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artículo:
María Cecilia
Rossi, "Alfaro-Peñaloza-Urrejola Izarsa. Las familias de la transición al
temprano orden borbónico en Santiago del Estero – 1700-1750"; en: Colección
Editorial HisMundI, Historia del Mundo Ibérico, V. II, Familias en el Viejo y Nuevo Mundo, Coordinares: Ofelia Rey
Castelao (Universidad de Santiago de Compostela) y Pablo Cowen (Universidad
Nacional de La Plata), publicado por la Prosecretaria de Publicaciones de la
FaHCE-UNLP, 2017.
ISBN 978-950-34-1586-3.
Alfaro-Peñaloza-Urrejola
Izarsa.
Las
familias de la transición al temprano orden borbónico en Santiago del Estero
-1700-1750
1-Palabras iniciales
En el
marco del proyecto “Familias y Sociedad en el Río de la Plata. De las
transformaciones borbónicas a la consolidación del Estado Nacional”, y en el
estudio emprendido sobre “Las Reformas Borbónicas en Santiago del Estero
(1730-1800)”, de los cuales el presente artículo es tributario, estudiaremos a
las familias de Alonso de Alfaro, Gerónimo de Peñaloza y Esteban de Urrejola
Izarsa -el primer agente borbónico arribado a Santiago a fines de 1720 en el
marco de la inmigración militar vasco-felipista al Tucumán-. A partir de allí
analizaremos las relaciones establecidas entre estas tres familias, las más
importantes de la época, el matrimonio de Esteban con Josefa de Peñaloza y
Alfaro, indagando los orígenes de unas familias
y unas fortunas que permitirán a Esteban y a Josefa llevar adelante unos modos
de vida caracterizados por el lujo y la ostentación; unas relaciones
comerciales que sabrán aprovechar apropiadamente en beneficio propio y su inmediato
ingreso al Cabildo para desarrollar una intensa actividad de fiscalización en
toda la jurisdicción, en concordancia con los tempranos postulados borbónicos.
Objeto
de un estudio posterior y pormenorizado, serán los doce hijos del matrimonio
Urrejola Peñaloza y sus casamientos y las relaciones socio-familiares
construidas centralmente con otros vascos, que tienen lugar en la segunda mitad
del siglo XVIII, otras formas, otros contextos, otras relaciones.
Estudiar
las relaciones de estas tres familias permite hacer foco y profundizar el
estudio en una época muy temprana para la documentación disponible y comprender
sus particularidades y complejidades en tiempos y lugares específicos. Cuando
todas estas cuestiones se ponen en juego al mismo tiempo, estamos en
condiciones dar los primeros pasos en la construcción de la elite santiagueña
de la primera mitad del siglo XVIII enmarcada en los contextos sociales de la época.
Las
fuentes documentales que sostienen la presente escritura son los repositorios
del Archivo Histórico de Santiago del Estero[1] en
sus secciones de Hacienda, Asuntos Generales y Tribunales, y del Archivo
General de la Nación[2],
Salas IV y IX; las Actas Capitulares de Santiago del Estero[3] y
las transcripciones de la Revista del
Archivo de Santiago del Estero obra dirigida por Andrés Figueroa[4].
Las
Reformas Borbónicas y su impacto en el orden colonial santiagueño, a partir de
los agentes que fueron arribando desde fines de 1720, no despertó un interés
particular entre los historiadores provinciales, más propensos a los grandes
relatos que hicieron de la colonia un espacio acabado en sus propios contornos
territoriales y temporales (Alén Lascano (1992), Achával (1998), Di Lullo
(1949, 195a-b, 1966)[5]. Las
mismas circunstancias analíticas comprenden a la historia de familia, que si
bien registra estudios actuales en la UNSE, se orientan a cuestiones de género
(Canevari, 2011).
Por
nuestra parte nos acercamos a las cuestiones de las familias y el poder en trabajos
colectivos e individuales. Estudiando la urbanidad de la ciudad tardo-colonial
y las familias gobernantes de comienzos del siglo XIX (Legname, Rossi,
Ruiz; 2005-2006) / Rossi, 2005-2010), advertimos la presencia de unos actores
sociales con informaciones veladas sobre sus orígenes y sus devenires
socio-familiares, que parecían emerger tibiamente en la década de 1720 y a
medida que reforzaban sus llegadas, pertenencias y relaciones, fueron generadores
de importantes cambios hasta el fin del siglo XVIII (Rossi, 2012). En la Tesis
Doctoral Espacios y relaciones de poder.
Su articulación en Santiago del Estero durante el proceso inicial de implante
de la Modernidad -1851 – 1875- (Rossi, 2010), focalizamos a la familia
Taboada, cuyo origen también se encuentra en un borbónico, Antonio Gil de
Taboada arribado a Santiago en 1750, haciendo centro en la conformación de un
estado provincial colonizado familiarmente por los Taboada y el Taboadismo en el
marco de una temprana República. Más recientemente nos aproximamos a la
historia de las antiguas familias radicadas en la frontera del río Salado del
Norte durante la colonia centrándonos en la apropiación de las tierras de
antiguas comunidades indígenas, en Tierra
y Sociedad en Santiago del Estero. El antiguo Matará, siglos XVII al XX
(Rossi-Banzato, 2017).
2-La ciudad en la que se radicó Urrejola. Esteban se instaló en
1728 (aprox.). No muchos años a, se había producido en España el ascenso de
casa Borbón y Santiago del Estero, la histórica capital de la Gobernación del
Tucumán, ya había concluido su destino fundacional (Romero, 1986 / Legname, Rossi,
Ruiz, 2005 / Rossi-Banzato, 2017), perdido la silla episcopal que se instaló en
Córdoba[6] y
el asiento de la gobernación haciendo lo propio en Salta. Ambas cuestiones fueron
muy cercanas en el tiempo, sobre finales del siglo XVII y causaron un gran
impacto social. “Despojo” fue el concepto utilizado por la historiografía
clásica y el que impregnó todas las imágenes del destino de la ciudad hasta el
presente.
Una
jurisdicción empobrecida y una ciudad arruinada por el salitre y las
inundaciones periódicas del río Dulce, le hará decir al Obispo Ulloa “…Santiago solo el nombre tiene de ciudad, es
toda ella un bosque inmundo falto de todo lo necesario para el sustento, la
iglesia muy mal servida e indecentemente…” (Tasso, 1984). Si a esto le sumamos
la mirada del gobernador Esteban de Urízar y Arespacochaga (1707-1724) hablando
de lo que “parece más un cortijo que república” y su gran preocupación por los
modos en que la cultura española se perdía en desmedro de una rápida
asimilación de la cultura indígena[7],
tenemos para la “madre de ciudades” un panorama con vistas al siglo de los
Borbones, bien complejo de resolver propositivamente.
Estamos
frente a un espacio urbano en el cual la mayoría de las familias principales ya
no deseaban residir, migrando progresivamente desde las últimas grandes
inundaciones (1663-1672) a sus estancias, generalmente cercanas o colindantes
con los pueblos que poseían en encomienda (Rossi-Banzato, 2017). Obviamente esto
hará que el relacionamiento con los indígenas -mano de obra de las estancias y dentro
de la casa principal un amplio espacio de servidumbre- sea cotidiano. Así se
irán produciendo esas mixturas culturales que son tan características de
Santiago, unos y otros aprenderán sus lenguas y dialectos, prevaleciendo la
pérdida de los modos de aquella antigua urbanidad hispano-criolla que
caracterizó a la ciudad de los confines fronterizos imperiales. Si incorporamos
a las particularidades santiagueñas, el planteo de Assadourián (1982: 55) sobre
una situación similar para las ciudades del Tucumán en la misma época, la
fuerte crisis en la minería del espacio altoperuano y el proceso de
ruralización que conllevó, tal parece que podríamos agregar un ingrediente más,
que queda por profundizar para el estudio local. Tal crisis y el predominio de
una economía de subsistencia afectaron mucho más a las elites que pasaron a
vivir en sus estancias y ahorrarse los gastos que las casas urbanas le
ocasionaban, que al mundo subalterno que quedó ocupando las casas en las
ciudades.
La
imagen que pudimos construir de la ciudad a comienzos del siglo XVIII fue la de
una ciudad en el vacío. Santiago estaba... Seguía estando… Si ya no tenía
sentido su continuidad al haber cumplido su función ¿por qué no se despoblaba
como en su momento lo hiciera Londres cuando ya no fue más funcional a la
protección de la capital tucumana? Permanecía… Tozudamente seguía estando…
Hasta finales del siglo XVIII los documentos del Cabildo local encabezaron sus
escritos: “Santiago del Estero. Cabeza de la Gobernación del Tucumán”.
Mientras
tanto, en esa ciudad que había obtenido el 19 de febrero de 1557 el Escudo de
Armas de parte del rey Felipe II; en la
que todo lo que la había hecho importante se había ido, pero que se aferraba a
su propia historia para no desaparecer, hizo un esfuerzo extremo de aportes
vecinales para levantar la cuarta versión de la Iglesia Matriz -ya en la
ubicación actual- y las Casas Capitulares que estarán en permanente
reconstrucción tanto como sea su permanente destrucción. Casas Capitulares, más
no Cabildo, frente a una plaza sin nombre que era transitada diariamente por
indias con sus largos pelos negros y sueltos, montadas en mulas vendiendo
alfalfa y oficiaba de mercado los días del Señor. Esta ciudad contaba con un
escaso conjunto de casas bajas dispersas en unas cinco a seis manzanas pobladas
en un 30%, con las que los vecinos cumplían la normativa real que les permitía
mantener los beneficios prebendarios; por lo general sin sus dueños habitándolas
de modo permanente, estaban al cuidado de una cantidad de indios y negros,
esclavos o libertos, que junto a los habitantes de las rancherías de negros de
los conventos de los Domínicos y Mercedarios, y las de indios de los
Franciscanos, sumado a los indígenas y mestizos libres viviendo a orillas del
río, conformaban una gran “mancha negra” (Grosso, 1997). Un cuerpo social mestizado
y oscuro apropiándose totalmente del escenario urbano. Acompañaban. Casi como
el fondo de una escena surrealista. Los señores de blanca auto referencialidad,
la gobernaban pero no la registraba salvo en los casos punibles, de servidumbre
o comercio al menudeo; bajaban desde sus estancias a cumplir con sus funciones
institucionales (Legname, et al, 2005 / Rossi y Banzato, 2017), a controlar la
política y la justicia jurisdiccional, permanecían en la ciudad el tiempo suficiente,
habitaban sus casas temporalmente y regresaban a sus actividades privadas.
