origen irlandés que, habiendo iniciado por entonces una brillante carrera al servicio de la Corona española, llegaría a ser nombrado gobernador de Chile (1788-1796) y virrey del Perú (1796-1801); su madre era doña Isabel Riquelme y Mesa, una bellísima joven criolla. Por conveniencias sociales, el niño recién nacido fue llevado a Talca, donde se crió al cuidado de don Juan Albano Pereira y de su esposa, doña Bartolina de la Cruz.
Cuando cumplió once años regresó a su ciudad natal para seguir estudios en el colegio de los religiosos franciscanos, pero no permaneció mucho tiempo en Chillán, pues su padre, que había sido nombrado gobernador de Chile el año anterior, decidió que completara su educación en un centro más selecto, como era el Convictorio de San Carlos, en Lima; el joven Bernardo prosiguió allí su formación hasta los diecisiete años.
A esa edad, y siguiendo de nuevo las instrucciones de su padre, Bernardo O'Higgins se puso de nuevo en camino: esta vez se dirigió a Cádiz y de allí a Inglaterra, donde estudió en una academia inglesa; además de cursar materias científicas como geografía, botánica o matemáticas, aprendió francés, música, pintura y esgrima. Durante su estancia de tres años en Gran Bretaña vivió una apasionada aventura amorosa, al tiempo que crecía en él el interés por la política. En este sentido fue clave su relación con el prócer venezolano Francisco de Miranda, uno de los primeros y más influyentes ideólogos e impulsores de la emancipación de las colonias americanas, que le introdujo en la senda independentista.
Entretanto, don Ambrosio O'Higgins había sido nombrado virrey del Perú; enterado del giro ideológico de su hijo, dejó de protegerle, aunque a su muerte (1801) había resuelto legarle la mayor parte de su fortuna. En 1802, con veintitrés años, regresó a la patria, sustituyó el apellido materno por el paterno (pasando de Bernardo Riquelme a Bernardo O'Higgins), y hasta 1810 se dedicó a la hacienda que le dejó su progenitor, la cual engrandeció notablemente. Ocupó cargos públicos, como el de procurador del cabildo de Chillán, y al mismo tiempo se aplicó a la tarea de difundir el ideario emancipador.
La Patria Vieja
Las aspiraciones de los movimientos independentistas que por esos años habían ido gestándose en Chile y en toda la América Latina se vieron favorecidas por los graves acontecimientos que sacudieron la metrópoli. En 1808, las tropas de Napoleón invadieron España; el emperador francés obligó al rey español a abdicar e instaló en el trono a su hermano José I Bonaparte. El rechazo popular a la dominación francesa desató la Guerra de la Independencia Española (1808-1814).
Aunque pronto se constituyó en la península una Junta Suprema de España e Indias que se proclamó depositaria de la soberanía real, la extensión del conflicto bélico -que fue en su mayor parte una desgastadora guerra de guerrillas- había ocasionado de facto un vacío de poder en España. En 1810 comenzaron a formarse en las colonias americanas juntas de gobierno que, a imitación de la Junta de España, declararon al principio su lealtad al depuesto monarca español Fernando VII; tales juntas, sin embargo, sustituyeron a las autoridades coloniales anteriormente nombradas por la Corona, y pronto derivaron, por lo general, hacia posturas independentistas.
Ese fue también el caso de Chile, que era por entonces una capitanía general dependiente del Virreinato del Perú. El capitán general de Chile, Francisco Antonio García Carrasco, quiso anticiparse a tales movimientos con la detención de algunas significadas figuras de la causa emancipadora; su actuación desencadenó una revuelta popular el 11 de julio de 1810 y, cinco días después, hubo de presentar su renuncia. Ocupó su lugar Mateo de Toro y Zambrano, quien, para hacer frente a la situación, convocó el 18 de septiembre de 1810 un cabildo abierto, asamblea integrada por 450 notables que resolvió constituir la primera Junta de Gobierno de Chile. Con la puesta en marcha de la Junta, dotada de plenos poderes pero teóricamente fiel a la Corona española, se iniciaba el periodo denominado la Patria Vieja (1810-1814), primera y fallida fase del proceso de emancipación chileno.
Aunque pronto se constituyó en la península una Junta Suprema de España e Indias que se proclamó depositaria de la soberanía real, la extensión del conflicto bélico -que fue en su mayor parte una desgastadora guerra de guerrillas- había ocasionado de facto un vacío de poder en España. En 1810 comenzaron a formarse en las colonias americanas juntas de gobierno que, a imitación de la Junta de España, declararon al principio su lealtad al depuesto monarca español Fernando VII; tales juntas, sin embargo, sustituyeron a las autoridades coloniales anteriormente nombradas por la Corona, y pronto derivaron, por lo general, hacia posturas independentistas.