Raramente encontraremos algún capitular que residiera en la ciudad, salvo los
funcionarios de menor rango y algunos comerciantes, aunque ya veremos las
excepciones que confirman la regla[8].
3-Llega el Capitán Esteban Urrejola Izarsa. Este es el contexto de la llegada e instalación del Capitán
Esteban Urrejola[9],
nacido Ochandiano, Bilbao. Hijo de Mateo Urrejola y de María de Izarsa, casados
en 1708[10]. Con
esas fechas, podemos plantear el nacimiento de Esteban en 1709 o 1710, de modo
que cuando se instaló en Santiago tenía unos 19 o 20 años. La familia completa
se radicó en Buenos Aires y Esteban en Santiago. En 1731[11],
con unos 21 años, contrajo matrimonio con Josefa
Peñaloza de Alfaro Alba, de unos once o doce años, hija del Maestre de
Campo Gerónimo Peñaloza y de Isabel de Alfaro Alba Bravo de Zamora, nieta de
Alonso de Alfaro[12],
la familia más rica, poderosísimo comerciante y muy influyente en los más altos
cargos políticos que le cupo ocupar.
3.3-Se establecen los nuevos lazos familiares: los Alfaro y
los Peñaloza
Como decíamos al
comenzar nuestra escritura, la historia colonial santiagueña recibió un tratamiento
de espacio homogéneo, de modo que adentrarnos a las historias familiares de los
Alfaro y de los Peñaloza al comienzo del siglo XVIII a partir de la relación
que se establece con el agente borbónico, comienza a iluminar una temporalidad
colonial y unas construcciones socio-familiares que hasta el momento no fueron
abordadas, posiblemente por las complejidades de una documentación escasa y
fragmentaria, que necesita casi de un juego de ajedrez para comenzar a armar
los procesos colectivos e individuales.
3.3.1- Los Alfaro. La
familia Alfaro ingresa en nuestra historia porque Josefa era hija de Isabel del
Alfaro Alba (nacida hacia 1690[13]) y
nieta de Don Alonso de Alfaro[14]. Oriundo
de Cádiz y Caballero de Santiago, fue Teniente Gobernador Interino de Santiago
durante la gobernación de Don Esteban de Urízar y Arespacochaga. Como
encomendero de Guañagasta y depositario de los indios de Guaype (1702-1713)
disponía de una gran cantidad de indios de trabajo. Habiendo levantado varios
Censos entre los indios de la frontera del Salado, terminó conociendo palmo a
palmo cada espacio de la jurisdicción. En 1713 alcanzó el grado de Alférez Real
Propietario[15]
y fue Gobernador Interino entre 1725 y 1726 (año de su fallecimiento).
Don Alonso estaba
casado con la santiagueña Manuela de Alba
Bravo de Zamora, hija de Francisco de Alba y Catalina Bravo de Zamora y
Vélez de Alcocer[16]
y con ellos la relación con una red de sevillanos arribados en las postrimerías
de la Casa de Austria. Nacido en Sevilla en 1553, Francisco de Alba era vecino
de Santiago desde 1588[17], fue
Juez y Escribano Capitular y también actuó en Salta como y Justicia Mayor y
Capitán. Tenía dos encomiendas, Tipiro y Pasao con unos 100 indios de los
cuales ocho estaban en su casa en Santiago como yanaconas. En esos pueblos
criaba yeguas de cría, ovejas y cabras, que en cantidad de 3.000 eran
administradas por dos pobleros[18]. Por
su parte Catalina era heredera de conquistadores y colonizadores. Había nacido
en Santa Fe de la Veracruz en 1640 y falleció en Santiago en 1735. Hija del
sevillano Lope Bravo y Zamora Vergara (1553-1608), Teniente de Gobernador de
Santiago del Estero, encomendero de Pasao y de Tipiro que en segunda vida
administraba su esposo[19].
Su madre era Isabel Vélez de Alcocer y Costilla[20], también
de familia sevillana y radicada en Salta a partir de Gaspar Vélez de Alcocer
que entró en el Tucumán con el gobernador Don Pedro de Mercado Peñaloza y
Ronquillo[21].
Uno de sus tres hijos, Álvaro Vélez de Alcocer y Rodríguez, conocido como “El
Mozo”, Capitán y encomendero de Pulares, tuvo seis hijos, de los cuales Isabel
se radicó en Santiago al contraer matrimonio con Lope Bravo de Zamora. El resto
permaneció en Salta.
Si bien la más clásica historiografía
santiagueña considera que los orígenes españoles de Alfaro eran humildes (Alén
Lascano,1992) su historia local merece una reconsideración a la luz de la
fortuna alcanzada. Las investigaciones de Eduardo Saguier lo ubican como el
mayor comerciante santiagueño relacionado con casas importadores de Buenos
Aires, registrando operaciones al fiado por un monto de $30.977, cuando quien
le sigue en la lista, Don Andrés de Castañares registra $7.109[22].
Estos datos son confirmados por algunas escrituras de los años 1702, 1703, 1706
y 1732[23]pero
abre el interrogante sobre cómo construyó tal fortuna.
Siendo encomendero de
Matará y depositario de los indios de Guaype, una parte de las ganancias provendría
del comercio con el espacio peruano de prendas de algodón obtenidas con el
hilado de las mujeres y la tejeduría de los varones pagados como tributo y
servicio personal. Sabemos que la principal industrial del Salado, la textil, poco
y nada había modificado su estructura ni su nivel de producción desde el
comienzo de la conquista, como lo mostró Farberman (1991) para el caso de
Felipe de Argañaráz y Murguía (h). Un nicho que se había conservado pese a las observaciones
de Assadourián (1982) de la baja en las producciones mineras hasta mediados de
la década de 1630 y por lo mismo de la baja poblacional que era su principal consumidora.
Otro negocio
de Alfaro era la arriería en el espacio altoperuano[24],
pudiéndose abrir aquí una muy interesante línea de investigación pero no hay
series que permitan realizar estudios. Un temprano documento de 1702 nos
muestra al por entonces Sargento Mayor actuando como fletero especializado estableciendo un
convenio[25]
entre el vendedor de 13.709 vacunos, Capitán Don Francisco Núñez de Ávila,
morador de la ciudad de Santiago y el comprador Capitán Don Francisco Eusebio
González de Castilla, de Jujuy. Partió el Paraje del S-E santiagueño y entregó
en La Tablada 7.473 cabezas. El costo del arreo fue entre el 40 y el 45% del
total, por lo que 6.236 cabezas era la ganancia obtenida por Alfaro[26],
algo menor que los porcentajes establecidos por Assadourián (1982) para los
casos por él estudiados de la arriería cordobesa.
Tamaño
recorrido atravesaba por los menos tres espacios ecológicos diferentes en sus
posibilidades de alimentar esa cantidad de ganado, que habrían de conocerse muy
bien para orientar correctamente el arreo. Pero también un conjunto de gente,
arrieros, troperos, lazadores, mujeres que acompañaban a las caravanas
oficiando de cocineras, costureras, aquellas que manejaban el arte de curar con
hierbas, ganado para consumo, carretas que transportaban cereales, etc. Como
coincide en los tiempos con su rol de encomendero, estimamos que parte importante
de la tropa debían ser indios de sus encomiendas, situación que para Santiago
era muy habitual (Rossi, 2008). También hay que decir que el arreo pasaba por
las antiguas estancias santiagueñas de Tenené y El Palomar, abandonas por los
Padres Domínicos temporalmente, pero ubicadas estratégicamente en el Camino del
Palomar, donde, mientras los animales se reponían con aguas y buenas pasturas,
el grupo que acompañaba hacía lo propio, se reparaban las carretas o lo que
hiciese falta y descansaban. Muy pocos años después, ambas estancias pasaron a
posesión de Alfaro. En 1703, ya ascendido a Maestre de Campo y con el cargo de
Teniente Defensor Justicia Mayor y Capitán de Guerra, avanzaba con sus negocios
hacia el fletamento de carretas, firmando una escritura con el Capitán Don
Simón de Larramendi, “mercader, tratante y contratante” para transportar yerba
desde Santa Fe y con destino a Jujuy por un valor de $4.500 y 4.583 arrobas,comprometiéndose
a custodiar la tropa de carretas con soldados de su guarnición “como era de
uso”[27]. Don
Alonso usaba los recursos del estado en beneficio de sus propios negocios.
Estamos
en presencia de una fortuna que se va amasando desde por lo menos cinco
espacios articulados, el comercio, la arriería, las tierras, los ganados y los
fletes. Sin olvidar su posición política y los beneficios obtenidos con el tráfico
de informaciones que le hacían ocupar un lugar privilegiado al momento de
organizar negocios.
Algunos
documentos producidos después de su fallecimiento[28], dan
cuenta de con quienes comerciaba en el espacio altoperuano, la forma en que
realizaba esos negocios y la resolución de los conflictos suscitados. Fallecido
Don Alonso en 1726, entre 1731 y 1739 se desarrolló un juicio por el cobro de
una deuda a la sucesión. Se presentó en Santiago Don Pedro de Sierra, vecino de
Buenos Aires y residente temporario en esta ciudad como apoderado de su padre
Don Joseph de Herrera (en esos momentos en Europa) y de su abuelo ya fallecido,
Don Joseph Zipriano de Herrera quien fuera Presidente de la Audiencia de
Charcas y a los que descubrimos en nuestro estudio como grandes comerciantes
relacionados con Alfaro, reclamando una deuda impaga contraída entre 1723 y
1726, de $6.288 y ½ real. El problema era que ambas casas comerciales habían
registrado la salida de mercaderías pero Alfaro no había firmado nada, con lo
cual encontramos una forma de relación comercial basada en la palabra y el
entendimiento y la confianza de un pago seguro. En la declaratoria de Don
Antonio de Bozán y Alfaro, su sobrino, mano derecha en sus negocios y albacea
testamentario, dijo recordar que alguna vez Don Alonso le había comentado algo,
pero los libros de anotaciones de Alfaro no se encontraban. De todos modos, los
demandantes solicitaron el embargo provisorio de toda la hacienda de las
estancias de Tenené y El Palomar.
El Apoderado
local, Don Joseph de Aguirre presentó un largo escrito revelando mayor conocimiento
de las cuestiones locales. Por ejemplo que los animales embargados estaban en
completo abandono y reunirlos resultaría más que lo que valía el ganado, ya que
no había población permanente a causa del embate de las etnias chaqueñas,
encontrando aquí una de las formas en que la enorme fortuna de Alfaro fue
disminuyendo. Además, avanzaba en el cobro sobre los herederos de Alfaro y el
embargo de la deuda de $2.300 que el Maestre de Campo Don Joseph López de
Velazco tenía con Peñaloza y que la viuda había reclamado al Cabildo. Esto
provocará la ira desenfrenada de Isabel Alfaro de Peñaloza, quien se presentó
en el Juzgado en dos oportunidades, siendo en la última en 1739 ya viuda. No
solamente no reconoció la deuda que al no estar por escrito no se pagaba, sino
que atacó ferozmente a Joseph de Aguirre sobre quien pidió castigo y apartamiento
de la causa por “injusto demandante”. Lo acusó por perjurio, de tener animosidad
en su contra, de ser mal hombre y no tener temor de Dios, estar ciego de pasión
y depravada intención, y de atacarla en un momento en que le habían pasado
muchas cosas malas, había enviudado y sus estancias estaban sin producción, lo
que entiende la colocaba en una mala situación como mujer. Y manda a que lo
ejecuten a Don Antonio Bozán quien era el albacea y que dijo tener conocimiento
verbal sobre esta deuda.
Si
tenemos muy poca información sobre las mujeres, este juicio nos muestra a una
Isabel madura, con agallas, defendiendo los derechos familiares y atacando sin
miramientos a quien osara entrometerse con la familia. Tomando el comando de
una familia que había perdido a los dos hombres más importantes, su padre y su
esposo, pero de quienes había aprendido muy precisa y eficazmente unos modos de
accionar en la defensa de sus derechos que casi podríamos decir que tomó el
lugar de ambos en la familia, con las cuales muy pocos se atrevían a meterse.
3.3.2- Los Peñaloza. Indagar los orígenes del General Peñaloza resultó muy
complejo por la falta de información, a la que accedemos a partir de su
matrimonio con Isabel de Alfaro y Alba Bravo de Zamora, con quien tuvo dos
hijos Josefa y Jerónimo Félix, formando la familia Peñaloza Alfaro. De todos modos cierto es que la familia formaba
parte del conjunto de notables de la colonia y eran poseedoras de renombre, de
fortuna y una de las más importantes de comienzos del siglo XVIII.
Nacido hacia 1680[29],
lo ubicamos como uno de los capitulares más influyente en ejercicio en el año
1727[30]
como Alcalde Mayor Provincial de la Santa Hermandad Propietario. Desde 1717 fue
encomendero del Pueblo de Indios de Matará, frontera del Salado, con lo cual
debemos pensarlo como comerciante de los llamados “productos de la tierra” de
los que se beneficiaba en una situación similar a la de su suegro, a cuyos
negocios podemos asociarlo al no encontrar registros de comercio propio.
Alcanzó el grado de Teniente Gobernador en 1728 (Figueroa,1927:32) y a partir
de la muerte de su suegro en 1726 administrará –por parte de su esposa- de las
estancias Tenené y El Palomar, donde criaba y comercializaba ganados y era
proveedor de la carnicería del Cabildo.
3.3.3-¿Quién era Esteban de Urrejola Izarsa? Algunas
reflexiones sobre la inmigración vasca al Tucumán durante el reinado de Felipe
V. En unos documentos que dicen más
por lo que no dicen que por lo que efectivamente expresan, se observa un gran
interés de los Peñaloza por casar a su única hija mujer, Josefa, con el joven
agente militar borbónico Esteban. ¿Qué tan importante era este Capitán para que
los Peñaloza Alfaro quisieran casar tan empeñosamente a su joven hija? Una
pista bastante firme, y que al mismo tiempo abre una interesante ventana para
futuras investigaciones, la encontramos en un escrito de Tarragó (2006) donde
plantea los cambios en las relaciones de poder que se operaron en España con el
reinado del primer Borbón, Felipe V (1700-1746) y la inmigración vasca al Río
de Plata y el Tucumán. Una nueva red de alianzas y actores desplazaron a los sectores
más tradicionales mientras las familias del norte, vascos especialmente,
organizaron nuevos espacios de poder y establecieron relaciones con las elites
y la monarquía, penetrando en lo más profundo de la Corte. La formación de la
Nueva Planta (Capel Martínez-Cepeda Gómez, 2006:p92) comenzó en 1707 y mientras
los ayuntamientos se aristocratizaban, se orientaban hacia la militarización,
siendo significativas las creaciones del “nuevo ejército” a partir de 1704[31],
con cargos comprados en su mayoría por familias enriquecidas con el comercio
monopólico colonial. En estas fuerzas militares felipistas, será abrumadora la
presencia de los norteños.
Este
“rediseño”, como lo llama Tarragó, impactó en el Virreinato del Perú y en la
Gobernación de Buenos Aires ambos espacios muy interesantes porque ofrecían
múltiples oportunidades para un desarrollo profesional y económico tan rápido
como importante a gobernadores, comerciantes, jueces, virreyes, etc. Entendemos
entonces, que en este contexto la familia Urrejola Izarza, que figura en el
Padrón Histórico de Guipúzcoa (De Guerra, 1928:583) entre las familias fundadoras y de abolengo, se trasladó
a Buenos Aires y Esteban se instaló en Santiago, formando parte uno de los
Regimientos de Infantería de la Guardia. Todo este despliegue en el marco del
control más eficiente sobre los territorios americanos que los Borbones se
proponían.
Gobernaba
el Tucumán Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, con un cargo que a la postre
será vitalicio obtenido como premio de por haber mantenido las vías de
circulación en paz y en condiciones óptimas para el comercio, lo que incluía la
guerra ofensiva a las tribus chaqueñas Peñaloza y Urrejola Izarza colaboraron
activamente. Los Arespacochaga procedían de la Villa de Elorrio y eran una de
las familias más importantes de comerciantes de hierro a América. El gobernador
de Buenos Aires Bruno Mauricio de Zabala era pariente de su par tucumano y su
cuñado un importante comerciante radicado en Buenos Aires a comienzos del
XVIII. Todos tenían parientes, comerciantes y militares en sus círculos más
cercanos. Dicho esto, es absolutamente posible trazar la relación militar y
comercial entre Urízar y Arespacochaga, Alfaro, Peñaloza y casi inmediatamente
con Urrejola Izarza.
4-Los hijos de la familia Urrejola Peñaloza. Se refuerzan las
relaciones con los guipuzcoanos. Esteban
y Josefa contrajeron matrimonio en 1731 y formaron la familia Urrejola Peñaloza. Que durante los
primeros nueve años de matrimonio no hayan tenido hijos,refuerza nuestra idea
de la extrema juventud de Josefa. A partir de 1740 y hasta 1750[32]
nacieron los doce hijos[33] y
las redes familiares y sociales que establecieron se extienden hasta la
actualidad.
En
1740 y 1741 nacieron Francisco[34] y
Vicente[35], ambos
jesuitas expulsados en 1676 junto con sus compañeros de Córdoba. En 1743 nació Alejandro quien por cuestiones
comerciales se radicó en Chile y contrajo matrimonio con Isabel Leclerc de
Bicourt, dejando una descendencia de nueve hijos[36]
formando la familia Urrejola Leclerc instalada
en Concepción. Ese mismo año nació Manuela,
casada a los 14 años en primeras nupcias con el poderoso comerciante catalán
Domingo Ferrando, natural de la Villa de Reus, del Principado de Cataluña[37],
formando la familia Ferrando Urrejola,
pero viuda a sus 17 años, rápidamente casó con el ultra borbónico Gaya. Bernardina
Luisa contrajo matrimonio con otro borbónico guipuzcoano, el Sargento Mayor
José Antonio Gorostiaga Amézaga[38] y
formaron la familia Gorostiaga Urrejola
Peñaloza. Tuvieron cinco hijos, Pedro Pablo, Joseph Ignacio, Manuela
Ignacia (s/d), Josefa Ignacia, Joseph Antonio Gorostiaga Urrejola. María Josefa Urrejola se casó con el
portugués Manuel Pedro Borges[39]y
formaron la familia Borges Urrejola,
con dos hijos, Juan Francisco (autor de las dos primeras revoluciones
autonómicas de 1815 y 1816) y Francisca Borges Urrejola. Luego encontramos
otros hijos varones de los que no tenemos noticias, Joseph Ignacio y Fernando
nacidos en 1744, en 1746 nació Juan aparentemente soltero; Miguel en 1747
casado con María Josefa Espech, y Gregorio en 1750 aparentemente soltero.
Estas
relaciones y los contextos que las posibilitaron, ubicados en la segunda década
del siglo XVIII, serán objeto de un estudio pormenorizado en un próximo
artículo.
5- Dónde y cómo vivir. Los aportes al estilo de vida que surge
de la Carta Dotal de Josefa. Cuando
Esteban y Josefa se estaban por casar, en el año 1731[40],
Gerónimo de Peñaloza y su esposa firmaron la Carta Dotal, de la cual surge el
aporte de $34.250 que la familia realizó al matrimonio de su hija. Estudiando
las dotes femeninas de los vascos y navarros y sus descendientes en Buenos
Aires durante los siglos XVII y XVIII, Siegrist (2010) advierte la importancia
de su análisis en tanto nos remite a la jerarquía de la familia considerando su
posición económica, su status y las redes de alianzas que trazan a partir de
ella.
Los
Peñaloza aportaban un cifra muy alta, cuando en los estudios de Siegrist eran
importantes las que oscilaban entre $4.000 y $6.000, las de $12.000 eran destacables
y de $30.000 las hubo pero muy pocas. Con semejante número es lógico que se
trate de un extenso documento detallando todo lo que Isabel llevaba, pero de
esa enumeración por ítems, tomamos algunas cuestiones que nos parecen más
relevantes, organizando la información de modo que nos permita aproximarnos a
pensar en el lugar donde vivirían, a las relaciones con el espacio urbano y los
modos del vivir cotidiano de la nueva pareja. Podrían resumirse en cinco
cuestiones centrales, una casa, el mobiliario, la vestimenta, los esclavos y la
estancia con ganados.
Siguiendo
a Moreyra (2009) en sus estudios sobre la vida cotidiana de la Córdoba del
siglo XVIII, importa estudiar los objetos no como elementos inertes ni aislados sino
como un conjunto que se inserta en un contexto determinado y, en calidad de
vehículos a través de los cuales podemos analizar a la familia que es quien los
pone en movimiento, los carga de sentido y significaciones en tanto lo material
contribuye a definir-la y reforzar su preponderancia social.
La casa. Lo que
primero figura en el documento es el aporte de una casa en la ciudad, que formaba
parte del espacio de la casa paterna “en la testera de la casa que habitamos” pero
con salida independiente a la calle. La existencia de una casa señala la
condición de vecindad que asumía Esteban Urrejola cumpliendo con el requisito de todo vecino de
tener en ella casa poblada pero también que la nueva familia se radicaría en la
ciudad. Nos dimos a la tarea de ubicarla aún en función de las escuetas descripciones
aportadas.