Ese fue también el caso de Chile, que era por entonces una capitanía general dependiente del Virreinato del Perú. El capitán general de Chile, Francisco Antonio García Carrasco, quiso anticiparse a tales movimientos con la detención de algunas significadas figuras de la causa emancipadora; su actuación desencadenó una revuelta popular el 11 de julio de 1810 y, cinco días después, hubo de presentar su renuncia. Ocupó su lugar Mateo de Toro y Zambrano, quien, para hacer frente a la situación, convocó el 18 de septiembre de 1810 un cabildo abierto, asamblea integrada por 450 notables que resolvió constituir la primera Junta de Gobierno de Chile. Con la puesta en marcha de la Junta, dotada de plenos poderes pero teóricamente fiel a la Corona española, se iniciaba el periodo denominado la Patria Vieja (1810-1814), primera y fallida fase del proceso de emancipación chileno.
Mientras las guerrillas realistas se extendían por la región, Bernardo O'Higgins mostró su valor personal y su pericia estratégica en diversos combates, méritos que le condujeron al generalato en 1814. Continuó la guerra contra los españoles, pero hubo de aceptar el convenio de Lircay (3 de mayo de 1814), por el que se mantenía la Junta de Gobierno de Chile a cambio de su sometimiento a la Corona española y de la retirada de las tropas realistas. Ambas partes, sin embargo, ignoraron inmediatamente lo pactado, y el virrey José Fernando Abascal envió un nuevo contingente de tropas al mando del brigadier Mariano Osorio para imponer por las armas la sumisión de territorio.
La llegada de refuerzos para los españoles selló la reconciliación entre Bernardo O'Higgins y José Miguel Carrera, quienes decidieron unir sus fuerzas para concentrarse en la defensa de la estratégica población de Rancagua. La caída de la ciudad (2 de octubre de 1814) originó una crisis política profunda que se saldó con la huida de muchas familias patriotas hacia Argentina, entre ellas la de O'Higgins. El «Desastre de Rancagua» puso punto final a la Patria Vieja: Chile se hallaba de nuevo bajo el dominio español.
La independencia de Chile
Durante su estancia en Argentina, Bernardo O'Higgins trabó íntima amistad con el general José de San Martín, quien había de desempeñar un importantísimo papel en la emancipación de Sudamérica. De la fraternidad que unió al prócer argentino con el libertador chileno dan fe su correspondencia, la inquebrantable lealtad que mantendrían durante toda su vida y los mutuos elogios que se dedicaron.
En una carta de O'Higgins a San Martín, fechada en Mendoza el 21 de marzo de 1816, el primero le pide al segundo cien pesos para atender a las apremiantes necesidades de su familia, que "igualmente que yo -escribe- se halla envuelta en la persecución del enemigo común". La anécdota revela la heroica austeridad y las precarias condiciones económicas a las que O'Higgins estuvo sometido durante estos años. El epistolario completo muestra, por otra parte, una cordial efusividad entre ambos patriotas y hasta contiene algunas íntimas confidencias, porque, como escribió O'Higgins, "no cabe reserva entre los que se han jurado ser amigos hasta la muerte".
San Martín entendía que la definitiva liberación de las colonias hispanoamericanas pasaba por la ocupación del Perú, centro neurálgico del poder virreinal, y proyectaba una expedición por vía marítima desde Chile; obviamente, la caída de la Patria Vieja arruinó sus planes, que precisaban el apoyo y colaboración de un Chile independiente. De este modo, la liberación de Chile se convirtió en el objetivo prioritario de ambos caudillos, que se dedicaron pacientemente a reunir y organizar las tropas que habían de llevar a cabo una temeraria empresa: cruzar los Andes por distintos pasos desde Argentina y caer sorpresivamente sobre Chile.
Bajo la dirección de San Martín y O'Higgins, la campaña de los Andes pasaría a la historia como la más grandiosa gesta militar americana de todos los tiempos: en enero de 1817, en sólo veinticuatro días, el llamado Ejército de los Andes cruzó la cordillera y obtuvo la crucial victoria de Chacabuco (12 de febrero de 1817), que abrió las puertas de la capital, ocupada dos días después. El 16 de febrero, una ciudadanía entusiasta ofrecía el mando supremo del Estado al victorioso general O'Higgins.
Sin embargo, los intereses prioritarios no pasaban entonces por la política sino por la guerra, y fue preciso continuar la lucha en el sur, aunque la suerte ya estaba echada y los realistas dejaron de ser una amenaza seria para la independencia de Chile, que fue proclamada formalmente el 12 de febrero de 1818. Ese mismo año tuvieron lugar los últimos enfrentamientos notables: el nuevo virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, movilizó un ejército de tres mil hombres, cuya dirección fue otra vez confiada a Mariano Osorio. Los españoles derrotaron a los patriotas en la batalla de Cancha Rayada, en la que el propio O'Higgins recibió un balazo en el brazo derecho. Aún convaleciente, quiso asistir sin embargo a la decisiva batalla de Maipú (5 de abril de 1818), en la que San Martín aplastó a los realistas, asegurando definitivamente la independencia chilena; al término del combate, San Martín y O'Higgins se fundieron en el célebre «abrazo de Maipú».