El
frente de la vivienda miraba hacia el oeste, donde había “una sala y dos
aposentos”, comunicados con el patio principal compartido con la familia
Peñaloza, en que había otros cinco cuartos que podían utilizarse como vivienda
u oficinas. Cinco espacios diferenciados, el primero de uso social, el segundo
el de la intimidad o área privada, un tercer espacio de carácter administrativo
(que podía o no ser compartido con el de uso social), el espacio de la
religiosidad femenina y un espacio de uso común y compartido con la familia
grande que era el patio.
De
donde, si Gerónimo Peñaloza cedía parte de su casa y de su terreno a su hija,
estaba efectivamente instalado en la ciudad. Ahora bien, es altamente probable que
la casa original haya pertenecido a su suegro Alfaro, el que al instalarse en
la estancia de Tenené se la dejó a su hija. El solar no estaba frente a la
plaza como hubiera sido el requerimiento de una familia tan importante, pero
compensaba con unas dimensiones que permitirían construir una gran casa e ir
cediendo partes para las nuevas familias.
Una
antigua práctica de ubicación de los solares familiares en los barrios del
convento de su filiación religiosa (Legname, 2007, et al), nos permitió deducir
que, en razón de la pertenencia jesuítica de la familia Alfaro, cuyo hijo Diego
perteneció a la orden (Alén Lascano,1970:22) y el propio Don Alonso fue
enterrado en el convento de la Compañía, la ubicación de la casa principal
estaría dentro del perímetro del antiguo barrio de las Catalinas, cuyo nombre
fue dado por el Colegio y Seminario jesuítico de Santa Catalina de Siena Virgen
y Mártir, que unía la Matriz con los conventos de La Merced y el ex Convento de
los Jesuitas, hasta fines del siglo XVII.
Ahora,
considerando que no existen en Santiago planos del siglo XVIII, tomamos como
referencia uno de 1870[41],
el único en el que figuran los lotes de la ciudad con los apellidos de los
propietarios, en el que buscamos referencias de por lo menos 150 años atrás.
Recordamos entonces que una práctica habitual de las familias principales de
Santiago era y es la permanencia de los herederos en los mismos lotes, algunos
con subdivisiones si eran de grandes dimensiones. Poniendo todas estas
cuestiones en juego, en el citado Plano encontramos un gran solar bajo el
nombre de “Los Udrijolas” (deformación de Urrejolas) ocupando un tercio de
manzana con frente a la actual calle 9 de julio y el otro frente por calle
Avellaneda (antiguamente Constitución y Entre Ríos). Esto es, a media cuadra de
la plaza principal, hoy Libertad, a una cuadra y media de las antiguas Casas
Capitulares, y a dos cuadras del solar de los jesuitas. Estaba entonces
Gerónimo a pleno para escuchar el tañido de la campana de las Casas Capitulares
que llamaban a reunión, y a las cuales durante los años de 1727 a 1730 asistió regularmente[42] y
las mujeres de la familia asistir a misa diaria a la oración.
Considerando
el prefijo “los” en los “Udrijolas”, nos orientamos a considerar que el solar
contenía varias casas de la misma familia, con lo que estamos en presencia del
espacio de una familia extensa, que reúne diversas unidades familiares,
característica muy santiagueña, pero también una de las dos formas en que se
organizaba la familia española para la misma época (Capel Martínez y Cepeda
Gómez, 2006). Aparecen en las cercanías
los apellidos de los futuros agentes y comerciantes borbónicos que se llegarán
a Santiago en el siglo XVIII, Rueda, Gorostiaga, Aranda, Taboada, Díaz Gallo,
Alcorta, Villar, Vieyra, etc. De modo que en el mismo acto advertimos que los
agentes borbónicos que irán llegando se ubicarán en solares de las
proximidades, o bien, como en el caso de Díaz Gallo, lo heredará de sus
suegros. El terreno de la esquina S-E en el plano de 1870 figura a nombre de
Gorostiaga, esposo de Bernardina, a la que, evidentemente, le cedieron parte
del terreno original para construir su vivienda, con lo cual el solar original
tenía una extensión mucho mayor a la que estamos considerando. Tal vez no nos
equivoquemos al considerar que ocupaba toda la manzana.
El mobiliario. El
mobiliario para la casa que aportaba Josefa Peñaloza, nos remite a unos modos
de vida familiar de carácter suntuario y que, hasta el momento considerábamos
era muy poco habituales para Santiago y nos desafía a comprobar si esta
situación era excepcional o más habitual de lo que pensamos. También señala la
importancia económica de las familias con la que Urrejola se estaba relacionando. Estamos frente a un
mobiliario que marcará en la futura vida de Josefa, la distinción social, la
jerarquía y el status, a través del cual buscará reforzar y ampliar el reconocimiento
que la familia ya tenía, en el tiempo socio-político que a ella le tocaba
vivir.
Al
igual que en España del siglo XVIII, la Sala era la habitación principal de la
casa, el lugar del recibir, del discurrir cotidiano con las familias más
cercanas, pero también donde la familia estaba en condiciones de mostrar el
lujo en el cual vivía gracias a su poderío económico. Y parece que con los
Peñaloza cuenta la afirmación de Carmen Abad Zardoya (2004:409) sobre la
persistente obsesión por aparentar de los hidalgos del siglo XVIII español,
tanto en los adornos de la casa, como en la vestimenta, y pone en cuestión el
concepto que para Santiago parecía inamovible, el de la austeridad como un
rasgo distintivo de las elites, que rápidamente debemos replantearnos. Así como
tampoco olvidar el contexto urbano ya descripto en que se emplazaba la casa de
los Peñaloza.
El
listado de los muebles de la Sala, nos orientan a pensar en la organización de
un espacio de alto nivel de sociabilidad de la familia Peñaloza y el “estrado
de tablón” que llevaba “un espaldar con catorce varas de triunfante y sus
adornos” y a su espalda un lienzo destinado a ocupar la “testera” con bordados
que representaban el Misterio del Santísimo Sacramento del Altar. Pensamos que
este lienzo funcionaba a modo de los grandes paños tejidos con hilos de oro y
plata que recubrían las paredes de los palacios de la nobleza española, y que a
más de ornato y gran belleza cumplía con la finalidad de conservar la
temperatura de los ambientes al margen del clima exterior, de rigurosidad
extrema en Santiago. Completaba el espacio del estrado “seis cojines de
triunfante”; una alfombra; cuatro ángeles de bulto con ropajes y pedestales
dorados. Todos objetos que, con mayor o menor prestancia o antigüedad, estaban
presentes en las casas aragonesas y de Murcia que estuvimos analizando (Abad
Zardoy, 2004 / Nadal Iniesta, 2006).
La
Sala tenía un espacio de comensalidad, con “dos mesas grandes sobre armazón
torneadas…doce sillas con asientos y espaldares dibujados y estoperoles
labrados”. Para vestir las mesas dos paños de sobremesa, uno de paño fino
estampado, seguramente de tela importada, y el otro era de tejido de la tierra
tejido con algodón de alta calidad,tres manteles y doce servilletas. Para
completar este sector “un escaparate dorado con varias divisiones” donde se
guardaban y exhibían los objetos de plata labrada más preciados de la familia,
dos fuentes, doce platos, doce cucharas, doce tenedores, una salserita, un
salero, dos mates y varios objetos más. Dos espejos con sus marcos esmaltados
devolverían la imagen de todo aquel poderío que la familia deseaba mostrar; un
par de candeleros, también de plata labrada, iluminarían el espacio y se
reflejarían en los grandes espejos, duplicando exponencialmente la
magnificencia del espacio.
Lo que
no encontramos en el listado, son sillones. Entendemos que se trata de un
artículo aún no incorporado como objeto suntuoso a la Sala santiagueña del
siglo XVIII y que recién comenzará a aparecer a mediados del siglo XIX. Pero,
la existencia de dos mesas, grandes y de patas torneadas, parece indicar la
prevalencia de ciertos modos de la cultura popular santiagueña de largas sobremesas
sin abandonar el lugar donde se realizaba la comida.
La
casa contaba con una atahona propia y para la cocina, el espacio de la
servidumbre, dos pailas de cobre y una frasquera con quince frascos.
El vestuario de Josefa. De más está decir que todo lo anterior explica el vestuario
de Josefa: cuatro vestidos importantes,
uno entero de brocato encarnado y guarnecido con encaje y franja de Milán, otro
de Brocato, uno de terciopelo y otro de tafetán doble. “Catorce camisas de
Bretaña ancha las diez con mangas de cambray y todas guarnecidas con encajes de
palma las mas y las otras con chambergo; ocho fustanes de Bretaña ancha gaiados
con seda y guarnecidos de encajes; y siete tocados de cintas de oro y plata”.
Considerando la edad de Josefa es comprensible que llevase tocados y no
sombreros, aunque también “ocho corpiños llanos”, cuatro pares de medias de seda
y ocho pares de calcetas. También había tres sayas (prenda cortesana en
España); “una de brocato azul, dos de sempiterna guarnecida la una con encaje y
franja (entendemos de Milán, por descriptivas anteriores) y la otra con encaje
solamente”. Tres mantillas de cabeza (“mantellinas”), una era de seda raso de
Florencia con forro de tafetán toda guarnecida con encajes blancos finos,
prenda usada en España para Semana Santa y las corridas de toros (De La Puerta
Escribano, 2008); otra “verdegay” (verde claro) de bayeta[43] y
guarnecida; tres cortes de bayeta para confeccionar otras mantillas.
Completaban
una serie de joyas: dos sortijas de oro, uno con siete diamantes y otros con
seis diamantes y una esmeralda; una perla; “una joya de oro esmaltada y
engarzada con esmeraldas y algunos diamantes; otra dicha pequeña con perlas y
un rubí; un par de sarcillos con diamantes”. Para guardar sus joyas, tendría
una cajita de oro labrada. Todo nos habla de unos productos que solo podían
obtenerse a partir de un alto comercio de ultramar (tal vez podamos pensar en
intercambios con el espacio chileno) y que solo podían tener algunos escasos miembros
de la elite.
Muy
intensa debe haber sido la vida social intramuros de los Peñaloza Alfaro para
que Josefa luciera semejante vestuario y tales joyas. Visto así, la Sala
representa mucho más que el mobiliario, era el lugar de lucimiento, de
presentación, de recepción de las visitas, del mostrar-se, del vestir-se, de
ser mirada y mirar-se en la mirada del otro. Ese otro para quien la joven Josefa
se vestiría, se des-vestiría y se volvería a vestir. Llevaría su cuerpo tapado,
como mandaban las normas sociales, pero luciría para ser vista, observada,
considerada y ubicada matrimonialmente en el más alto de los niveles sociales
que Santiago podía exhibir por esos años.
También
debemos considerar que la moda estilo barroco es lo que caracteriza a las
prendas que acabamos de describir, muy ornamentadas, brocatos, sedas y encajes,
mantillas. Elegancia y distinción, que reflejarían los espejos dorados, son dos
conceptos que encuadrarían perfectamente, utilizado para marcar las diferencias
sociales con la gente del común que circulaban a diario por la abandonada
ciudad, por sus características pero también por los altos costos que esta
vestimenta tenía.
El dormitorio principal. Para el espacio más íntimo de la casa, Josefa aportaba un
artículo de alto costo y muy significativo dentro del ajuar doméstico y que
para el caso español era muy poco frecuente, la cama (Nadal Iniesta, 2006). Tal
vez haya sido, como pensamos lo fue en el caso de las mesas por el tipo de
trabajo de talla, importadas. En fin, lo cierto es que se ubicaba sobre una
“tarima de tablas” que le daba una envergadura especial, pero que también tenía
como función el levantarse de la cama y no tocar directamente el piso de
ladrillos que recorría toda la casa, porque no encontramos más que una
alfombra. Esta cama entarimada tenía dos colchones de coleta, iba acompañada de
una cuja[44]
dorada con colgadura de damasco y orlas de seda. Posiblemente, algunos de los
dieciocho lienzos con advocaciones diversas, fueran para el espaldar, como
habitualmente se hacía. Para vestir la cama “seis pares de sábanas, uno de
cambray con cuatro almohadas, todo guarnecido de encajes finos, otro de Bretaña
ancha en la misma forma y cribadas[45],
y cuatro llanas de dicha Bretaña y solo guarnecidas cuatro almohadas”. Como
sobrecama, dos colchas. Una de triunfante con forro y guarnecida con franja de
Milán” y otra “de Gramilla con forro de […] y cinta volada”.
El espacio de la religiosidad femenina. Para el espacio de la religiosidad privada aportaba “una
capilla con retablo dorado, custodia, cáliz, copón, vinagreras, lámpara,
incensario, candeleros, aceite, todo de plata”. Allí se ubicarían algunos de
los lienzos con “varias adornaciones de la Virgen María, H.S. y Santos” y
también un pesebre de una persona muy importante pero cuyo nombre resulta
ilegible, estaban destinados a este espacio dedicado a la relación de las
mujeres con Dios, y especialmente con la virgen María, cuyo modelo debían
seguir como madres y esposas.
La administración. La
presencia de “un escritorio de embutido con su mesa” señala la existencia de
espacios de administración, que como vimos en la descripción de la casa, se encontraba
en una de las habitaciones disponibles. Hasta bien entrado el siglo XX fue
habitual en Santiago, el llevar la administración de las estancias o negocios,
desde un lugar específico de la casa principal. Lugares que luego cambiaban de
función en modo de alquiler, generalmente a agencias estatales[46].
Los negros. Un
aporte que nos abre un gran interrogante sobre los modos en que Peñaloza construyó
su fortuna, son los negros que aportó para el matrimonio de su hija. Santiago
no era un espacio importante para la compra-venta de esclavos, pero estaba en
la ruta hacia el Potosí y el porcentaje de negros que habitaron la jurisdicción
llegó a ser tan importante, que cabría examinar la posibilidad que el comercio
esclavista, todavía no detectado, haya sido una de las vías de la construcción
de las fortunas que estamos considerando. El aporte de negros esclavos a su
hija nos induce a considerar a Peñaloza como un importante esclavista, pero
queda por confirmar todavía, documentación nueva mediante. Los negros fueron
cinco, Catalina una bozal de trece años[47];
Francisco de unos veinte años ladino e Ignacia su mujer de unos dieciocho,
ambos esclavos; luego tenemos a María Josefa, una negra de 20 años
aproximadamente que tenía una hija pequeña llamada Francisca, la suponemos
esclavas, pero el documento no aclara nada al respecto. Del total de la dote,
los negros llevaban $2.050.
Las tierras y los ganados. Recordemos que El Palomar quedó como herencia de su madre y
ésta podía disponer de sus bienes parafernales[48],
tenía unas casas que se integran con Sala de dos aposentos, almacén y
dependencias inmediatas, más otras oficinas. Luego elementos de laboreo de la
propia estancia, un coche corriente con 50 mulas; dos carretones, dos carretas,
50 bueyes, 2.000 cabezas de ganado vacuno, valuadas estas últimas en $8.000.
Por su
parte el Capitán Urrejola Izarza aportó $1.000 corriente a Josefa por el honor
y su limpieza de sangre, lo que hicieron un total de $35.255, obligándose a no
disiparlos, ni enajenarlos si sumarlos a sus propias deudas. Así mismo, si el
matrimonio se disolviera por causa de muerte de alguno de los cónyuges, o
divorcio según estipulaban las leyes, se comprometía a devolver la cantidad
completa a sus suegros o sus herederos. Actuaron como avaluadores, de parte de
la familia Peñaloza el Coronel Don Antonio Bazán de Alfaro, y el Maestre de
Campo Don Joseph López de Velazco por el de Urrejola Izarza.
3.3.3- Las tierras de los Alfaro-Peñaloza-Urrejola Izassa. De parte de las tres familias hubo adquisición, inversión y
explotación de tierras. En principio de los Alfaro, estancias, chacras y
solares en la ciudad obtenida la mayoría por merced y otras por compra, pero
con el casamiento de Isabel con Peñaloza y el fallecimiento de Don Alonso, el
control quedó en manos de Gerónimo de Peñaloza. De todas ellas, las más
importantes para nuestro estudio fueron las estancias de Tenené y El Palomar,
ubicadas sobre la margen derecha del río Dulce, a unas 28 a 30 leguas hacia el
norte de la ciudad de Santiago.
Pertenecían
originalmente al Capitán santiagueño Mateo Bautista Palavecino (†1650-1660)
cuya viuda las entregó al Convento de Santo Domingo como pago de una deuda[49].
Los padres domínicos las utilizaron para criar ganado mayor y menor, pero las
invasiones de las etnias chaqueñas de la década de 1670 y el robo del ganado
las dejó deshabitadas[50],
hasta que en 1713 el Gobernador Don Esteban de Urízar y Arespacochaga, en el
marco de la guerra ofensiva declarada a los indígenas del Chaco, decidió a
controlar y desplazar más allá de las fronteras del Salado a los diferentes
grupos indígenas[51].
Para ello le era muy necesario el control militar de la jurisdicción y las milicias
que disponía Don Alonso de Alfaro, conjunción de oportunidades e intereses que
supo aprovechar Alfaro solicitando al gobernador la entrega una merced de 20
leguas² en el antiguo espacio de Tenené y Palomar. Este trámite se realizó no
solo con gran rapidez sino “a perpetuidad”, lo que es absolutamente
extraordinario en el marco de la entrega de tierras y si bien no hay
explicaciones de las autoridades al respecto, entendemos que el Gobernador
entregaba esas tierras bajo estas inusuales condiciones a cambio de que allí se
instalaran los recursos militares que Alfaro tenía a su disposición con lo que
contribuiría a la pacificación de la zona. El interés final era el control de
la corona sobre el antiguo Camino del Palomar con la totalidad de la
circulación mercantil transitando por el mismo, rumbo norte-sur-norte,
histórico y de la mayor importancia fiscal para Santiago.
Tenené
poseía importante cantidad de ojos de agua y la hacían inmejorable para la cría
de ganado, el Palomar era una tierra extraordinaria en pasturas. Alfaro instaló
su vivienda en la primera y organizó corrales para el control del ganado. Su
presencia permanente en el lugar, activó el tránsito de las carretas por el
antiguo camino haciendo de ambas estancias paradas obligadas para el
reabastecimiento, en una muy interesante combinación de potencialidades
económicas y financieras, tanto para el Cabildo de Santiago como para la
economía familiar de los Alfaro y para beneficio del Capitán Urrejola, quién
mantuvo allí las guarniciones militares que controlaban el tránsito y se
beneficiaban con el abastecimiento de animales y pasturas. Lo que significa que
alrededor de estos parajes debía de haber un intenso comercio de materias
primas para el abastecimiento y también de artesanos que trabajaban en la
reparación de carros, carretas y otros objetos que la tropería necesitaba.
Alfaro
falleció en 1726 y para 1732 nuevas invasiones indígenas diezmaron las
haciendas, destruyeron sembrados además de las reducciones jesuíticas sobre el
Salado que se retiraron a Pitos, Esteco Viejo, Fuerte del Rosario y otros
parajes actualmente en la provincia de Salta. Mientras que el Fuerte de
Balbuena fue desasistido y terminó desapareciendo (Achával,1998:170-172). El
Camino del Palomar menguó el tránsito de tropas de carretas y recuas de mulas,
dando origen a un largo litigio con la ciudad de San Miguel de Tucumán que
reclamaba el tránsito por su territorio[52]con
el fin de obtener los beneficios fiscales correspondientes. Cuando Santiago fue
declarado “puerto seco” y se prohibió transitarlo, las estancias dejaron
paulatinamente de ser redituables, e Isabel de Alfaro, vendió Tenené al tío del esposo de su
hermana, el Maestre de Campo Juan José de Paz y Figueroa Ibáñez del Castrillo
en $3.000. El Palomar quedó en poder de los herederos de la familia Alfano de
Peñaloza como uno de los bienes que Josefa aportó al matrimonio y por lo mismo fue
administrada por su esposo Esteban Urrejola Izarza. Si bien Santiago ganó
finalmente el pleito a Tucumán en el Camino del Palomar fue reabierto
oficialmente, la producción en las estancias fue en principio fluctuante y
luego decayendo como para que la familia decida desprenderse de ellas. El
comprador de Tenené adquirió el Palomar y unificó ambas estancias, falleciendo
en esta última en 1767[53].
6- La actividad capitular de Urrejola. El Cabildo comienza
los autocontroles. Entre el matrimonio con Josefa y el nacimiento del primer
hijo, Esteban realizó una carrera capitular muy importante, llegando a ser el
Tesorero Juez Oficial Real y controlar fiscalmente toda la jurisdicción.