Conforme a la acertada visión estratégica de San Martín, la toma de Perú precisaba de medios navales; O'Higgins formó una escuadra, entregando su mando a Manuel Blanco Encalada primero y a Thomas Cochrane después. La flota de combate chilena logró mantener la supremacía sobre la armada virreinal, dominando toda la costa del Pacífico. De esta forma el general San Martín pudo organizar la expedición marítima que lo llevaría a desembarcar con su ejército en las costas peruanas (1820) y a apoderarse de Lima un año después, aunque la definitiva liberación del Perú correría a cargo de Simón Bolívar.

Director Supremo (1817-1823)
Tras la batalla de Maipú, Bernardo O'Higgins pudo dedicarse plenamente a las tareas de gobierno. Aprobó de inmediato un reglamento constitucional (1818) por el cual quedaban fijadas sus atribuciones y deberes en tanto que Director Supremo y se creaba un Senado con funciones legislativas y consultivas; se establecía asimismo una división administrativa en tres provincias y se garantizaban plenamente los derechos y libertades individuales.
La nación a la que ayudó decisivamente a nacer fue libre y unitaria gracias en gran parte a su esfuerzo. La libertad podía saborearse plenamente; libre era el comercio que abarrotaba el puerto de Valparaíso, libres las personas para circular sin pasaporte. La inteligencia y la cultura comenzaron a prosperar, pues en los pueblos se construían escuelas, se creaban bibliotecas y se impulsaban las artes.
Militar afortunado y político honesto y consciente, O'Higgins hubo sin embargo de afrontar pruebas muy duras, como fueron los rencores desatados tras el ajusticiamiento en Mendoza de los hermanos Carrera y la insurrección de Concepción. La promulgación de la Constitución de 1822, que había de sustituir la provisional de 1818, supuso en este sentido el principio del fin: pese a sus indudables avances (limitación a seis años del mandato del Director Supremo, creación de dos cámaras legislativas y reparto de las atribuciones ejecutivas entre tres ministerios), algunas disposiciones que no llegaron a ser incluidas señalaban una orientación que chocaba con los intereses de la Iglesia católica y la aristocracia latifundista.
El 28 de enero de 1823, un cansado O'Higgins renunciaba al mando supremo de la patria en beneficio del general Ramón Freire, que había liderado la oposición al texto constitucional y protagonizado desde Concepción el pronunciamiento que acabó con su mandato. La decisión de O'Higgins ahorró al país una guerra civil; poco después, el prócer de la independencia abandonaba Chile rumbo a El Callao.

Últimos años
Su objetivo era seguir viaje a Inglaterra junto con toda su familia. Para ello confiaba en los rendimientos de unas haciendas peruanas que San Martín le había donado, pero los realistas ocupaban todavía buena parte del territorio del antiguo Virreinato y la situación era caótica. Recibido con todos los honores en Perú, fue amablemente presionado para que asumiera el mando del ejército. Simón Bolívar, que a su llegada a tierras peruanas tomó a su cargo la dirección de las operaciones militares que conducirían a la liberación del Perú, entabló de inmediato amistad con O'Higgins, que pasó a convertirse en un distinguido miembro de su Estado Mayor. Los avatares de la lucha los llevaron a la costa, mientras el general Antonio José de Sucre vencía a los realistas en la batalla de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), liquidando el último foco de resistencia española en el continente.
O'Higgins no llegó a emprender el viaje a Inglaterra; en lugar de ello, permaneció en Perú tratando de rentabilizar sus posesiones de Montalván y Cuiba, en el valle del Cañete. Los rencores que había dejado atrás en Chile maquinaron para que se le interrumpiera el pago de su pensión militar. En 1826, sus partidarios quisieron devolverlo al poder mediante una conspiración en Chiloé, pero, una vez fracasada ésta, el general fue borrado del escalafón militar y quedó prácticamente proscrito.
Cuando en 1836 el ministro chileno diego Portales le declaró la guerra a la Confederación peruano-boliviana, el dictador boliviano Andrés Santa Cruz pretendió ganarlo para su causa; Bernardo O'Higgins condenó la guerra fratricida y se negó a apoyar a Santa Cruz, incluso cuando éste le ofreció el retorno al poder en Chile. En 1839, la victoria del general chileno Manuel Bulnes en Yungay frente a las tropas de la Confederación puso fin a la contienda; se abrió entonces en Chile un paréntesis con una política de reconciliación nacional liderada por el propio Bulnes. Nombrado presidente, Manuel Bulnes ordenó en 1841 que se restituyeran el rango y los sueldos debidos a O'Higgins, pero la reparación llegó cuando el libertador de Chile se hallaba ya a las puertas de la muerte. Falleció en Lima el 24 de octubre de 1842.