Los
criollos no se habían mostrado hasta el momento demasiado preocupados por
llevar los controles fiscales de modo ordenado y los libros que se conservan en
el AHSE dan cuenta de ello. En tanto éstos los involucraban en su calidad de
grandes comerciantes, importadores y distribuidores, encomenderos y parientes,
podemos pensar en una trama de condescendencias con las deudas cuyos pagos
renovaban y volvían a renovar. Al no controlarse, no ingresaba dinero al Ramo
de Propios, el único con que contaba el Cabildo para sustentarse, y las quejas
por la pobreza de la institución eran permanentes. A pesar que la documentación
disponible es bastante escueta, no deja de llamar la atención que para cuando
Urrejola Izarza llegó a la ciudad algo se empezó a mover, los
capitulares comenzaron a poner en superficie éstas cuestiones, se preocuparon y se
propusieron ajustar los números[54]. No
hizo falta que el agente borbónico ingresara formalmente al Cabildo.Su sola
presencia instaló una suerte de mirada externa anticipatoria de un orden
financiero en ciernes para esta ciudad del confín imperial.
Fueron
tres los espacios sobre los que obraron casi inmediatamente los controles capitulares:
las pulperías, el abasto urbano de carne y los juegos y diversiones[55].
Las pulperías conformaron un núcleo sobre el cual el Cabildo puso el mayor de
los esfuerzos fiscalizadores posibles, en el marco de un generalizado desorden
en los precios, pesos y medidas de los productos básicos para el consumo de la
población; en los registros y aportes que hacía muchísimos años que no cobraban.
Pero
también la provisión de carne, o el abasto, era vital para la vida de la ciudad.
A comienzos de 1732 el Procurador General de la Ciudad Capitán Francisco de
Argañaráz y Murguía (h) solicitaba que se autorizara el establecimiento de una
carnicería[56],
con lo que los espacios de faenamiento eran las horquetas de los árboles más
grandes o las calles mismas de la ciudad, como lo mostraron documentos de
mediados del siglo XIX. Unos meses más tarde, Don Gerónimo de Peñaloza viajaba
a su estancia de Tenené a entregar 1.333 cabezas de ganado de su propiedad al
Maestre de Campo Gerónimo de Frías, acompañado de un juez competente para
presenciar la transacción.A $3 por cabeza, el Cabildo pagaría un total de $4.000[57],
con lo que encontramos en Peñaloza al único proveedor del estado. Saguier
(2005) explica que en las ciudades coloniales resultaba bastante habitual que
los Cabildos buscaran tener un solo proveedor responsable que les asegurara el
menor precio en la provisión. En este caso, el Alcalde Provincial de la Santa
Hermandad Propietario, aseguraba el mejor precio posible. ¿Por qué estamos tan
seguros de esto? Porque en el mismo año, su yerno Urrejola Izarsa comercializaba las 2.000 cabezas de ganado que había aportado su esposa por la
Carta Dotal, al “mercader, tratante y el presente residente en Santiago del
Estero” Martín de Sarría, por un precio de $3,5 por cabeza y un costo final de
$7.000[58],
$1.000 menos de lo que había sido avaluado menos de un año antes. Pero el
acuerdo estipulaba que Sarría no entregaría plata contante y sonante sino
mercaderías de dos tipos, por un valor de $5.000 varas de ropa de la tierra a 8
reales la vara, y por los $2.000 restantes otro tipo de géneros a un valor de 8
reales. Urrejola Izarza tomaría todo el mes de junio para reunir los animales y
el intercambio se realizaría uno contra entrega del otro. Con lo cual estamos
frente a una venta entre privados con mayores beneficios para el vendedor que
en la venta realizada por su suegro,y a un Urrejolarápidamente ubicado como
comerciante e intermediario. Por el tipo de géneros que Sarría intercambiaba,
la opción de venta era el Alto Perú. Cabe aquí considerar las investigaciones
de Assadourián (1982) sobre la desmonetarización del espacio tucumano al
declinar la producción de plata en el cerro de Potosí, falta de monedas de
plata que llevaban al intercambio, ganado por géneros en esta oportunidad. Y el
Cabildo aceptaría la cera como medio de pago de las cargas impositivas.
Cuando
Urrejola Izarsa ingresó al Cabildo en 1733 como Alcalde de 2° Voto, la
institución estaba en el proceso final de cooptamiento por parte de las elites
criollas y los cargos eran mayoritariamente en propiedad o arrendados[59]. Él
hará lo propio unos años más tarde. Estos datos devienen en una buena base para
pensar como en las tres décadas siguientes en que los agentes borbónicos van
arribando con mayor frecuencia, ese poder criollo efectivamente se va
consolidando y montando en una cada vez más cerrada trama reticular de familias
en el poder.
Su
presencia en la ciudad aseguraba el funcionamiento permanente de un encargado
de justicia. He aquí un acto que podemos de interpretar como de intereses
mutuos y conveniencias recíprocas[60].
Entre medio de sus actividades militares, reingresará para el mismo cargo en
1738 ejerciendo en la práctica las funciones de Alcalde de 1er. Voto por la
larga enfermedad de su titular el Maestre de Campo, Gobernador de Armas y
Capitán de Guerra Gaspar Juárez Babiano[61].
En 1738 Urrejola logró un excelente afianzamiento en el
Cabildo accediendo al cargo de Teniente Tesorero Juez Oficial Real[62].
En un año donde ninguno de los capitulares nombrados estaba en la ciudad y se
los buscaba en sus estancias con chasquis para que bajaran a tomar posesión y
brindaran juramento, el Cabildo le encargó recaudar la derrama para el Real
Palacio[63],
cuya cantidad para la jurisdicción era de $200 y no habían encontrado aún la
forma de reunirla.
De modo que en el marco de las mejoras del sistema fiscal
recaudatorio, devino en el primer agente recaudador borbónico de toda la
jurisdicción santiagueña, desde la frontera del Salado al Dulce hasta Esteco,
por el Camino del Palomar y Tenené. En esos controles tuvo serios
enfrentamientos con los grupos locales poco dispuestos a sujetarse a las
normas, particularmente el liderado por el Maestre de Campo Joseph López de
Velasco y su familia, a quien las recaudaciones parecían caerle en bolsillo
propio y prestar ninguna atención a los reclamos de las otras autoridades para
que rinda los dineros recaudados[64].
6.3- Finalmente Urrejola accede al oficio de Regidor 24 por
Remate[65].
En 1739 uno de los cargos de
Regidor 24 se hallaba vacante y Urrejola Izarsa se propuso para cubrirlo en
arrendamiento de $25 plata por tres años hasta que pudiera adquirirlo a
perpetuidad, solicitando acceder a todas las prerrogativas, privilegios y
excepciones del que gozaban los 24, con voz y voto en el Cabildo. Un documento
muy interesante ya que escasamente podemos acceder a alguno en el que se narre
con tanto detalle el procedimiento de los pregones y el otorgamiento del
título, haciendo partícipe a la sociedad y al espacio de centralidad urbana en
un espectáculo barroco. Entendiendo con Daudy (1970:11-16) a la fiesta barroca
como una clara expresión política en la que se manifestaban la gloria y el
prestigio y con Norberg-Schulz (1972:12) la visibilidad del triunfo del sistema,
siendo altamente educativos particularmente con los analfabetos, esa gente que
se juntaba para mirar.
Entre
el 9 y el 16 de octubre de 1739, el indio pregonero Benito realizó los ocho
pregones de rigor, diciendo cada vez y en tres oportunidades “veinticinco pesos dan en cada un año por el
Oficio de Regidor veinticuatro de esta ciudad en arrendamiento por tres años
¿hay quien puje? ¿hay quien dé más? Porque se ha de rematar en el mayor
postor…” mientras caminaba las calles alrededor de la plaza acompañado de un
tamborilero con redoblante para convocar a la gente, como se hacía
habitualmente cuando daban a conocer Bandos o documentos de importancia
pública. Concluida cada jornada firmaban el Acta correspondiente el Escribano
del Cabildo Joseph González de Rojas y dos testigos. Al final de los ocho días,
no hubo mejor postor y el Tesorero Juez Oficial Maestre de Campo Rodrigo López
Caballero, confirmó a Esteban y se otorgó la escritura de fianza el 27 de
octubre. Fueron sus fiadores los Maestres de Campo Don Gregorio de Cisneros y
Don Antonio de Bazán de Alfaro, quien debía ser ya un hombre grande porque
hacía negocios con Alfaro.
La
toma de posesión de un Regidor 24 era uno de los actos capitulares que se
hacían con presencia de público, era la gente presenciando en la plaza y a las
tres de la tarde un espectáculo en el que actuaban como testigos. Otra vez el indio
Benito repitió por tres veces el pregón y siendo Esteban Urrejola Izarsa el
único postor se le entregó la escritura dejando una copia en la Real Caja.
Finalmente, aquel capitán que vimos llegar a fines de la década del 20, diez
años más tarde obtenía su mayor puesto político en el Cabildo y de mayor
prestigio en la sociedad santiagueña. En medio de un escenario de teatralidad
barroca, de procesiones, jerarquías expuestas a la visibilidad del pueblo como
expresión del poder, podríamos considerarlo como un acto teatral, que en la mirada
de García Galindo (…) era el “nexo entre las elites del poder y las distintas
capas sociales”.
Intereses familiares-intereses capitulares. Cuando los
límites se borran. Entre los varios documentos
que pueden explicar esta situación, seleccionamos uno del año 1732 y otro de
1750.
En el
primero los actores son Don Gerónimo Peñaloza, su esposa Doña Josefa Alfaro de
Peñaloza, su yerno el Alcalde de 2º Voto Capitán Don Esteban Urrejola Izarsa,
el consuegro de Peñaloza, Alcalde de 1er. Voto Don Thomas de Ibarra, y del otro
lado un deudor de Isabel, el Maestre de Campo Don Gregorio Riveros[66] a
quien le había prestado $1.500 en plata acuñada acordando su devolución en
mulas. Pasados cuatro años y ante la imposibilidad de cobrar la deuda, Peñaloza
interpone una demanda, cuyo desarrollo muestra a la familia
Peñaloza-Alfaro-Urrejola en plena acción de defensa de sus derechos particulares
utilizando para ello todo el aparato del poder del cual formaban parte. La
influencia de Peñaloza y del apellido Alfaro hizo que el gobernador impartiera la
orden tajante de cobrar el dinero, poner preso a Riveros y confiscar todos los
bienes, muebles y raíces para ser vendidos en pública almoneda hasta cubrir los
daños por el atraso de dos años y medio en la devolución y las costas del
juicio $500 que aplicaba corrientemente el Gobierno[67]. Era
el peso del poder que se ejecutaba sin miramientos. En defensa de la familia
Peñaloza Alfaro actuó Urrejola Izarsa. Efectivamente Riveros fue llevado preso
y dejado en la cárcel pública hasta que le llevaron a Peñaloza el dinero
adeudado más intereses que sumaron $2.800, luego su esposa decidió que parte
del mismo lo entregaría al Procurador del Colegio de la Compañía de Jesús.
El segundo
documento es de 1750 y nos muestra a Estaban de Urrejola Izarsa en plena
actividad de recaudación en toda la jurisdicción como Tesorero Juez Real. Este
documento pone en superficie los conflictos surgidos a raíz de negocios entre
Esteban y Félix, hermano de Isabel, quien parece haber sido un hombre un poco
serio en sus negocios. En 1748 Esteban le había prestado a Félix 317 libras de
cera y unos géneros como favor personal con la promesa de devolverlo con la
recaudación del trabajo personal de los indios de Inquiliguala que tenía
encomendados. Una cuestión a considerar, para 1750 todavía existía el trabajo
personal de los indios encomendados en la frontera del Salado. Dos años después
y con la deuda impaga, Urrejola solicitaba al Cabildo una comisión para ir
hasta el Salado donde encuentra (digamos que algún conocimiento tenía al respecto)
con un tal Ríos y dos peones conduciendo tres cargamentos de miel.
Inmediatamente pidió el embargo judicial sabiendo que pertenecían a su cuñado y
con la intención de cobrar su deuda. Esto originará un intenso juicio en el que
se ventilan los modos de operar comercialmente del hijo de Peñaloza y las
mentiras y enredos al momento de pagar las deudas. Con lo que entendemos por
qué Peñaloza le dio un poder especial a Esteban en 1733 para administrar todos
sus bienes. Finalmente, un Esteban enérgico al que ninguna autoridad lo detiene
y muy parecido a su suegro y a Don Alonso de Alfaro, que terminó acusando al
mismo juez, también de origen borbónico, García de Villegas Apoderado de Félix,
de obstruir la justicia y de perjudicar sus intereses. Efectivamente, la lectura
del juicio mostró cómo el Juez intentaba proteger a Félix dilatando la
resolución con declaraciones de unos y otros y otros. Al final del año Esteban recuperó
la cera, humilló a su cuñado haciendo que llegar a golpear la puerta de su casa
rogándole que pagara las costas del juicio por insolvente y negándose a hacerlo,
y a un juezque para evitarse mayores conflicto entre Urrejola y el descarriado
Peñaloza, cede en la cobranza delas costas del juicio, del papel y los
sellados, aún ocasionando perjuicio para el Cabildo. Esto nos muestra casi un
hilo conductor en las formas y los modos de administrar el poder y las
influencias desde Alonso de Alfaro, pasando por Gerónimo de Peñaloza y
terminando (en este período) con Esteban de Urrejola Izarsa.
Palabras de cierre. Llegamos al final de un artículo que necesitó un intenso
trabajo de archivo, para una época compleja en los registros santiagueños. Pero
muy dispersos y lentamente, fueron apareciendo algunos documentos de comienzos
del siglo XVIII, que registramos minuciosamente para ponerlos a dialogar, en
diversos planos y temporalidades y así comenzar a construir una/s historia/s
familiar/es de tres generaciones, los Alfaro, los Peñaloza y el Capitán
borbónico Esteban de Urrejola Izarsa arribado a fines de la década de 1720.
Concentramos entonces nuestro estudio en las familias con las que se relacionó
mediante su matrimonio con Josefa Peñaloza tomando solamente la rama familiar
que nos condujo a Urrejola Izarza, dejando para un estudio posterior las ramas
paralelas de las mismas.
Tras
las huellas de estas familias en el AHSE y en el AGN, estos registros nos
desafiaron una vez, y otra y otra, a tratar de comprender los órdenes
económicos, familiares y relacionales que desarrollaba la elite santiagueña
cuando los borbones ingresaban a la historia de España. Relaciones de familias
de origen sevillano arribadas en las postrimerías de la Casa de Austria, con
familias de historias arraigadas en la conquista y la colonización del
territorio santiagueño, a las que sumamos el primer agente del nuevo orden
borbónico y la novedad de las redes guipuzcoanas operando desde el comercio y
el ejército, que deja, por supuesto, abierta toda una nueva línea de investigación.
Conjunción de transversalidades que puso, necesariamente, sobre nuestra mesa, la
genealogía foucaultiana, para trabajar con unos documentos que requerían varias
y lentas lecturas; necesarias transcripciones; con distintos disparadores e
interacciones que iban construyendo unas realidades sociales con lo dicho, lo
silenciado y algunos pequeños resquicios operando a modo de inferencias.
Nos
instalamos, entonces, en un escenario que transcurre entre 1700 a 1750, en el que el matrimonio Urrejola Peñaloza y
la actividad capitular de Esteban se convertirán en el final de la historia.
Fuimos ahondando en las formaciones familiares con las que se relacionó,
ubicadas por historiografía clásica como las más importantes, poderosas e influyentes,
económica, política y socialmente, pero sin ninguna fundamento documental.
Decidimos ir hacia el fondo de esa “importancia” mostrando los juegos de
relaciones y de poderes que, hacia el final del trabajo, nos permitirán
justificar la relación del joven borbónico con la cumbre de la elite
santiagueña. Y contrastar las realidades familiares con los contextos en las
que estaban insertas, de allí que le dediquemos un extenso desarrollo a indagar
la vida en la ciudad a comienzos del siglo XVIII. Una sociedad oscura y pobre y
unas pocas familias muy enriquecidas y detentando todo el poder. Historia que
en el devenir de los tiempos, tampoco difiere mucho de la actualidad, con lo
cual tenemos allí unas huellas históricas que corren, imborrables, bajo la piel
de la sociedad santiagueña.
Trabajar
sobre la familia de Don Alonso de Alfaro nos orientó a dar los primeros pasos
para pensar las relaciones sociales y comerciales que estableció y desde allí
los negocios de la arriería, el comercio con ganado, la adquisición de tierras,
el fletamento de carretas con distintos tipos de productos. Todos relacionados y
dentro del espacio tucumano y altoperuano, con
lo cual pudimos comenzar a develar las potencialidades de una zona
periférica conexa, por sus producciones y abastecimiento, al Cerro Rico de
Potosí, circulaciones de mercancías en las que no era para nada ajena la
frontera del Salado, el confín del Imperio hasta mediados del siglo XIX, en la
cual se mantenían las formas de producción, particularmente las textiles, como
al comienzo de la conquista, y las relaciones de servidumbre personal de los
indígenas, a pesar de todas las prohibiciones reales.
Con
los análisis desarrollados a lo largo del trabajo, concluimos que la base de la
enorme fortuna que luego proseguirá aumentando su yerno Gerónimo de Peñaloza y
de la que sacará buen provecho Esteban Urrejola Izarsa, la construyó Don Alonso
de Alfaro, Caballero de la Orden de Santiago, casado con Manuela Alba de Bravo
Zamora, ligada a los conquistadores y colonizadores provenientes de Sevilla.
Historia de importantes negocios basados en relaciones comerciales desde las
familias españolas enriquecidas con el comercio de ultramar, de oportunidades
inteligentemente aprovechadas y no exentas de sacrificios personales. Además de
la operatoria dentro de las nuevas redes militares y comerciales vascas que
para Santiago operaban haciendo pie en el gobernador Urízar y Arespacochaga, su
pariente el gobernador de Buenos Aires y los recursos militares y económicos de
Alfaro.
La
historia de Gerónimo de Peñaloza, fue un tanto más difícil de abordar y solo
pudimos hacerlo a partir de casamiento con Isabel de Alfaro. Aparece con una
construcción capitular muy importante, en la que podemos ver por detrás la mano
de su suegro, y como los negocios los van ligando y aportando a la fortuna
mayor, de la que se hará cargo luego de la muerte de Alfaro, así como de la
administración de las estancias de El palomar y Tenené que jugaron un rol
central en la defensa de las fronteras y de abastecimiento. Tanto los orígenes
de Peñaloza como los de sus negocios, requerirán en el futuro de estudios más
profundos en la medida que surjan nueva documentación.
La
presencia Urrejola Izarsa en Santiago fue otro gran desafío. Sin mayores datos
que nos permitan ubicarlo, saber qué hacía en Santiago a finales de 1720, así
como sus orígenes guipuzcoanos, orientó nuestra investigación hacia las redes
de familias vascas que se incorporaron a la Corte de Felipe V, la formación de
los nuevos cuerpos de ejército en directa relación con redes comerciales, y
como este cuerpo de cuestiones se trasladó a Santiago y los roles que jugaron
en ella Alfaro, Peñaloza y Urrejola Izarsa.
Ahora,
cuando analizamos el matrimonio de Josefa Peñaloza Alfaro con Urrejola Izarza,
siendo ella muy joven, y a través de la Carta Dotal otorgada en 1731, nos dimos
de frente con unos modos de vida de lujo y ostentación que estaban muy lejos de
aquel concepto de austeridad propio de la elite local, que impregnó las
escrituras provinciales, y en honor de la verdad hasta las propias, que
rápidamente pusimos en reconsideración, particularmente por los contextos que
los contenían y trágicamente cargaban de sentido. Y como fondo de las historias
de la vida de las familias de la elite colonial, operando el barroco con toda
su carga de ostentosidad, lujo y exposición de poder.
Pero
también nos interesó analizar el impacto que produjo este primer agente
borbónico en la ciudad de Santiago portador de las primeras acciones de las
Reformas. A partir de una carrera muy impresionante en el Cabildo, otra vez
impulsado por su suegro ingresando directamente como Alcalde de 2° Voto y en
los próximos siete años (hasta el nacimiento del primero de sus doce hijos)
llegó a ocupar el cargo de Tesorero Juez Oficial Real, con un Cargo de Regidor
24, primero en alquiler para luego ser comprado y controlando fiscalmente la
totalidad de la jurisdicción. Económicamente disfrutando de las dulces mieles
de la herencia recibida, pero para nada incrementada, sino más bien, lo que se
observa es un decrecimiento lento pero no pausado. Claro que eran otros los
contextos, otras las posibilidades, otras las relaciones comerciales que se
tornan como mucho más acotadas territorialmente.
Con
Urrejola veremos la operatoria de las tres familias utilizando en la defensa de
sus intereses particulares, toda la estructura del estado a su favor, sin
miramiento alguno. Y en ellas, un conjunto de prácticas y lógicas de acción a
las que no se le animaban a contradecir ni los propios gobernadores,
reconociendo en ello la primacía absoluta del capital social, político y
económico de las familias Alfaro-Peñaloza-Urrejola Peñaloza. Modos y prácticas
propias de los hombres de las familias que se van repitiendo, pero que a medida
que estos fallecen son tomadas por las mujeres que actúan como cabeza de
familia.
La
formación de la numerosa familia Urrejola Peñaloza, las relacionas
matrimoniales principalmente de sus hijas, fueron dejados para un próximo
trabajo, sobre todo porque los contextos en que éstas se desarrollan son
completamente diferentes al de la primera mitad del siglo XVIII y porque el estudio
requiere el tratamiento de doce formaciones familiares diferentes.
Documentación
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[1] En adelante: AHSE
[2] En adelante: AGN
[3] En adelante: ACSE
[4] Tomamos las transcripciones por que actualmente se
encuentran perdidas.
[5] Las clásicas producciones de Luis Alén Lascano (1992), o
José Néstor Achával (1998) propusieron una mirada más precisa sobre la acción
de los grandes hombres religiosos y gobernantes; las transcripciones
documentales de Andrés Figueroa (1920-1929/1927) marcarán puntos de interés
sobre las familias patricias de la colonia, la frontera y sus poblaciones, y
Orestes Di Lullo (1949, 195a-b, 1966) proponiendo algunas cuestiones del pasado
heroico de la noble y leal ciudad,
profundamente afectada por la modernidad, externa y ajena, generaron un cuerpo
de pronunciaciones que fijaron ciertas y determinadas representaciones que se
instituyeron en verdades consagradas sobre ese pasado (Rossi,2011).
[6] Para una historia más completa del traslado de la Catedral a
la ciudad de Córdoba ver: Isabel Castro Olañeta y Sonia Tell, “De Santiago del
Estero a Córdoba: proyectos y conflictos en torno al traslado de la catedral y
de la sede episcopal a fines del siglo XVUU", en: Cifra, Revista de
Cultura Nº 48, UNSE, Santiago del Estero. http://fhu.unse.edu.ar/carreras/rcifra/c4/8ola-tell.pdf
[7] Carta del gobernador Urízar de Arespacochaga al rey, del
22/11/1708, en: Achával, José Néstor (1988:163) Historia de Santiago del Estero. Siglos XVI-XIX, Ediciones de la
Universidad Católica de Santiago del Estero, en: Rossi, Banzato (2013).
/Legname, Rossi, Ruiz (1997).
[8] AGN-Sala IX-XII-02-03-Documento del año 1728 en que el
Capitán Don Felipe de Herrera solicitaba al Cabildo el arrendamiento de un lote
colindante con la Ranchería del Convento de San Francisco para vivir en la
ciudad, tenía una familia numerosa y deseaba establecer su residencia como su
Majestad lo mandaba, pero no tenía el dinero suficiente para comprar un lote y
mucho menos céntrico.
[12] Cuando llegó a Santiago, gobernaba interinamente el Maestre
de Campo Don Alonso de Alfaro. Su actividad capitular se desarrolló durante las
gobernaciones de Juan de Armasa y Arregui (1732-1735), Matías Ángeles Lizarazu
(1735-1739), Juan de Santisso y Moscoso (1739-1743) y Juan Victorio Martínez de
Tineo (1749-1754).
[18]Censo de 1608. “Asi-dixeron”
[23] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 197, Expte.68/Legajo 11 bis,
Expte.78 y 82/Legajo 2, Expte.30.
[24] Para un estudio más importante del negocio de la arriería
andina, ver: Viviana Conti y Gabriela Sica “Arrieros andinos de la colonia a la
independencia”, en: https://nuevomundo.revues.org/60560 y la bibliografía
específica de su consulta.
[25] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 197, Expte.68.
[26] Jujuy era el punto de reunión del ganado vacuno que tenía
como eje de desarrollo económico el espacio económico peruano, la minería
potosina y el sur de Bolivia. En ese espacio, Jujuy jugaba un rol de
centralidad importante, así como lo tendrá Salta en el mercado mular.
Garavaglia (1999) advertía una temprana orientación mercantil de los mercados
bonaerenses y litoraleños ganaderos y los envíos de animales en pié al Perú, y
a pesar de no dar números concretos, habla de cantidades que “está[n] lejos de
ser despreciable[s]”. Con lo que Santiago estaría enlazando diversos circuitos
mercantiles muy interesantes para una próxima línea investigativa. También ver:
Garavaglia, J.C. “Los textiles de la tierra en el contexto colonial rioplatense
¿una revolución industrial fallida”. En: http://www.unicen.edu.ar/iehs/files/003%20-%20Garavaglia,%20Juan%20Carlos%20-%20Los%20textiles%20de%20la%20tierra%20en%20el%20contexto%20colonial%20rioplatense...pdf. Fecha de consulta: 12/10/2015.
[27] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 11-Expediente 78-Año 1703.
[30] Debemos advertir que es el año de 1727 cuando comienzan las
Actas Capitulares de Santiago del Estero, nuestra fuente institucional más
importante.
[31] Dos Regimiento de Infantería de la Guardia, la Guardia de
Corps (1705) y la Compañía de Carabineros Reales (1732). A estos fueron venal y
directamente los hijos de las nuevas elites.
[37] AHSE-Testamento de Domingo Ferrando-Año de 1760-Santiago del
Estero.
[38] Nació el 13/10/1750 en San Sebastián y † el 18/04/ 1781 en
San Salvador de Jujuy. Era hijo de José
Gorostiaga y María Amézaga. http://genealogiafamiliar.net/busqueda/buscar-personas ID I89928.
[40] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 7 (bis)-Expediente 111-fs. 5
[41] AHSE- Plano de Santiago del Estero, Año 1870, Escala 1:2.500
Varas, Copia del Plano del Ing. Juan Hildebrand, Santiago del Estero, Marzo de
1988. Dibujado por R. I. Luna.
[42] ACSE-Tomo 1- Años 1554-1727-pp.62-175.
[43] Tela artesanal de lana de oveja tejida en telar. En: http://asociacion.ciap.org/article.php?lang=es&id_article=58
[44] Según el diccionario de la RAE “cuja” proviene del francés
“couche” y refiere a la armadura de la cama.
[45] De todas las posibles definiciones de la RAE, “cribadas”
refiere a ser rigurosamente seleccionadas.
[46] Ejemplo de ello es la habitación del frente a la izquierda
de la puerta principal de dos grandes hojas, de la casa Díaz Gallo, uno de los
borbónicos llegados en la década de 1770 y que heredó la casa de los padres de
su esposa, donde funcionó hasta hace un año y medio el Museo Histórico
Provincial “Dr. O. Di Lullo”. Desde la administración de los negocios
familiares, el primer destino de esta habitación fue el de Correo de Postas y
Mensajerías.
[47] Daniel Vidart- “Negros
bozales y negros criollos”-http://www.bitacora.com.uy/noticia_4137_1.html
“Negros bozales y negros criollos”. [se llama así al] negro cuando recién desembarca en los puertos
de América y que todavía habla su lengua materna, tal como lo afirma el
gramático español Covarrubias. Cuando aprende español o portugués el bozal se
latiniza: es decir, se convierte en ladino.
[48]
http://www.fmmeducacion.com.ar/Bibliotecadigital/Lavrin_mujer.pdf - Lavrin,
Asunción (1990), “La mujer en la sociedad colonial hispanoamericana”, Capítulo
4, Tomo 4 América Latina Colonial,
población, sociedad y cultura-en: Leslie Bethell (edit.) (1990)Historia de América Latina- Editorial
Crítica-Barcelona.
[50] Archivo Gráfico de la DGCSE, Departamento Jiménez, Duplicado
de Mensura Nº 68, Estancia Tenené, fls. 27-47. En: Héctor Francisco Peralta Puy
y Martín Osvaldo Carmona, “El Camino Real del Palomar en los siglos XVII y
XVIII. Santiago del Estero y Tucumán”, Revista de la Fundación cultural de
Santiago del Estero, Nº 57, diciembre 2013, pp. 74 a 82.
[51] Figueroa, Andrés (1925) Revista
del Archivo de Santiago del Estero -Tomo IV - Nº 6 – Imprenta Molinari –
Santiago del Estero. Documentos de 1709 y otros.
[52] ACSE-Tomo 1 (1.727-1.747:93-110-122).
[53] Fue Teniente de Gobernador y Justicia Mayor de Santiago,
desempeñó varios cargos capitulares como Tesorero Real. Era Encomendero y llegó
a ser un hombre muy acaudalado, con lo cual tenemos claros ejemplos de negocio
de tierras entre los propios miembros de la élite capitular, que sobre una
población muy pobre, eran muy acaudalados.
[54] AHSE-Sección Hacienda (1720-1790)-Libro General de
Tesorería-(Carpeta 1720-1766)
[55] Estas cuestiones serán objeto de un desarrollo más
pormenorizado en una próxima investigación.
[56] ACSE Tomo 1 (1554-1747:221)
[57] ACSE Tomo 1 (1554-1747:227)
[58] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 7-Expediente 18.
[59] AHSE-Libro General de Hacienda Nº 1 - Sin tapa con
indicaciones de fecha de inicio -
[60] El día 17 de enero llamaron formalmente, le tomaron
juramento como Alcalde de 2º Voto y lo pusieron en posesión. Firmaron el Acta
correspondiente Don Joseph Díaz Caballero, Don Joseph López de Velasco, Don
Jerónimo de Peñaloza y el propio Esteban[60] y en
todas las reuniones del Cabildo de ése año, el tándem Peñaloza-Urrejola se encontraba
presente.
[61] ACSE-Tomo 1 (1554-1747) – pp. 307
[62] AHSE-Sección Hacienda-Libro Caja-Fs.111.
[63] Derrama: contribuciones que daban a la corona los súbditos
cuando España estaba en guerra con un país extranjero.
http://www.wordreference.com/definicion/derrama: reparto de un gasto eventual o contribución entre los
vecinos de una comunidad o población.
[64] ACSE-Tomo 1 (1554-1747) – pp. 327-328.
[65] AHSE-Sección Asuntos Generales-Legajo 1
(1703-1737)-Expediente 47.
[66] AHSE-Sección Tribunales-Legajo 8-Expediente 32.
[67] Al momento del inventario a los fines de embargo, lo que
aparece es un Maestre de campo con una vida más que modesta, pocos bienes y algunos
objetos que podían indicar cierto nivel de prestigio. Apareció un libro de
cuentas, unas obligaciones de pago y otras a su favor; una estancia poblada de
ganado mayores y menores en unas 500 cabras y ovejas; otros 500 vacunos; 150
mulas; 20 caballos mansos y otras tantas yeguas mansas; 20 bueyes madrinas;
luego la casa con dos corredores; corrales; 300 fanegas de trigo nuevas; once
fardos de trigo; una chacra de maíz que está en merced; 800 libras de cera
blanca; 400 libras de ropa de la tierra; dos cajas con cerradura conteniendo
los vestidos de su esposa; dos carretas usadas; una fuente, cuatro platos y
cucharas todo de plata (no había tenedores ni cuchillos); dos pares de
candeleros de bronce; dos bastones con sus casquillos de plata; dos romanas una
grande y otra chica.